La cultura como trinchera. Maria Albert Rodrigo
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу La cultura como trinchera - Maria Albert Rodrigo страница 15
La eficacia social del blaverismo estriba en buena medida en que la propuesta identitaria y cultural anticatalanista valenciana se ha convertido en hegemónica y dominante, de tal manera que el blaverismo es percibido como «normal», así como su apuesta simbólica, identitaria y política también lo es. En sentido contrario, el fusterianismo se ha convertido socialmente en una manera de subcultura identitaria valenciana no solo no emergente sino, de alguna manera, crecientemente acorralada, como demuestran algunas publicaciones que intentan una defensa numantina de su vigencia (Furió, Muñoz y Viciano, 2009a, 2009b; Muñoz, 2009), frente a diversas revisiones críticas de sus postulados (Lanusse, Martínez y Monzón, 2008). Tanto es así que la institucionalización diferenciadora del autogobierno valenciano, a través de la Generalitat Valenciana, se ha construido a partir de buena parte del paquete simbólico del blaverismo y, además, como enfatiza Flor (2008), ha impulsado un particular «regionalismo banal» que ha legitimado todavía más al blaverismo y ha facilitado enormemente su reproducción social (nombre, bandera, lengua e himno del país), afectando plenamente al mundo de las políticas culturales. Además, el particular sistema comunicativo valenciano se ha situado mayoritariamente al lado del blaverismo, de una manera u otra, de modo que el anticatalanismo goza hoy de prestigio no solo entre las clases medias (que son las que sobre todo lo han apoyado), sino también entre determinadas élites. A ello hay que sumar su influencia en un singular tejido asociativo, sobre todo festivo, especialmente en la ciudad de Valencia y comarcas adyacentes. Por todo ello,
el blaverisme s’hauria convertit, encara que fóra parcialment, en la ideologia «oficial» del País Valencià. Aquest moviment ha aconseguit transcendir la seua minoritària posició social en els començaments de la transició democràtica i convertir la seua identitat-proposta en la identitat valenciana hegemònica, hegemonia que no es preveu que s’invertisca a curt termini (p. 559).
Desde estas consideraciones, cabe insistir en que el desarrollo y aplicación de las políticas culturales en el País Valenciano están atravesados por el conflicto sobre la redefinición de la identidad propia, con las consecuencias que de aquí se derivan para las relaciones entre los agentes culturales valencianos.
1.De hecho, Arturo Rodríguez Morató (Universitat de Barcelona) ha sido el investigador principal del proyecto de I+D del cual se deriva este estudio.
2.De hecho, nuestra investigación se inició con un estudio titulado Estudio piloto sobre la política cultural en España. El caso de la Comunidad Valenciana (Ariño y Hernàndez, 2008), perteneciente al referido estudio piloto español.
3.Como ya se ha comentado, las directrices teóricas y metodológicas que allí se exponen (Rodríguez Morató, 2012), son las que han sido tomadas en cuenta a la hora de acometer nuestra investigación de las políticas culturales en el País Valenciano.
4.Cabe señalar que ningún responsable político del Partido Popular, tanto de la administración autonómica como de la provincial, ha aceptado ser entrevistado, a pesar de nuestra insistencia, lo cual resulta significativo. Con todo, la perspectiva de los gobernantes autonómicos y provinciales se ha podido constatar a partir de otras fuentes como distintas publicaciones, el diario de sesiones, los presupuestos y otros documentos oficiales.
5.Joan Francesc Mira ha comentado al respecto: «A mediados del siglo XII esta etniapueblo (catalana) se extiende por el valle del Ebro, de Lleida hasta Tortosa, y un siglo más tarde se extiende más hacia el sur, por las tierras del nuevo Reino de Valencia. En nuevo territorio valenciano los catalanes van a ser la etniapueblo hegemónica o mayoritaria, y como tales integraron y asimilaron a los otros grupos de inmigrantes, occitanos, aragoneses, etc., excepto algunos núcleos aislados del interior del país, de predominio aragonés. De tal manera que la mayor parte de la población cristiana del nuevo reino, la que da el carácter al conjunto, es desde finales del siglo XIII etnoculturalmente catalana: es en este sentido parte integrante de un “pueblo catalán”, de una cultura catalana y de una nació catalana, y durante mucho tiempo conserva el nombre, la consciencia y la memoria de la propia catalanidad» (Mira, 1997: 231).
6.El movimiento de la Renaixença (Renacimiento cultural y lingüístico) en el País Valenciano, se inicia, como en Cataluña, en las primeras décadas del siglo XIX, aunque arranca con fuerza en el último tercio del siglo XIX.
7.De hecho, la «historia española» del País Valenciano (la integración en la monarquía castellana en el siglo XVI, la absorción por el estado castellano en el siglo XVIII, la castellanización y españolización mental, cultural y política en los siglos siguientes) ha significado un impacto altamente obstaculizador para la preservación, cohesión y especificidad de los valencianos como pueblo (Mira, 1997: 225).
8.El primer poema de la Renaixença lo publica Peyrolón en Valencia en 1830, tres años antes de la Oda d’Aribau (1833) en Cataluña. En 1837 se publica el valenciano El Mole, el primer semanario festivo de la prensa en catalán, mucho antes que Lo Vertader Català, publicado en Cataluña en 1843. Otro de los hitos que marca el inicio de la Renaixença valenciana es la celebración de los primeros Jocs Florals en 1859.
9.«Para ofrendar nuevas glorias a España». La letra del Himno de la Exposición, que después devino Himno autonómico de la Comunitat Valenciana, se estrenó en 1925, en plena Dictadura del general Primo de Rivera (Pérez Moragón, 1981).
10.Según Mira (1997: 205), «el anticatalanismo valenciano ha sido, desde sus inicios, la variante local del anticatalanismo español, construido con los mismos materiales ideológicos, y acentuado por la necesidad de insistir en distancias y diferencias que la proximidad histórica, lingüística y territorial no hace de ninguna manera evidentes».
11.Como ha señalado Aznar Soler (2008), el Consell Provincial fue muy celoso en el mantenimiento de la simbología de la institución, y en abril de 1937, a raíz de un dictamen del archivero de la Diputación, la presidencia del Consell acordó hacer suyo el escudo de la antigua Generalitat, organismo del cual se sentían herederos.
12.Durante el postfranquismo y la transición, el valencianismo temperamental fue aprovechado por toda una corriente de la derecha valenciana que