El mundo prodigioso de los ángeles. Susana Rodriguez
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Se cuenta que Gabriel se había aparecido a María, la madre de Jesús, una mañana que ella iba a buscar agua, pero que ella creyó haberlo soñado. Entonces Gabriel volvió al mediodía, acompañado de otro ángel, y le dijo: «Bendita eres, María, y Jesús, tu hijo, nacerá del Espíritu Santo y será bendito».
Pasado un tiempo, María, advertida por su ángel de la guarda, fue al templo de Jerusalén para hablar a Dios: «Os ruego, Señor, que me enviéis al arcángel Miguel para que esté cerca de mí cuando me llegue la hora de la muerte hasta que mi alma haya salido de mi cuerpo». Tiempo después, María cayó enferma. Los ángeles entraron en su casa, seguidos por el diablo y unos demonios, pero el arcángel Miguel, enviado por el Señor, montaba guardia y los expulsó de allí. Cuando María murió, el arcángel Gabriel y su tropa de ángeles recibieron su alma y la depositaron en una tela de seda blanca, y un cortejo de ángeles músicos acompañó el alma de María hasta el lado de Dios.
En La Anunciación se ve al arcángel Gabriel representado en una miniatura en el momento de aparecerse a Mahoma. El rostro del profeta es blanco porque no está permitido representarlo. Gabriel reveló el Corán a Mahoma, y también el misterio de la Creación, los cielos y el lugar de los ángeles.
«Yo, Mahoma, os hablaré de los ángeles que llevan el trono. Cada uno tiene cuatro rostros: uno mirando hacia arriba, otro hacia atrás, otro hacia la derecha y otro hacia la izquierda; uno de hombre, otro de águila, otro de león y otro de toro. El rostro del hombre pedirá a Dios por los hombres; la cara del águila solicitará a Dios el favor de los pájaros; la del león lo hará a favor de los animales de la selva, mientras la del toro suplicará a Dios por los animales domésticos. Estos ángeles tienen seis alas y no cesan de loar a Dios».
En un cuadro de Giotto, se ve una representación de estos ángeles de seis alas que viven cerca de Dios.
No hemos de olvidar que el arcángel Gabriel también es profesor y escritor.
«A los seis meses, Dios envió al ángel Gabriel a Nazaret, pueblo de Galilea, para visitar a una joven virgen comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José, descendiente de David. La virgen se llamaba María. El ángel se acercó a ella y le dijo: “¡Te saludo, llena de gracia, el Señor está contigo”. Ante estas palabras, María se perturbó y se preguntó qué podría significar este saludo. El ángel le dijo: “No tengas miedo, María; Dios te ha concedido su favor. Quedarás encinta y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”».
«Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto. Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo”».
«Cuando ya se habían ido, un ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo”».
«Luego el diablo le dijo: “Si eres el Hijo de Dios, entonces tírate abajo. Porque escrito está: ordenará a sus ángeles que te sostengan en sus manos, para que no tropieces con ninguna piedra”».
«Mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro y vio ahí a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies».
La redefinición de la función de los ángeles
El nacimiento de Dios como hombre en la persona de Jesucristo cuestionará de un modo muy singular el lugar que ocupaban hasta entonces los ángeles y cambiará la orientación de su papel de vínculo entre el hombre y la divinidad: así, a partir de ese momento se convierten únicamente en servidores de su Creador.
Poco importa desde entonces si su función es la de ensalzador, mensajero o guerrero. Las diferentes funciones tienen sólo un objetivo: servir los designios de Dios – partiendo de la verdad, la luz y el amor– sin olvidar al hombre, para quien fue creado el mundo, y a quien se encargan de asistir en el duro camino de la redención.
Además, hay muchas citas del Nuevo Testamento que son testigo de esta revolución, fácilmente perceptible desde el anuncio del arcángel Gabriel a María de su divina maternidad. A partir de ese instante, los ángeles ceden efectivamente lugar a su Señor, contentándose con intervenir cuando él se lo pide, explícita o implícitamente. De ese modo pueden luchar junto a Él («¿Crees que no podría invocar a mi Padre, que me daría de inmediato doce legiones de ángeles?», afirma Cristo en el Evangelio según San Mateo), escoltar a las almas puras hacia el cielo o desviar el camino de cada ser para su salvación. Al perder su condición de intermediarios privilegiados entre Dios y el hombre – puesto que el don de su Hijo por parte de Dios renovó el diálogo directo entre el Creador y sus criaturas–, los ángeles dejan de ser, por tanto, el único vínculo que permite a la divinidad entrar en relación con el ser humano.
Debido a lo anterior, es imposible rendirles culto, ya que no les corresponde, y en el caso de que así fuera, habría degenerado en una especie de politeísmo, un hecho que San Pablo no dejó de subrayar en diferentes intervenciones públicas.
Sobre esta base fueron definidas las nuevas condición y función de los ángeles, que se impusieron a los creyentes como criaturas ejemplares cuya felicidad era su pleno compromiso al servicio de Dios.
Se trataba de unos seres idealmente puros, cuya imitación convenía al hombre para reconciliarse plenamente con Dios y entrar en su reino al mismo nivel de ellos.
¡Cuántas órdenes monásticas se inspiraron así en el modelo de los ángeles para alimentar el impulso espiritual de sus miembros!
Los tres arcángeles
Aunque los ángeles aparecen periódicamente en el gran libro sagrado, sólo tres de ellos se nombran claramente: Gabriel, Miguel y Rafael. Se trata de tres entes superiores al resto (arcángel significa literalmente «jefe de los ángeles») con misiones especiales: la doble anunciación del nacimiento de Juan Bautista al sacerdote Zacarías y la de Jesucristo a la Virgen María por parte de Gabriel, el combate entre Satán y Miguel y, finalmente, el rol reservado a Rafael, el cual se acomoda perfectamente a la simple función de ayuda (en especial al joven Tobías) y que prefigura el advenimiento del cristianismo. Él es el testimonio elocuente de estar al servicio de Dios y de los hombres.
Dar el nombre de un arcángel a un niño es disponer a este bajo su protección y esperar a descubrir cómo sigue su camino. De cualquier modo, la elección de un nombre concreto queda a gusto de cada uno.
Es así como Gabriel puede convertirse en Gabriele, Gabrielle, Gabrielo, Gabriello, Bielo, Gaby o Gabrio para los niños; y en Gabrielle, Gabriela, Gabrilo, Gabriele o Gaby para las niñas.
De igual manera, Miguel ha dado lugar a Michele, Mikel, Michael, Mikael, Mijaíl, Michelangelo, Miguel, Micha, Michal, Mihaly, Mik, Mick, Mike y Mitchell para los niños; y Michèle, Michelle, Michela, Michaela, Mikaela, Micaela, Mikala, Mikela, Michealina, Miguela, Micheline, Michelina