La razón práctica en el Derecho y la moral. Neil MacCormick

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La razón práctica en el Derecho y la moral - Neil MacCormick Derecho y Argumentación

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está dañado, la persona nunca desarrolla un lenguaje completo»21. Por supuesto, que unos genes sean necesarios para el habla no significa que sean suficientes. Se activan por medio de la exposición del ser humano entre la infancia y la pubertad al entorno de una comunidad lingüística, y la lengua que se desarrolla es la lengua de esa comunidad —una lengua que sin embargo es traducible a cualquier otra lengua humana natural, aunque sea con imperfecciones—. Puede que las personas con sordera profunda nunca aprendan a hablar con sus cuerdas vocales. Sin embargo, la lengua de signos puede ser un modo de comunicación lingüística igual de completo, y puede complementarse con el uso de un lenguaje escrito —o codificado electrónicamente— al igual que puede hacerse con una lengua oral.

      Añadamos a esto el reconocimiento de la conexión entre el lenguaje como habla, por medio de la vocalización o los signos, y la invención y el desarrollo de la escritura. Los mensajes en un lenguaje que empezó siendo escrito, después impreso y ahora encriptado digitalmente crean en los humanos una habilidad extraordinaria que nos ha distinguido progresivamente de nuestros parientes más cercanos, los chimpancés y los bonobos, cuyo código genético es increíblemente similar al nuestro. Esta es nuestra capacidad para comunicarnos a una distancia tanto espacial como temporal, así como para acumular conocimientos generación tras generación, que se vuelven cada vez más especializados en las ramas del conocimiento que podamos dominar y así, de manera casi inevitable, se produce una división social del trabajo cada vez más avanzada. Esto implica la capacidad de desarrollar una sociedad civil cada vez más extensa, que a su vez requiere la extensión de una confianza al menos provisional entre un número cada vez mayor de personas que no se conocen personalmente. Esta idea le resultará familiar a cualquier lector de Adam Smith.

      El civismo de la sociedad civil, así como la confianza impersonal que requiere y sustenta, es un logro notable en la medida que los humanos consiguen alcanzarla y mantenerla. Al menos en tiempos recientes, ha dependido de la creación y el mantenimiento de Estados constitucionalistas, Estados con alguna distribución constitucional de poderes que facilite la vigilancia y el equilibrio de quienes ostentan diferentes poderes a lo largo del tiempo. Solo en los Estados constitucionalistas de este tipo la democracia ha sido una posibilidad a largo plazo. Por supuesto, nada de esto está dictado por el código genético, ni tampoco su creación se ha logrado por medio del razonamiento a priori. No obstante, sigue siendo cierto que tales desarrollos han sido posibles para los seres humanos debido a nuestra naturaleza, y debido a que somos capaces de aprender cómo mejorar lo que ha evolucionado con nosotros. Siempre se nos presenta la fragilidad del civismo y la civilización, y la lección de sucesos tales como los de Irak entre 2003 y 2008 nos advierte de que es mucho más fácil destruir que reconstruir. El impulso de destruir también es parte de nuestra naturaleza, pero es uno del que nos pueden resguardar nuestras instituciones.

      No es un hecho meramente contingente que un ser humano de aquí o de allá hable alguna lengua. No es un hecho más contingente que el hecho de que el bacalao es un animal acuático. Podría no haber existido nunca ningún animal acuático vertebrado, y la especie del bacalao podría no haber evolucionado nunca como lo ha hecho. En ese sentido, la naturaleza acuática del bacalao es contingente. Del mismo modo, los animales terrestres bípedos implumes con la capacidad del habla podrían no haber evolucionado nunca. En ese sentido, la existencia de los humanos como animales que hablan es contingente. Sin embargo, dado el curso que ha tomado la evolución, los animales que los humanos pueden reconocer como pertenecientes a su propia especie tienen necesariamente una capacidad para la comunicación lingüística, y (como ahora sabemos) existe un código genético para esto en el ADN humano. Los seres que tienen la mayoría de las características humanas pero carecen de esto son lamentablemente deficientes en cuanto al rasgo más característico de nuestra especie. Merecen un gran cuidado y atención, pero no son humanos completos o normales. Esto tiene una profunda implicación. Dado que el habla solo puede desarrollarse en una comunidad humana, es esencial pertenecer a una comunidad para ejercitar la capacidad humana más fundamental. Vivir en comunidad con otros, por tanto, es de un valor fundamental para los seres humanos.

      2. HUMANIDAD Y ANIMALIDAD

      Permanecer vivo es preferible a sufrir una muerte prematura. La salud es preferible a la enfermedad. Tener un refugio es preferible a dormir al raso. La amistad es preferible a la enemistad. El amor es mejor que el odio. Tener los miembros en buen estado es mejor que tenerlos rotos o raquíticos. La abundancia de alimentos es mejor que las raciones de supervivencia. El agua limpia es mejor que el agua salobre o contaminada.

      ¿Qué se le podría decir a alguien que pusiera en duda estas afirmaciones o que dijera que solo expresan mis valores subjetivos? No hay mucho que decir aparte de «¡bobadas!». Un ser humano en cualquier situación imaginable no solo preferirá unas de esas opciones a las otras sino que, si está consciente y en su sano juicio, considerará que unas son objetivamente preferibles a las otras. No solo las prefiero yo; cualquiera lo haría y, si alguien asegurara que no, tendríamos que oír alguna razón especial de por qué no.

      Por supuesto, las circunstancias pueden alterar los casos. Cuando Ronald Ross estaba trabajando en su teoría de que la malaria es una enfermedad de transmisión sanguínea propagada por insectos, inevitablemente se expuso a picaduras de mosquito y por tanto a la enfermedad cuya causa estaba tratando de descubrir. Se expuso voluntariamente a la enfermedad y actuó razonablemente al hacerlo, aunque también heroicamente. Sin embargo, lo que Ross hizo no se entiende como la expresión de una preferencia por la enfermedad antes que la salud, sino lo contrario. Como médico, quería establecer la causa de una enfermedad con el fin de encontrar un mejor tratamiento y mejores medidas preventivas. Arriesgó su propia salud para mejorar la salud humana en general. Se pueden encontrar todo tipo de casos similares de personas que de una u otra manera arriesgan su vida y su integridad física por compañeros o incluso por extraños en peligro. No lo hacen porque tengan más en consideración

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