Naturaleza de la Ciencia para Todos. Waldo Quiroz Venegas
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Figura 5. Similitudes y diferencias fenoménicas de perros y lobos. (Fotografías de http://commons.wikimedia.org).
Otro desafío que incluso puede generar que más de alguien se sienta insultado. ¿Cuál es la diferencia entre los seres humanos y los simios? Salta a la vista que los simios en general tienen más pelos que los humanos aunque existen seres humanos tan peludos como un mono, pero eso no los deja fuera de la categoría de humano. Tampoco podemos decir que los simios no piensan, es sabido que estos generan herramientas para resolver problemas, que son capaces de aprender y así sucesivamente. Los seres humanos al igual que los simios tienen estructuras sociales, un lenguaje, a nivel observable son mucho más las similitudes que las diferencias que podemos levantar.
La diferencia esencial entre simios y humanos es muy poca a nivel fenoménico, alguna pequeña diferencia morfológica en los dedos de las manos y su capacidad de agarre, el número de piezas dentales, la forma de los colmillos, etc., pero la mayoría de las diferencias más esenciales está a nivel transfenoménico, está a nivel genético, es decir, está en un nivel inobservable.
A nivel fenoménico algunos han planteado que sólo el ser humanos es capaz de crear ideas y objetos fuera de la mera necesidad de sobrevivir o aparearse. Por otra parte, el número de piezas dentarias del homo-sapiens es único en su especie, como también se han percatado de ciertos movimientos particulares que podemos hacer con el dedo pulgar en comparación con el resto de los homínidos. Pareciera que tenemos un gusto especial por la carne a diferencia de otros primates, en su mayoría vegetarianos o con mayor preferencia por los vegetales. Desde la Biología se ha planteado que debido a nuestra dieta carnívora logramos desarrollar una mayor capacidad cerebral, incluso en algunos estudios de hijos de familias veganas a quienes han mantenido con dietas sin alimentos de origen animal han desarrollado deficiencias intelectuales (Dawson-Hughes, Harris, Krall, & Dallal, 2000).
En Química todos hablamos de los metales y los no-metales. Detrás de esta clasificación debiera existir alguna propiedad que comparten todos los elementos que forman parte de una clasificación u otra. Los alquimistas clasificaban a las sustancias en base a sus propiedades fenoménicas, por ejemplo clasificaban como metales a todas las sustancias que brillaban (o reflejan la luz), el problema está en que hoy en día existen muchos compuestos orgánicos que tienen la misma propiedad y no son metales. Lo cierto es que las propiedades de los metales tienen que ver más con el mundo cuántico, con las propiedades periódicas, todas ellas propiedades no-fenoménicas o transfenoménicas como las denominaremos más adelante. Así el tema de clasificar sustancias, no es un mero juego observacional.
¿Podría usted clasificar elementos vs. compuestos sólo en base a propiedades observables? Por ejemplo tanto el cobre como el aluminio o el carbono usted puede tenerlo frente a sus manos en estado elemental, y para qué decir la gran cantidad de compuestos como el azúcar, sal, agua, celulosa entre otros a los cuales usted puede acceder, pero el desafío de la pregunta es imposible de resolver sólo observando estas sustancias. Es cierto que los metales que se pueden encontrar en estado elemental, la mayoría brillan, pero esa propiedad no es esencial de los elementos. Como lo dije anteriormente un trozo de carbono elemental no brilla a pesar de encontrarse en estado elemental al igual que los llamados gases nobles.
Esta pregunta anterior fue el gran dolor de cabeza de los alquimistas y de filósofos de la antigüedad los cuales postulaban de la existencia de los elementos y le asignaban la propiedad de ser sustancias indisociables, las cuales no podían obtenerse por la combinación de ninguna otra. Esta fue la razón por la cual se creía (y lamentablemente la mayoría de los periodistas siguen creyendo) que el agua era un elemento, entendiendo que en la antigüedad no existían los medios para disociar el agua.
Tierra, aire, agua y fuego se creían que eran los elementos de la naturaleza, en donde Aristóteles postuló un quinto elemento inobservable llamado éter (Pullman & Grau, 2010). Actualmente sabemos que el tema de los elementos y los compuestos está en una escala de propiedades y objetos inobservables, tema que tocaré en el siguiente capítulo, pero vuelvo a reiterar que la componente observacional de la naturaleza es una pequeña parte importante, pero muy limitada para comprender y categorizar los objetos naturales. Postularé en este libro que las propiedades fenoménicas fueron en su momento el gatillo de la ciencia, pero no son la ciencia en sí, por el contrario, la ciencia se centra en las propiedades que están fuera del alcance de los sentidos humanos por cuanto estas son las causantes de lo que podemos percibir a través de nuestros sentidos.
Desde niños nos han enseñado a establecer similitudes y diferencias de objetos naturales, en base a propiedades fenoménicas, que no se necesitan de grandes conocimientos para poder acceder a ellas. La definición de aves, reptiles, líquidos, sólidos, gases, planetas, estrellas, etc., se nos han enseñado en base a propiedades observables. Como primer peldaño para comprender nuestra realidad, eso está muy bien. Si quisiéramos que un niño comprenda las propiedades esenciales de un objeto, perderíamos su interés de forma inmediata, sería como pedirle a usted que corra los 100 metros en menos de 10 segundos, ni siquiera se daría la molestia de emprender la carrera sabiendo de antemano que no lo lograría. En vez de eso debemos ir paso a paso, comprender la naturaleza desde sus objetos observables y sus propiedades fenoménicas y en la medida en que nuestra capacidad intelectual y nuestros conocimientos se acrecientan, podremos conocer nuestra realidad desde sus objetos inobservables y sus propiedades más esenciales.
Las propiedades fenoménicas son, por lo tanto, un medio para comprender la naturaleza, son necesarias pero no suficientes, no podemos comprender la naturaleza como tampoco a la actividad científica sólo en base a las propiedades observables. Como la mayoría de las propiedades esenciales de los objetos naturales están a un nivel transfenoménico, la mayoría de las ideas científicas hacen referencias a este tipo de propiedades primarias. Basta con decir por el momento que el conocimiento profundo de la naturaleza pasa por adentrarse en las causas más que en los efectos, pasa por centrarse más en lo que no vemos que en lo que podemos ver de forma directa. Si no me cree, piense usted cuántos siglos el hombre primitivo tuvo acceso a las propiedades fenoménicas, pero no hizo ciencia sino en los últimos 4 o 5 siglos. Por milenios el hombre vio el azul del cielo, pero no fue hasta los años 1500-1600 DC cuando se empezó a comprender las causas de los colores.
Profundizaremos más al respecto cuando toquemos el tema de las propiedades transfenoménicas, pero antes me detendré en el tema de los patrones naturales observables.
II.3.2 Patrones observables
A pesar que la observación simple de la