Doce hábitos para un matrimonio saludable. Richard P. Fitzgibbons

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Doce hábitos para un matrimonio saludable - Richard P. Fitzgibbons Claves

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Sandra como Ken eran conscientes de las cualidades del otro y lamentaron sus respectivos errores. Una vez que entendieron mejor la situación, se sintieron motivados para eliminar el egoísmo de su matrimonio creciendo en la virtud de la generosidad. Los dos se comprometieron a esforzarse por ser más generosos y entregarse más el uno al otro. A lo largo de ese proceso fueron cobrando mayor conciencia de la importancia decisiva que tiene la entrega sacrificada en la felicidad conyugal.

      El egoísmo y sus manifestaciones

      Si el egoísmo es el principal enemigo del amor conyugal y del compromiso de por vida, también socava la capacidad personal para perseverar en el sacerdocio y en la vida religiosa. En su carta a las familias Gratissimam sane, Juan Pablo II nos ponía sobre aviso:

      Los peligros que incumben al amor constituyen también una amenaza a la civilización del amor. […] Piénsese ante todo en el egoísmo, no solo a nivel individual, sino también de la pareja o, en un ámbito aún más vasto, en el egoísmo social. […] El egoísmo, en cualquiera de sus formas, se opone directa y radicalmente a la civilización del amor[2].

      Estas observaciones son bien ciertas desde el punto de vista psicológico. El egoísmo causa graves daños en el matrimonio e incluso puede llegar a destruirlo.

      El egoísmo suele crecer tan silenciosamente que los esposos no lo reconocen como la causa de sus conflictos. Entre las conductas egoístas se encuentran la tendencia a controlar a los demás, la ira desmedida, un poderoso sentimiento de superioridad y la manifestación de altos niveles de agresividad frente a la discrepancia[3].

      El manual de diagnóstico de la psiquiatría recoge muchos otros síntomas en las personas en las que el egoísmo constituye un grave desorden de la personalidad: entre otros, la explotación del otro, la manipulación, la falta de sensibilidad, la falsedad, la irresponsabilidad, la impulsividad, la labilidad emocional, la inclinación al riesgo, la falta de empatía y la incapacidad para las relaciones íntimas.[4]

      Guía para la evaluación del egoísmo

      La principal razón de que los esposos no reconozcan ni aborden la conducta y los pensamientos egoístas es que suelen negar que lo son, o bien que les parecen lo normal. Otro motivo es el temor a suscitar la ira del cónyuge si se destapa o se aborda ese tema. Ken y Sandra trabajaron para detectar sus respectivas manifestaciones de egoísmo con ayuda de esta guía de evaluación:

       Repliegue en uno mismo y escasa comunicación

       Falta de amor romántico

       Utilización del cónyuge como objeto sexual

       Falta de respeto hacia el cónyuge

       Conductas hipercontroladoras

       Sobrerreacciones de ira

       No ver en el cónyuge al mejor amigo

       No desear lo mejor para el cónyuge

       Resistencia a elogiar

       Ira desmedida cuando las cosas no coinciden con lo esperado

       Exigir que las cosas sean como uno quiere

       Intenso deseo de hacer aquello que inspiran los sentimientos

       Centrarse en la propia felicidad antes que en la felicidad del otro

       Tendencia a eludir responsabilidades en cuestiones importantes de la vida

       Sentimiento exagerado de autoimportancia

       Falta de amabilidad y consideración con el otro

       Conductas inmaduras o excesivamente enfocadas a la propia comodidad

       Obsesión por el desarrollo profesional, la apariencia física y las cosas materiales

       Excesiva autoindulgencia

       Ambición desmedida de éxito

       Centrarse en la imagen exterior antes que en la propia conducta

       Pérdida de la fe

       Falta de motivación para resolver los conflictos conyugales

       Falta de apertura a la voluntad de Dios con respecto al tamaño de la familia

       Falta de un sentimiento de unión y de misión compartida con el cónyuge

       Desinterés por corregir a los hijos o al cónyuge

       Resistencia a la autorrenuncia y a la entrega sacrificada

       Empleo de la pornografía

       Empleo de anticonceptivos

       Actitud focalizada en los propios derechos

      A Ken y a Sandra les sorprendió cuántos síntomas de egoísmo había en sus vidas. Reconocieron que dedicar demasiado tiempo a intereses aparentemente inocentes los había llevado a encerrarse en sí mismos, interfiriendo en la cuidadosa entrega que exige la amistad conyugal. «Nuestro matrimonio ha sufrido un ataque insidioso —dijo Ken—; nadie nos advirtió de los peligros del egoísmo».

      La buena noticia es que, por muchas conductas egoístas que existan en el matrimonio, no hay por qué desanimarse. Siempre se pueden superar trabajando el autoconocimiento y la virtud de la generosidad.

      El daño provocado por el egoísmo

      El ser humano, creado hombre y mujer a imagen y semejanza del Dios trinitario, está naturalmente constituido para darse a los demás. La plenitud y la felicidad personales exigen la entrega de uno mismo. Para la mayoría la llamada a esa entrega se realiza dentro del matrimonio, tal y como afirma Juan Pablo II en su Carta apostólica sobre la dignidad y la vocación de la mujer:

      El hecho de que el ser humano, creado como hombre y mujer, sea imagen de Dios no significa solamente que cada uno de ellos individualmente es semejante a Dios como ser racional y libre; significa además que el hombre y la mujer, creados como «unidad de los dos» en su común humanidad, están llamados a vivir una comunión de amor que se da en Dios, por la que las tres Personas se aman en el íntimo misterio de la única vida divina[5].

      Habrá quien piense que la idea que tiene Juan Pablo II del matrimonio es un ideal cristiano ajeno a la mayoría de la gente y que queda fuera de su alcance. No obstante, las reflexiones de Juan Pablo II no nacen únicamente de su fe, sino de experiencias vividas por personas de carne y hueso; de la constatación de que somos más felices cuando vivimos una entrega amorosa a los demás y de que el egoísmo hace mucho daño a los individuos, a las familias y a las comunidades.

      El daño a los esposos

      Cuando los esposos no viven una entrega plena es probable que aparezcan la tristeza, la ira, la desconfianza, la ansiedad, la falta de seguridad y distintos tipos de conductas compulsivas. El egoísmo personal contribuye también al desarrollo de la depresión en el cónyuge que se siente solo.

      Si no se gestionan de manera adecuada, los conflictos matrimoniales causados por el egoísmo pueden derivar en la separación o el divorcio, porque «el amor solo puede durar como unidad en la que el “nosotros”

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