Sed de más. John D. Sanderson

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Sed de más - John D. Sanderson Oberta

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12 de abril de 2011, Valencia.

      Capítulo 3

      BOOM LATINOAMERICANO

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      Azahares rojos (1960)

      La sed (1961)

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      El productor argentino Atilio Mentasti se encontraba en Europa a finales de los años cincuenta coordinando la coproducción con Italia de De los Apeninos a los Andes (Dagli Appennini alle Ande, Folco Quilici, 1959), prácticamente la misma historia que se contaba en Tal vez mañana, cuando decidió visitar Madrid para entregarle a Rabal un ejemplar de la novela Hijo de hombre, del escritor paraguayo Augusto Roa Bastos, ya que quería ofrecerle el papel protagonista en su adaptación cinematográfica. Atilio Mentasti era hijo de Ángel Mentasti, fundador de Argentina Sono Film, la única gran productora superviviente tras la caída del peronismo en 1955, que ahora quería extender su campo de actuación a coproducciones con Europa.

      Un plus añadido al interés del proyecto era la identidad del director, Lucas Demare, de quien Rabal había presentado laudatoriamente en España Guacho (1954), sin conocerle personalmente, bajo el desconcertante título de El castigo de los mares del sur, también producida por Mentasti. Pocos sabían que Demare había vivido en España desde finales de los años veinte hasta el inicio de la Guerra Civil ejerciendo como músico y cantante de la Orquesta Típica Argentina dirigida por su hermano Lucio, con quien llegó a aparecer en las películas españolas Boliche (Francisco Elías, 1933) y Aves sin rumbo (Antonio Graciani, 1934). Quizá ahí empezara su atracción por el cine, ya que, tras su precipitado regreso a Argentina, en 1938 ya dirigía allí su primer largometraje, Dos amigos y un amor.

      El tercer vértice del triángulo era Cesáreo González y su productora Suevia Films, que había contratado a Demare, junto a otros realizadores latinoamericanos, para que dirigieran una serie de coproducciones durante los años cincuenta que facilitaran, recíprocamente, la introducción de sus películas españolas en aquel suculento mercado de habla hispana (Castro y Cerdán, 2005: 132). Demare había dirigido para él El seductor de Granada (1953), protagonizada por Rubén Rojo y Luis Sandrini, con la participación de Benito Perojo en la coproducción. Por lo que respecta a Rabal, sus papeles protagonistas en las producciones de Suevia Films Murió hace quince años (Rafael Gil, 1954) y, sobre todo, la exitosa Historias de la radio tuvieron una importancia significativa en su carrera nacional, pero una espina permanecía clavada con respecto a su relación con Cesáreo González. Gil había elegido a Rabal en 1956 para protagonizar El Cid con producción de Suevia Films, pero con el desembarco del productor americano Samuel Bronston en Madrid el proyecto original se evaporó; Bronston adquirió los derechos, y la película la acabaría dirigiendo Anthony Mann (1961) con Charlton Heston como protagonista. Esta fue una gran decepción para Rabal, aunque, según García de Dueñas, la responsabilidad última no fue del productor español:

      La connivencia de las autoridades españolas con respecto a este último proyecto queda confirmada por Heredero (1993: 110) en su imprescindible libro sobre el cine español de aquella época:

      Ni siquiera la aprobación final de la recelosa academia [de la Historia española], en cambio, resulta suficiente para que la censura se decida después a autorizar el rodaje [de Doña Jimena]. Mientras tanto, eso sí, El Cid recibe la calificación de «Interés Nacional» para España pese al carácter inequívoco de su nacionalidad íntegramente americana.

      Con este asunto de fondo, en enero de 1960 Cesáreo González organiza una itinerante Semana del Cine Español en varios países latinoamericanos e invita a Rabal a unirse a otros profesionales que les esperaban allí: Fernando Rey, Laura Valenzuela, Luis García Berlanga y José Luis Dibildos, a quienes después se añadirían Emma Penella y Analía Gadé. Rabal acepta, y a los pocos días aterriza en la primera estación de la gira, Buenos Aires, donde empieza a ser consciente del peso que tiene Suevia Films:

      Rabal aprovecharía su estancia allí para conocer a Roa Bastos, con quien habló sobre el proyecto de adaptación cinematográfica de Hijo de hombre, que ya se encontraba bajo el control del productor español que organizaba la gira.

      La segunda estación era Chile, desde donde Rabal volvía a escribir a su mujer con ya suficiente conocimiento de causa sobre el impacto del cine español en Latinoamérica y su propia repercusión como actor:

      La explicación se podía encontrar en el hecho de que Saeta del ruiseñor (1957), El ruiseñor de las cumbres (1958), Escucha mi canción (1958) y El pequeño coronel (1959), películas vehiculares de Joselito, todas dirigidas por Antonio del Amo, habían sido producidas por Cesáreo González, así como la audazmente titulada Aventuras de Joselito en América (René Cardona, 1960), que estaba a punto de estrenarse. Y por lo que

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