Vampiro Géminis. Amy Blankenship
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-Te diré la historia de las estatuas de mi hijo. Tadamichi apartó lentamente la mirada de la pintura con curiosidad... -Y me hablarás de esta chica. -La esquina de sus labios se convirtió en el rastro de una sonrisa perversa. -Ve y echa un vistazo más de cerca -susurró. "La curiosidad es una emoción intrigante... ¿no?"
Yuuhi caminó lentamente alrededor de la habitación mirando hacia arriba en las caras de los hombres con alas... parando delante de la que le intrigó más. El cabello largo que llegaba hasta la parte baja de su espalda se balanceaba... como si estuviera en medio de la batalla. La expresión que habÃa estado en su rostro era más hermosa... y aterradora. ¿Para qué estaba luchando tanto el ángel? ¿Cuál habrÃa sido el premio?
Las manos de piedra se aferraron a una espada que estaba en un movimiento hacia abajo y Yuuhi extendió la mano para deslizar su pulgar a través de él... sólo para retroceder cuando una pequeña lÃnea fina de sangre brotó en su pulgar.
Tadamichi estaba de repente a su lado, levantando la herida en sus labios para succionar la sangre del dedo del niño. Sabiendo que Yuuhi era un niño de muy pocas palabras e incluso menos emociones; Tadamichi soltó su mano y asintió con la cabeza a la estatua. "Esta estatua... Kyou, y su espada de destrucción", cerró los ojos al recordar a los guardianes, "Fuertes adversarios ... todos eran".
Yuuhi se volvió hacia su amo y esperó pacientemente.
"Ellos pensaron que podÃan librar al mundo de la oscuridad... pensaron que podÃan librarse de mà y de mi hermano. DeberÃan haberlo sabido mejor. Abrió los ojos que ahora tenÃan un extraño color rojo. -Fueron hermanos. -se acercó a la estatua del que parecÃa más joven cuando agregó-, o al menos todos ellos pensaron que eran verdaderos hermanos.
Extendió la mano y acarició la mejilla de la estatua, dejando que sus dedos rastrearan el camino que una lágrima habÃa dejado... helada en el tiempo. "Mi querido Kamui. SabÃa que lo que los guardianes habÃan hecho estaba mal. Por eso está tan triste. Es una pena que mi hermano nunca lo conociera.
Tadamichi se volvió hacia el siguiente hermano. "Kotaro era fuerte en espÃritu, pero posesivo de lo que afirmaba ser suyo." Sus ojos brillaron como si viera el pasado. "Ãl estaba dispuesto a morir si tuviera que... todo por el amor de una mujer."
Desechando la estatua con una ola de su mano, se acercó a la siguiente cuando sus ojos se oscurecieron. Este era el más peligroso de los hermanos. "Toya... él era una criatura muy interesante. Tan lleno de fuego y rabia, sin embargo, cómo podÃa amar a una mujer con tanta ferocidad estaba más allá de mÃ. Llevó a muchas batallas entre él y los otros hermanos. Era el más posesivo de ella. Me sorprende que nunca se hayan destruido en su absurdo.
Se volvió hacia la estatua final. La mano del hombre estaba delante de él como si estuviera lanzando un hechizo. Tadamichi sabÃa la verdad del hechizo de Shinbe... el vacÃo habÃa estado en movimiento cuando lo habÃan lanzado a través del portal del tiempo... sellándolo detrás de él. "Shinbe era sabio más allá de sus años, pero era lo suficientemente tonto como para alterar el destino... todos lo eran." Sus ojos se endurecieron cuando se preguntó si la sacerdotisa aún estarÃa con ellos.
"La chica puede destruirnos." La voz de Yuuhi no contenÃa ninguna emoción mientras se paraba frente a la estatua que parecÃa tener el verdadero significado de rabia. -Me lo recuerda, señor.
Tadamichi miró extrañamente al guardián que el niño habÃa indicado, "¿Toya?"
Yuuhi finalmente giró sus ojos negros hacia Tadamichi mientras sus palabras de asombro resonaban, "Toya, esto es lo que está dentro de ella... esto es lo que puede matarnos".
Los ojos de Tadamichi se elevaron a la furia de Toya y de repente se sintió más vivo de lo que habÃa estado en mucho tiempo. ¿Qué era la vida sin una razón para vivir? Asà que... ella ha vuelto a este reino. HabÃa perdido las guerras de antaño. Ãngeles y demonios son uno y el mismo... sólo uno tenÃa una mejor reputación. Si se decÃa la verdad, todos eran asesinos.
Reemplazando la piedra con la imagen mental de lo que el guardián de plata habÃa sido una vez, sonrió perezosamente sabiendo que el guardián podÃa oÃrlo, todos podÃan. Todo estaba en silencio y estaba tan quieto como siempre. Pero en lo más profundo de las almas de las estatuas... podÃa sentir el poder como un terremoto sujeto por los grilletes del tiempo.
"Asà que incluso en este estado de prisión, todos ustedes han encontrado una manera de luchar." Tadamichi tarareó su curiosidad. -¿Puede ser que la sientas? Ãl la bajó de las pestañas cuando sintió una ola de poder recorrer la habitación en respuesta. "Tal vez deberÃas haberla obligado a permanecer en tu lado del portal del tiempo... como lo hiciste la última vez."
Se apartó de las estatuas, dejándolas con una advertencia embrujada. "Es una pena que no puedas acompañar a tu sacerdotisa esta vez."
CapÃtulo 2 "Calor de la ciudad"
Kyoko se despertó con un inicio sabiendo que el sol se estaba poniendo. Era como un reloj de alarma biológico para ella y lo habÃa sido desde... hasta donde podÃa recordar. Se empujó a sà misma sabiendo que era hora de ir a trabajar. Sólo deseaba que le pagaran por ello.
Al oÃr una sirena a lo lejos, llamó su atención a la ventana justo a tiempo para captar los últimos rayos de luz que salÃan del cielo de la ciudad. PodÃa oÃr el débil sonido de la música de los clubes nocturnos de la avenida donde vivÃa. HabÃa elegido un apartamento en el corazón de la ciudad por una razón.
PodÃa sentir la vibración a través de su cama... El metro era el nombre del club que vivÃa arriba. Alquiler era barato porque no habÃa manera alguien podrÃa vivir aquà y esperar a conseguir cualquier tipo de sueño a menos que fuera durante el dÃa. Ahà es donde Kyoko creÃa en la suerte.
¿Dónde más podrÃa haber encontrado un lugar que tuviera las mismas horas que ella? No habÃa personas groseras corriendo por los pasillos... a menos que contara a Yohji, pero él no solÃa despertar nada a menos que fuera temprano por la mañana cuando llegó a casa o por las noches justo antes de ir a trabajar.
Hablando de alquiler... la suya llegó tarde. TendrÃa que llegar a ella pronto si no querÃa tratar con Yohji, el hermano del propietario, que vivÃa al otro lado del pasillo. La última vez que habÃa llegado tarde con el alquiler, se habÃa ofrecido a negociar con ella. HabÃa parecido tan decepcionado cuando le habÃa entregado el alquiler en su totalidad menos de una hora después.
Miró su teléfono celular viendo el sÃmbolo del mensaje parpadeando y sonrió. Haciendo clic en los botones que podrÃan conectarla con algo familiar, ella escuchó la voz de su madre, sin siquiera prestar atención a lo que estaba diciendo. Ella ya sabÃa de todos modos.
"Hola Kyoko es tu madre," Kyoko imitó las palabras en el contestador automático. "Realmente deseo que llames, te extrañamos terriblemente. Nos gustarÃa saber cuándo volverás a casa para poder hacer tu cena favorita. Tama pasó un buen rato el otro