Fidelidad, guerra y castigo. Sergio Villamarín Gómez

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Fidelidad, guerra y castigo - Sergio Villamarín Gómez

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      El diferente funcionamiento del brazo militar propició que sus representantes no disfrutasen de idéntico trato, pues aquí la desinsaculación resultaba obligatoria para todos los fieles al borbón, al estar insaculado personalmente y no por voces como en el eclesiástico. No obstante, siguiendo la política condescendiente iniciada por Cardona, no se cerró la puerta a una rectificación posterior, dando la posibilidad de volver a insacularlos mediante real decreto con la intención evidente de ganar voluntades

      …y assí mismo y por no juzgar a propósito por el beneficio universal de este reino, y servicio mío algunos sujetos que se hallan oy insaculados en las bolsas de diputados del estamento militar, la una de nobles y la otra de generosos os ordeno y mando remováis de ellos y de los libros principales de la insaculación, de la bolsa de nobles a: Josep Falcó, marqués de Albaida; Félix Falcó de Belaochaga, marqués de Malferit; Carlos Caro; Jorge Núñez, conde de Carlet; Josep Cernecio, conde de Castellar; Miguel Falcó. De la bolsa de generosos y cavalleros: Diego Arazil de Xixona, Archileo Abril, Carlos Sobregondí, Gerónymo Bou de Castellón, Joan Batiste Belloch y Sanz de Xátiva, Francisco Puchasons, Joseph Yzco de Quincoces, Christóval de la Tonda, Casimiro Segura, Fernando de Salafranca, Gregorio Masquefa, Josep Esteve de Lago, Josep Sanz, Galcerán Anglesola. Todos los cuales es mi voluntad que no concurran con las demás personas, que en dichas bolsas quedan insaculadas ni puedan nuevamente ser propuestas sin que preceda real decreto que les capacite y que pongáis en execución este mi real decreto, suspendiendo o suffocando a unos y desinsaculando a otros, respectivamente como en él está contenido…

      Paradójicamente, la moderación hacia los desafectos no se hizo extensiva a los insaculados durante los primeros años de Felipe V, se hubiesen manifestado o no políticamente, por la falta de jurisdicción del Borbón a la hora de insacularlos

      …por quanto en el tiempo del intruso gobierno fueron, aunque sin jurisdicción alguna insaculados en la bolsa de nobles Dn. Joan Milán de Aragón, Dn. Francisco Zapena Zarzuela y Aragón, Dn. Josep Vicent Ortí y Mayor, y Dn. Francisco Roca de Xátiva, y en la de generosos y cavalleros Josep Castell de Museros de Castellón, Luys García de Alzira, Francisco Luis Abril, y el doctor Joan Bautista Gazull, siendo propio de mi real dignidad anular y cassar semejantes actos, es igualmente mi voluntad que sean desinsaculados los referidos, a cuyo fin dispenso por esta vez tan solamente qualesquier fueros privilegios ussos y costumbres que con esta mi real orden pudieren encontrarse…

      En el afán por legitimarse y borrar cualquier rastro borbónicó, considerado intruso y anómalo, esta política no quedó circunscrita a los insaculados de la Generalitat y en octubre se publicó un pregón anulando todas las gracias, mercedes, dignidades y oficios otorgados tras la muerte de Carlos III.78

      De vuelta a la Generalitat, la intervención no se limitó a los insaculados pues desde la junta se insistió en el nombramiento de nuevos síndico y asesor por haber finalizado su trienio, dado que era facultad de los diputados.79 Los elegidos fueron: José Ignacio Puig de Samper, generoso, como asesor, y Antonio Benavides Fenollet, del hábito de Montesa, como síndico. Por último y como garantía de aceptación de la renovación, los hasta entonces responsables quedaban eximidos de cualquier responsabilidad al abandonar sus cargos. En concreto, quedaron exonerados en aquello que pudiera derivar en responsabilidades sobre su gestión: la exacción de los derechos del general y el recobro de las armas que fueron esparcidas entre los habitantes de ciudad y reino. Las especiales circunstancias experimentadas por el reino durante 1706, ignorando hábilmente la etapa borbónica, justificaban la decisión

      …en el tiempo de la aclamación de mi real nombre, no ha sido practicable el cumplimiento de esta obligación por la coniunctura y mala disposición, que todo este año se ha experimentado en el referido reino….

      No obstante, estas tareas serían obligación de los nuevos diputados

      …a los deputados y ohidores que nuevamente sortearen cuiden de la entera cobranza de las citadas rentas de la Generalidad y del recobro de las armas, que quedan esparcidas en esta ciudad y reino de manera que dándoles vosotros memoria o relación de lo atrasado y entregado respectivamente quede a cargo de los nuevos esta obligación…

      Aceptadas y ejecutadas las disposiciones de Carlos III, la nueva elección se celebró en los días acostumbrados, ajustándose a lo dispuesto en fueros. Tras comprobar las posibles incompatibilidades de los insaculados resultaron elegidos80

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      El veto sin desinsaculación a algunas voces eclesiásticas ocasionó problemas menores en la extracción de dicho estamento, teniendo que repetirse el sorteo varias veces por resultar elegidas las voces vetadas.81 La extracción militar se celebró sin contratiempos, pues los afectados por el real decreto quedaron apartados del sorteo por haber sido excluidos de las listas.

      La composición del nuevo gobierno se completó con los representantes del estamento real:82

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      Elegida la nueva administración, los salientes realizaron una renuncia formal al privilegio de Basset, como contrapartida a las garantías ofrecidas por las seguras irregularidades cometidas. El proceso de renovación institucional concluyó con el besamanos real de los recién sorteados.83

      Vetos e insaculaciones fueron una prueba patente de la voluntad de Carlos III de actuar conforme a sus prerrogativas, al igual que sus antecesores. No obstante, manteniendo la extracción por sorteo –por más que se interviniesen las listas–, se consiguía influir sin violentar en demasía los fueros. Un ejercicio de autoritarismo que, administrativamente, no lo alejaba demasiado de lo ejecutado hasta el momento por su antagonista Felipe V.84 Las diferencias entre uno y otro sólo las encotraremos después de Almansa. Con todo, debe destacarse la ausencia de ánimo revanchista, sobre todo respecto a aquellos sectores sociales con representación institucional, lo que permitió intervenir sin levantar suspicacias entre los afectados. Cierto que la aparente neutralidad o falta de compromiso explícito –al menos con la causa austracista– de los oficiales de la Generalitat, y por extensión de los grupos sociales que les sustentaban, bien podía hacernos suponer que tampoco se hubieran manifestado contra estas medidas. Pero no es menos cierto que la junta de gobierno austracista no hizo del ejercicio del poder de facto su principal argumento, por más que la nueva administración hubiese sido fruto de su voluntad. Con ella la nueva dinastía no sólo cerraba cualquier vinculación entre la actual institución y la que –surgida en la etapa borbónica– recibió a Basset, sino también con sus insaculados. Paradojicamente, los nuevos cargos fueron los últimos en resultar nombrados conforme a las disposiciones forales.85

      La renovada Generalitat siguió manteniendo la causa austracista aún a costa de sus deprimidas cuentas. Fechada en 23 de febrero, recibieron la orden de pagar las pensiones atrasadas sobre derechos de la Generalitat de aquellos que tenían sus bienes secuestrados por haber abandonado el reino e integrarlas así en la hacienda del rey.86 Pero no todo fueron exigencias, pues también aprovecharon para estrechar lazos con la nueva dinastía merced a una visita que realizaron a Carlos III para solicitar el título de excelencia, merced ya concedida a los estamentos. La reclamación de los diputados se articuló en un informe presentado por el doctor Juan Bautista Losá,87 atribuyéndose junto con los electos, la representatividad del reino. Acompañando este argumento detallaban su papel en la guerra, los esfuerzos para armar los hombres encargados de la defensa de la ciudad, las obras realizadas en las murallas, las subvenciones a los distintos regimientos… Carlos III tomó en consideración sus argumentos y la concedió, lo que originó el 2 de marzo de 1706, una nueva visita de los diputados en agradecimiento. Y no sería la última, pues la Diputación asistió también al besamanos

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