DE NAUFRAGIOS Y AMORES LOCOS. VICTOR ORO MARTINEZ
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_No es miedo, viejo, ella tiene su carácter y sus resabios y con una buena piedra es mejor.
_Ná, compadre, usted lo que tiene es miedo ¿Cuánto te apuestas a que si yo la enamoro la tumbo?_ empecé a cuquearlo.
_No me jodas con eso, chico, pero es más si de apuestas se trata la cosa, ¿nos jugamos una botella de ron a que hoy converso con ella?
_ ¿Conversar nada más?_ dije escéptico_, así no tiene gracia.
_ ¿Va la botella a que hoy la enamoro?_ se envalentonó Fidel
_ ¡Va!_ le respondí animoso y confiado en que me ganaría sin problemas el roncito para pasar la noche.
Y cada uno con el aliciente de la posibilidad de ganarle al otro nos metimos otra vez en el surco antes de que el jefe de brigada llegara hasta nosotros para regañarnos.
Después de la comida, unos chícharos innombrables con arroz blanco y huevos salcochados volvimos a formar los viejos grupos. Bety me acariciaba las ampollas boludas, el Plomo ahora sin Amarilis tenía los cañones listos para dispararle a cualquiera; Fidel, recién incorporado al grupo era una bola de nervios esperando a que Olga saliera del albergue.
_Vamos a duplicar la apuesta_ le dijo Luis_. Si yo, a pesar de mi mala fama me empato con alguna jebita hoy y tú no logras ligar a Olga, me das dos botellas. Si yo fallo y tú lo logras entonces yo pongo una y Rey pone la otra ¿De acuerdo?
_ ¡Eh!, ¿y yo qué gano en todo esto?_ protesté.
_Cállese la boca, compadre, que nos vamos a empinar dos pomos esta noche a costilla del socio.
_ ¿Tú crees? Mira que con tus antecedentes…
_Olvídese de eso, que aunque sea con Dayana, que ya me aguantó una vez yo me empato hoy.
_ ¿Quién es esa Dayana?_ la curiosidad por la mencionada heroína me hizo preguntar.
_Ná, una feótica ahí que está reguliche de cuerpo, pero de cara lo que se manda es una caricatura. Eso sí, no sé si es por el queso que siempre tiene acumulado, pero me aguantó, es verdad que regateaba y decía toda no, toda no y hasta lloró su poquito, sin embargo esa vez pude limpiar el tubo.
En esos momentos salía Olga del dormitorio y guardamos de inmediato absoluto silencio. Alta, imponente de cuerpo, diría que hasta bella, con un aire de orgullo que la hacía más atractiva, la muchacha se acercaba.
_Un buche, Plomo, necesito un buche_ pidió Fidel.
_ ¿Tú estás loco? ¡Ni se te ocurra! Si te siente olor a bebida entonces sí no la vas a ligar más nunca ¡Con el carácter que se manda! Tienes que llegarle a pecho limpio ¡Arriba, que de los cobardes no se ha escrito nada!
Fidel se persignó burlonamente, pero más serio que una tusa y se acercó a saludarla. Cuando al rato logró llevarla a solas hasta un rincón apartado, Luis me haló por la mano.
_Vamos con disimulo a oír lo que hablan, que este cabrón es capaz de inventarnos un cuento con tal de no pagar la apuesta.
Nos escurrimos hasta unas arecas cercanas y desde allí nos echamos todo el play.
_Mira mami…yo te llamé…porque…_él nervioso.
_ ¿Y quién te dijo que yo soy tu mami?_ ella castigadora.
_Es un decir…o mejor dicho…no lo eres, pero quiero que lo seas. No mi mami…porque yo sé que a ti no te gusta ese lenguaje chabacano…pero es que yo…es que yo…Ná, vieja, que estoy metío contigo, que me tienes loco, vaya, que estoy enamorado de ti, que me gustas una pila, que quiero ser tu novio, que…
_ Pero cuantos qué!_ ella haciéndose la dura.
_Todos los que hagan falta, Olguita. Me tienes el coco hecho agua. Por ti soy capaz de cualquier cosa_ él envalentonado.
_ ¿Ahora…?_ ella imponente.
_Ahora, ¿qué?_ él sorprendido.
_Ahora que se acabó el curso, que lo que nos queda apenas en Cuba son unos días y luego yo para Leningrado y tú para Bakú a miles de kilómetros uno del otro.
_Lo mío es serio, Olga, te lo juro. Es más, fíjate si es serio que si tú quieres nos casamos antes de irnos, o no nos vamos y estudiamos cualquier cosa aquí en Cuba. Lo que tú digas, pero dime que sí anda. Antes no te había dicho nada porque de verdad que soy un poco tímido, por no decir que miedoso, pero no puedo resignarme a separarnos y no decirte lo que siento. Yo hago lo que tú quieras, lo que me digas, pero dime que sí, chica, ¡anda!
_Tú no me caes mal, eres un poco barco y mal hablado, pero no me caes mal_ ella cediendo.
_ ¿Entonces…?_ él desesperado.
_ ¿Entonces?…lo contrario de no.
_ ¿Cómo que lo contrario de no? ¿Es que acaso no me crees? ¡Yo soy un hombre…!
_Déjame tocarte las manos, ¡huy, pero si las tienes heladas!
_ ¿Ah, también te vas a burlar de mí ahora?
_Yo no me estoy burlando. Ya te dije, lo contrario de no.
_ ¡Coño, pero que bruto soy!, si lo contrario de no es sí. ¿De verdad? ¿Me estás dando el sí?
_Claro chico ¡Mira que eres bruto!
El Plomo me haló suavemente otra vez, ahora hacia atrás.
_Vamos echando, compay, que el socio nos jodió las botellas. Ve a buscar el dinero para comprarlas.
Dos botellas entre doce no es gran cosa, si acaso sirvió para quitarnos la pena y para que Olga después del quinto o sexto trago accediera a apoyarnos en una idea loca que tenía Bety: meterme disfrazado de mujer en el albergue de las muchachas. Ver y no tocar fue lo único que me recomendó, cuando luciendo falsas protuberancias y maquillado casi a la perfección nos escabullimos en el dormitorio.
Después que estuve dentro sentí miedo de que me fueran a descubrir en la jugada y con el alboroto saliera preso o botado de allí, pero ya estaba dentro y no había marcha atrás posible. Bety me acostó en su litera y puso el mosquitero prometiendo volver enseguida. El en seguida se convirtió en casi una hora, durante la cual me di gusto vacilando culitos tiernos, peluqueras, teticas limón y tetonas melón. Ya estaba en punto de frenesí cuando Bety se coló dentro de la litera. Me palpó mis partes sin recato, así era como te quería, me susurró, para que no pase lo que anoche en la presa ¡Ven mi patico!
¡Ay Dios mío, qué noche aquella!, y así fueron muchas más, todas las noches siguientes, intensas, frenéticas, alocadas, como la vez que decidimos sacar a uno que le decían Pato Oyuyo y que era una piedra después que se dormía, con litera y todo para el área de formación. El susodicho usaba unos calzoncillos de patas largas y cuando despertó en medio del coro que le formamos, hembras y varones, se levantó de un brinco, pero encañado como estaba, parece que de retener los deseos de orinar, se le salió el aparato aquel por la pata del calzoncillo y lo que se armó allí fue el acabose. Quería fajarse y todo, se cagó en la madre