Pilar Bellosillo. Mary Salas Larrazábal
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De la actividad de Pilar Bellosillo en la Rama de las Jóvenes de Acción Católica no conocemos mucho más. Carmen Enríquez de Salamanca, que trabajó con ella en aquellos años, recuerda sobre todo que supo rodearse de gentes competentes a las que dejaba actuar sin ponerles límite. La segunda de las tres etapas de la Acción Católica descritas por Miguel Benzo, coincide en general con esta etapa de Pilar:
«La Acción Católica posterior a 1939 respondió a una “pastoral de autoridad”. La ilusión de una unanimidad religiosa conquistada para siempre le hizo participar de un clima triunfal. Por eso, porque en el optimismo del momento se creía asegurada la orientación cristiana de toda la sociedad española, más que preocuparnos por dar testimonio en los distintos ambientes, más que de la atracción de los que no creen a la fe, más que de la inspiración cristiana de las estructuras sociales, la Acción Católica es la proclamación pública por parte de los seglares de su permanencia y fidelidad a la “cristiandad victoriosa”. Ese es el sentido que adquieren entonces las insignias, los estandartes y los desfiles espectaculares. La Acción Católica busca, más que la formación profunda de sus miembros, la presencia en todas las parroquias de España, en todas las ceremonias religiosas e incluso civiles»2.
Presidenta nacional de las Mujeres
En 1946, después de cumplir los 30 años, como indicaban los reglamentos, pasó Pilar a la Rama de Mujeres dejando el Consejo de las Jóvenes en manos de Carmen Enríquez de Salamanca. El traspaso de poderes fue muy cordial y tuvo lugar en una asamblea reglamentaria celebrada en Azpeitia donde se bailó el aurrescu en un ambiente festivo. Pronto fue llamada a formar parte del Consejo superior de las Mujeres de Acción Católica como secretaria de Propaganda primero, vicepresidenta después y presidenta desde 1952. Su presidencia marcó numerosos cambios y fue fecunda en obras.
Los cambios, según su estilo de actuar, fueron suaves y paulatinos y solo se notaron pasado un tiempo. Pilar Bellosillo sustituyó en la presidencia a María González de Castejón, que era hija de los condes de Aybar. Todo el antiguo equipo de colaboradoras era de parecida extracción social: señoras en general cultas y dedicadas seriamente a su trabajo, pero sin cualificación profesional. Las reuniones reglamentarias se celebraban por las mañanas puesto que por la tarde tenían otros compromisos sociales. Para realizar el trabajo administrativo tenían contratadas a personas que eran tratadas con toda consideración y que recibían un salario justo, pero a las que no se consideraba miembros de la asociación.
Al cabo de poco tiempo las nuevas vocales del Consejo eran mujeres más jóvenes, casi todas universitarias, con compromisos profesionales. Las reuniones empezaron a celebrarse por la tarde porque la mañana estaba dedicada a tareas del mundo laboral. Con el tiempo, las personas ocupadas del trabajo administrativo fueron socias de la Acción Católica que necesitaban una compensación económica para dedicarse a estos menesteres. Como consecuencia, sin notarse mucho, todo cambió. Hay que hacer constar en honor de las antiguas vocales que recibieron a las nuevas con la mejor disposición y hasta con alegría, puesto que valoraban la renovación que se iba haciendo. Mary Salas, que fue una de las que entró en esta etapa, recuerda con qué buena voluntad pedían su opinión señoras de mucha más edad y experiencia.
Además de estos cambios personales, en los años cincuenta la Acción Católica en general y la Rama de Mujeres en particular experimentarán otros de mayor envergadura. Muchas causas contribuyeron a ello, pero dos fueron determinantes: la apertura al mundo internacional y el reconocimiento de los movimientos especializados en la reforma estatutaria, que tuvo lugar el año 1959 pero había ido gestándose progresivamente en años anteriores.
En 1952 Pilar Bellosillo entró a formar parte del Consejo de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC), que en estos años tenía mucha vitalidad y estaba presidida por una mujer francesa de gran personalidad, Marie de Rostu. La Rama de Mujeres de Acción Católica de España pertenecía a la UMOFC desde hacía muchos años, pero en la época inmediatamente anterior sus representantes acudían a las reuniones internacionales con la idea de que tenían que aportar más que recibir. De alguna forma participaban en la creencia de que España era la «reserva espiritual» de Europa. En la década de los cincuenta ese espíritu fue cambiando y las mujeres españolas, a través de Pilar Bellosillo, empezaron a mirar a la UMOFC como un punto de referencia de donde les podían venir nuevas ideas.
En mayo de 1954 se reunió en Madrid el Consejo de la UMOFC, como paso previo al congreso internacional que tuvo lugar en Fátima inmediatamente después. Fue recibido por el Consejo Superior de Mujeres de Acción Católica, presidido por Pilar Bellosillo, que era también vocal del Consejo de la UMOFC desde 1952. Muchas mujeres españolas tuvieron entonces la ocasión de conocer a dirigentes de otros países que ocupaban cargos de responsabilidad en organizaciones católicas y también en el mundo civil, algunas de las cuales eran expertas y consultoras ante diferentes organismos de las Naciones Unidas con las cuales la UMOFC mantenía estatuto de consulta.
Para entonces el Consejo Superior de Mujeres de Acción Católica de España estaba tan compenetrado con la acción de la UMOFC, a través de Pilar Bellosillo y su equipo, que, bajo su impulso, había iniciado en 1953 un programa de promoción, similar al que la organización internacional estaba llevando a cabo en sus asociaciones del mundo entero con el fin de sensibilizar a las mujeres para la nueva dimensión que estaba adquiriendo su papel dentro de la sociedad.
El programa de la UMOFC se apoyaba en los repetidos llamamientos que Pío XII había hecho a las mujeres para que asumieran las nuevas responsabilidades que se les exigían y para que se adhirieran a su proyecto de convertir el mundo de «selvático en humano». La mujer era una de las fuerzas que el Papa quería incorporar a este plan de acción. Ya en abril de 1939, al poco tiempo de su elección, en su primer discurso a las mujeres católicas, Pío XII las invitó a tomar parte en el combate y a actuar con valor: «La mujer debe asumir sus responsabilidades en todos los terrenos y hacer frente a las exigencias de un apostolado efectivo». En octubre de 1945, el llamamiento a las mujeres católicas de Italia se hizo apremiante: «Vuestra hora ha sonado, mujeres y jóvenes católicas. La vida pública os necesita». Dos años más tarde, en 1947, dirigiéndose al Congreso Internacional de Ligas Católicas Femeninas, precisó aún más su pensamiento: «Antes, la mujer católica solo había pensado desempeñar dignamente el papel de gobernar un hogar sano o de servir a Dios en el claustro; pero ahora sale afuera y aparece en la arena para tomar parte en la lucha». Las mujeres católicas aceptaron el desafío lanzado por el Papa y dedicaron su atención prioritaria a la tarea de formar a sus afiliadas.
En España, las mujeres de Acción Católica se sumaron a esa tarea iniciando un plan de formación a fin de «hacer de la mujer una personalidad perfecta y una verdadera cristiana». Para lograr este objetivo emprendieron un serio estudio sobre esta cuestión tomando como base cuatro documentos de Pío XII: la carta a la presidenta de la Federación de Mujeres de la Acción Católica de Alemania, del 17 de julio de 1952, cuyo texto comenzaba: «En los momentos actuales hace falta dotar a la mujer de una recta personalidad cristiana»; el discurso a las mujeres católicas de Italia del 21 de octubre de 1945, titulado: «La personalidad de la mujer cristiana consiste en conservar e incrementar los valores humanos y sobrenaturales que Dios le ha dado»; el discurso al Congreso Internacional de las Ligas Católicas Femeninas «Programa de acción», de 11 de octubre de 1947, y el radiomensaje de Navidad de 1952, sobre «La despersonalización del hombre moderno».
A fin de facilitar el trabajo que debían llevar a cabo todos los centros de Acción Católica de España, el Consejo Superior de Mujeres publicó un folleto3 del que se