(Des)escribir la Modernidad - Die Moderne (z)erschreiben: Neue Blicke auf Juan Carlos Onetti. Группа авторов

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(Des)escribir la Modernidad - Die Moderne (z)erschreiben: Neue Blicke auf Juan Carlos Onetti - Группа авторов Orbis Romanicus

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personajes ocupan en Santa María y Buenos Aires lugares dispares, opuestos. En Santa María forman parte de un grupo acomodado, mientras que en Buenos Aires viven en una pensión, lugar común para aquellos que tienen que ir a estudiar a una capital de provincia o del país. El sentido que poseen sus acciones queda ligado a este doble escenario que los determina de maneras diferentes.

      Buenos Aires establece una relación de dependencia con Santa María, determina indirectamente el devenir temporal ("fue necesario volver a Buenos Aires, a la Facultad, a la pensión en un tercer piso sobre la plaza" ibid., 25), las actividades posibles de Santa María ("Voy a terminar Derecho porque en casa siempre quisieron –me dijo–. Pero no quiero dejar Santa María, al revés de todos que sólo piensan en Buenos Aires. Y aquí, usted sabe, no se puede ser abogado en serio, no se pasa de procurador" ibid., cap. V, 57), así como las filias y fobias ("pensaba en Buenos Aires, afuera y rodeándome, intentaba enumerar mis motivos de asco por la ciudad y la idiosincrasia de la gente que la ocupa" ibid., cap. II, 27). Los dos espacios se singularizan en la unidad. El asco como elemento común no impide que los "motivos" sean diferentes: "Esto, claro, sin olvidar una enumeración semejante para Santa María" (ibid.). El plano representativo en el que se encuentran ambas ciudades en esta segunda novela del ciclo sanmariano, vale repetirlo, es el mismo. Para convertirse en la ciudad de provincia que es, Santa María necesita del contraste con Buenos Aires, que parece ser en esta novela la capital del terreno provincial o nacional del enclave Santa María. A nivel discursivo, el nuevo escenario continúa comentando referencialmente la capital argentina.

      Si El astillero (1961) todavía posee como centro de referencia a Buenos Aires ("recogió el diario aparecido la noche anterior en Buenos Aires"; "El viejo Petrus estaba en Buenos Aires, inventando escritos reivindicatorios con su abogado o buscando pruebas de su visión de pionero" AS cap. "El astillero I", 157/163), ya en Juntacadáveres (1964) la antítesis se modificará: la contrapartida de Santa María será "la Capital". Es allí adónde intentarán irse Junta Larsen y María Bonita, que en su aparición en La vida breve, como señalé antes, pretenden escapar a Buenos Aires, aparentemente con la compañía de un joven –que se sabrá es Jorge Malabia– : "Toda la noche miró al pibe sin abrir la boca. ¿Cree que yo lo convencí para que venga a Buenos Aires?" (VB II, cap. XVI, 695) La novela de 1964 calca la escena, pero modifica el significante: "Bueno, nos vamos. Algo tenemos. Podemos ir a El Rosario o a la Capital, o mejor probar en otro lado como éste, en una ciudad chica" (JC, cap. XVII, 481).14 Sobre el final de la obra, la posibilidad de dejar la ciudad tendrá lugar en forma de expulsión: "Estábamos agolpados en el reservado, comiendo los postres, aguardando la hora imprecisa en que llegaría el tren para recoger la peste que emporcaba a Santa María y devolverla a la Capital. Orden del Gobernador" (ibid., cap. XXXII). La obra mantiene la topología –en el doble sentido de 'topos' y 'logos'– y las interrelaciones que determinan los espacios correspondientes, pero borra los rastros de una referencialidad directa. La referencia que instaura el discurso se vuelve más oblicua.

      Esta estrategia se puede observar muy claramente en ciertos detalles presentes en los manuscritos mecanografiados de Juntacadáveres que guarda la Biblioteca Nacional de Uruguay. Allí se pueden ver las correcciones posteriores a numerosas referencias topográficas que indican una neutralización o indefinición mayor. En la cita anterior, el texto mecanografiado de dicha obra decía originariamente: "Podemos ir al Rosario o a Buenos Aires"; Buenos Aires se encuentra tachado y sustituido por "la Capital".15 Las reformulaciones señalan directamente a una modificación referencial que puede leerse en dos niveles: en primer lugar, la sustitución de los referentes espaciales más importantes con una contrapartida en el mundo real y, por otro, la sustitución por significantes que mantienen las relaciones funcionales ya establecidas desde La vida breve, incluso modificando sitios con ciertas connotaciones por otros. La invisibilización de Buenos Aires, por ejemplo, se lleva adelante también en la eliminación de nombres de calles. Si en Juntacadáveres dice que Junta "vivía en una pensión del centro" (JC, cap. XIV, 460), en el manuscrito mecanografiado decía, antes de ser tachado, "vivía en una pensión de la calle Sarmiento, a la altura del Congreso"; más adelante, cambia la calle Corrientes por "la gran avenida".16 En otro pasaje aparece la enumeración "la Capital, El Rosario o Salto" (JC, cap. XX, 505) en relación con la existencia y funcionamiento de los prostíbulos, hecho que contrasta con la prohibición que se quiere imponer en Santa María; antes decía "Buenos Aires, el Rosario o Paraná".17 La sustitución de Paraná por Salto parece servir como intermedio entre la ciudad más grande, El Rosario, y la más pequeña, Santa María. La referencia a una ciudad uruguaya expande por su parte las connotaciones regionales.

      Además de la antítesis, los espacios ciudadanos están ordenados bajo un principio genético degenerativo. Como en una derivación platónica, Santa María está regida por sus pares, muestra ecos de un centro del cual la ciudad es una periferia: "Todo trasplante a Santa María se marchita y degenera". (JC, cap. XVI, 473) Santa María comenta de esta forma la vida ciudadana desde una modernidad periférica. Los actos de los personajes quedan marcados por esta espacialidad ordenada jerárquicamente, en la cual el carácter provinciano de Santa María es notorio. Sigue siendo un discurso sobre la ciudad, pero se trata de un discurso matizado y, lo urbano, una red de ciudades que gira en torno a un centro. No es de extrañar que esta estructura se encuentre explícitamente en otras obras literarias. En Tierras de la memoria (1965, escrita sobre 1944) de Felisberto Hernández, el protagonista, que viaja por primera vez en tren desde Montevideo al interior argentino, afirma sorprendido: "Por fin llegué a comprender bien estos conceptos: 'Buenos Aires es más importante que Montevideo; Buenos Aires viene a ser la capital de Montevideo'."18

      Estas determinaciones topológicas indirectas poseen un valor ejemplar. Ciudades de diferente tamaño y valor simbólico son nombradas de manera repetida, localizando espacialmente a las voces narradoras y a los personajes. Si la referencialidad se va debilitando a partir de los mecanismos de la narración, la independencia que obtiene el espacio de Santa María no deja de vivir del entramado de oposiciones que la hacen posible. Su independencia ahonda ciertos aspectos que surgieron de la antítesis primaria. Pero, como sugerí antes, se trata de una independencia escenificada, que tanto la voz como la perspectiva narrativa ponen en duda. Hasta el punto de que en Jacob y el otro, los personajes dejan una corona de flores sobre la estatua de su fundador (JO, cap. 1, 112) o, en La muerte y la niña (1973), el narrador habla explícitamente de y con su creador: "Y es posible que noche a noche, llorando de rodillas, rece a Padre Brausen que estás en la nada para hacerlo cómplice obligado, para enredarlo en su trama, sin necesidad verdadera, por un oscuro deseo de remate artístico" (MN, "Capítulo primero", 585).19 Santa María conforma así otro plano que el de las ciudades que aparecen en la ficción primaria de la cual surge; no está en el mismo plano que Buenos Aires, no está en el mismo plano que Montevideo;20 pero una vez que la diferencia de los niveles ha sido abolida, la realidad de la ficción se extiende hacia las dos ciudades que van desapareciendo paulatinamente. Santa María mantiene el eco de aquellas y se vuelve más significativa porque traspasa el límite que la contenía. En el nivel discursivo Santa María mantiene una referencialidad indirecta respecto a Buenos Aires y Montevideo porque en el discurso que hace posible a Santa María han quedado unificadas por características que se actualizan en el marco de dicha estructura.

      III. Un plano de Santa María

      La unidad de las ciudades se constata igualmente en la cartografía en la que se inserta lo urbano. Santa María surge de la imaginación de Juan María Brausen, naturaleza dividida entre dos ciudades, para independizarse parcialmente de su creador. La génesis radicalmente constructivista de la ciudad resuena en el caso que presenta el escritor Ricardo Piglia en su libro El último lector.1 Cuenta allí de un hombre, Russell, que posee en su casa una réplica de la ciudad de Buenos Aires. Dice de esta:

      No es un mapa, ni una maqueta, es una máquina sinóptica; toda la ciudad está ahí, concentrada en sí misma, reducida a su esencia. La ciudad de Buenos Aires pero modificada y alterada por la locura y la visión microscópica del constructor. […] El hombre ha imaginado una ciudad perdida en la memoria y la ha repetido tal

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