Salud del Anciano. José Fernando Gomez Montes

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Salud del Anciano - José Fernando Gomez Montes LIBROS DE TEXTO

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últimas décadas, se han incrementado los desajustes de los sistemas de protección social, en consecuencia, la protección es desigual y los riesgos de enfermedad, desempleo y discapacidad se traducen en la reducción o en la pérdida de recursos económicos para satisfacer las necesidades que toda sociedad debería garantizar como un derecho fundamental. Los ancianos no solo tienen menos recursos (cuando los tienen), sino que deben invertirlos en su seguridad social.

      Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los aspectos más relevantes en el estudio de la población anciana, más allá de lo demográfico, son las implicaciones económicas, sociales, culturales y psicológicas, así como las jubilaciones, la salud, los cambios en los hábitos de consumo, los arreglos residenciales y los cuidados que demandan los ancianos.

      En el análisis económico se destacan tres aspectos. En primer lugar, las pensiones de jubilación inciden en las contribuciones de los trabajadores y en el tesoro nacional. En los países donde la población de ancianos es importante, como en los países de mayor desarrollo, la carga pensional se hace cada vez más onerosa para el Estado y para la población más joven que trabaja, sobre todo, cuando los individuos no han ahorrado para su vejez. En segundo término, los estudios demográficos señalan que el crecimiento de la proporción de ancianos incrementa los gastos en salud, ya que las enfermedades crónicas y la prevalencia de discapacidades, que son las que más afectan a esta población, tienen tratamientos complejos y costosos. Una tercera característica es la transformación acelerada de la demanda de cuidados de las personas dependientes por motivos de salud dentro de los hogares, así como los hogares y cuidados geriátricos institucionales.

      En este capítulo se analizan los siguientes aspectos: seguridad económica, participación económica y laboral, ingresos y pensiones, pobreza, trabajo y ocupación y ayudas familiares, considerados los más relevantes en torno a la economía del envejecimiento.

      La seguridad económica de los ancianos se define como la capacidad de disponer y usar de forma independiente una cierta cantidad de recursos económicos regulares y en montos suficientes para asegurar una buena calidad de vida. El goce de la seguridad económica permite satisfacer las necesidades objetivas y ser independiente en la toma de decisiones. Además, mejora la autoestima, al propiciar el desempeño de roles significativos y la participación en la vida cotidiana como ciudadanos con plenos derechos. Así, la seguridad económica es la cara opuesta de la pobreza, puesto que permite generar las condiciones para un envejecimiento con dignidad y seguridad.

      El estudio de la seguridad económica de los ancianos comprende dos aspectos: 1) situación económica y 2) posición económica. La situación económica está determinada por el poder adquisitivo, que puede provenir de diversas fuentes: trabajo, ahorros, jubilaciones o pensiones, rentas, entre otros. Obedece directamente al nivel y tipo de consumo, el cual depende de la edad, el estado de salud, de los arreglos de residencia y de cuántos servicios corran por cuenta del Estado a través de servicios gratuitos o subsidios.

      La particularidad del estudio de la situación económica en la vejez es la necesidad de incluir la trayectoria de vida como un elemento subyacente, debido a que el poder adquisitivo tiene que ver con la posición económica anterior y con las decisiones y circunstancias a las que se vieron sometidas las personas en otras etapas o momentos del curso de vida. Se plantea que la etapa más importante en la determinación de la situación económica en la vejez es la inmediatamente anterior a la jubilación. Sin embargo, las evidencias niegan esta posición ya que, por una parte, en las etapas previas igualmente se definen factores relevantes tales como el nivel educativo, la elección de determinada carrera y el número de hijos y, por otra parte, la jubilación no es un hecho universal, menos aún para las mujeres.

      La posición económica en la vejez se evalúa a partir de los ingresos o los bienes de los individuos que componen el grupo de ancianos en relación con otros grupos de edad o con la población total. Sin embargo, también es importante estudiar las diferencias al interior de la misma generación, básicamente porque en la vejez son más evidentes las desventajas que se acumulan a lo largo de toda la vida. Esto implica identificar aquellas variables estratificadoras de mayor importancia, en las cuales el género se puede traducir en mejor o peor posición económica de acuerdo con la trayectoria de vida de las personas. La posición económica de los ancianos en un momento determinado depende de una compleja combinación de cuatro factores que interactúan entre sí:

      1. Factores relacionados con el curso de vida: se refieren al momento del curso de vida en que se encuentran los ancianos y las personas que los rodean. Aluden directamente a los familiares, puesto que la interrelación de los cursos de vida de los diferentes miembros de la familia determina, por una parte, las cargas que deben sobrellevar los ancianos y, por otra, las posibilidades de ayuda a las que podrían optar.

      2. Factores derivados de las biografías individuales: aluden directamente a las trayectorias laborales de los ancianos. Esto para efectos de las cotizaciones que puedan lograr al momento de la jubilación como también en términos de la capacidad de conseguir un empleo remunerado una vez llegada la vejez. De este modo, las biografías individuales de los ancianos influyen en su empleabilidad en la vejez.

      3. Elementos que derivan de las biografías generacionales: se refieren al entorno en que han ido envejeciendo las generaciones, en el cual se hallan factores propios de la historia social, económica y política de las sociedades de las cuales forman parte.

      4. Características de los sistemas de protección social: se reflejan en oportunidades o amenazas para lograr un ingreso digno en la edad avanzada y, consecuentemente, en la posibilidad o no de acceder a atención en salud.

      En cuanto a la posición económica de los ancianos, los factores que influyen son de orden individual y generacional. El grado de seguridad económica alcanzado por ellos es producto del diseño de los sistemas de protección social de hace tres o cuatro décadas y de las características de los mercados de trabajo en dicho período.

      Según la CEPAL (2011), una suposición errónea es que el envejecimiento de la población se deriva principalmente del aumento en la esperanza de vida. La prolongación de la esperanza de vida tiene su importancia, pero el principal factor que contribuye al envejecimiento de la población es la baja tasa de fecundidad. Este malentendido conduce, inevitablemente, a que se insista en políticas orientadas a buscar soluciones frente el aumento de la población de edad avanzada y la carga que supone para otros grupos de edad. La solución más debatida ante el envejecimiento de la población es que, dado que los ancianos viven más años, también deberían trabajar más años.

      La participación laboral de los ancianos se encuentra relacionada directamente con la deficiente cobertura del sistema de seguridad social, que obliga a continuar trabajando para subsistir. Como resultado de la baja cobertura de los sistemas de pensiones, junto con el aumento de la esperanza de vida, en América Latina se prevé un incremento del número de años de vida económicamente activa. En consecuencia, el tiempo de permanencia en la actividad, medido en años brutos de vida activa, aumentará en 2030 un promedio de casi ocho años con respecto a los 35 estimados en 1990 para ambos sexos. Estos cambios no son homogéneos, existen grandes diferencias entre hombres y mujeres. Entre 1990 y 2030, los años de vida activa se mantendrán en 50 para los hombres y aumentarán de 21 a 37 en las mujeres. La principal causa de esta diferencia es el crecimiento de la población femenina económicamente activa desde 1990, producto,

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