El Retorno. Danilo Clementoni
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу El Retorno - Danilo Clementoni страница 8
«Y quizás junto a un montón de chicas en bikini que te extienden la crema solar», dijo el gordinflón, explotando después en una enérgica risa, mientras el temblor de la gran barriga hacÃa caer parte de las migas que se habÃan depositado ahà antes.
«Este entremés está exquisito». La voz de la doctora salÃa, algo distorsionada, del pequeño altavoz colocado en el salpicadero. «Tengo que confesarte que no creÃa que, detrás de ese aspecto de militar rudo, se pudiera esconder un hombre tan refinado».
«Bueno, gracias Elisa. Yo tampoco habrÃa pensado nunca que una doctora tan cualificada pudiera ser, además de hermosa, tan amable y simpática», dijo la voz del coronel, un poco distorsionada, pero con un volumen algo más bajo.
«Escucha cómo coquetean», exclamó el grandullón en el asiento del conductor. «Yo creo que acabarán en la cama».
«No estoy tan seguro», afirmó el otro. «Nuestra doctora es mucho más lista y no creo que una cena y algún que otro piropo sean suficientes para conseguir que caiga en sus brazos».
«Diez dólares a que esta noche lo consigue», dijo el gordinflón alargando la mano derecha hacia el colega.
«Ok, acepto», exclamó el otro estrechando la gran mano que tenÃa delante.
Nave espacial Theos â El objeto misterioso
El objeto que se materializó ante los dos estupefactos compañeros de viaje estaba claro que no era nada que la naturaleza, incluso con su infinita fantasÃa, pudiera crear por sà misma. ParecÃa una especie de flor metálica con tres largos pétalos, sin tallo, con un pistilo central de forma ligeramente cónica. La parte trasera del pistilo tenÃa forma de prisma hexagonal, con la superficie de la base ligeramente más grande que la del cono situado en la parte opuesta y que servÃa de soporte para toda la estructura. Desde los tres lados equidistantes del hexágono salÃan los pétalos rectangulares, con una longitud de al menos cuatro veces la de la base.
«Parece una especie de viejo molino de viento, como los que se utilizaban hace siglos en las grandes praderas del este», exclamó Petri sin separar, ni siquiera un momento, los ojos del objeto que se visualizaba en la gran pantalla.
Un escalofrÃo recorrió la espalda de Azakis, mientras recordaba algunos viejos prototipos que los Ancianos le habÃan sugerido estudiar antes de partir.
«Es una sonda espacial», afirmó con decisión Azakis. «He visto algunas, hechas más o menos asÃ, en los viejos archivos de la Red», prosiguió, mientras se apresuraba en recoger mediante N^COM toda la información posible sobre el tema.
«¿Una sonda espacial?», preguntó Petri, mientras se giraba con aire sorprendido hacia el compañero. «Y, ¿cuándo se supone que la hemos lanzado?».
«No creo que sea nuestra».
«¿No es nuestra? ¿Qué quieres decir, amigo mÃo?».
«Quiero decir, que no ha sido ni construida ni lanzada por ninguno de nosotros, los habitantes del planeta Nibiru».
La cara de Petri se volvÃa cada vez más desconcertada. «¿Qué quieres decir? No me digas que tú también crees en esas tonterÃas de los alienÃgenas, ¿eh?».
«Lo que sé es que nada como esto ha sido construido jamás en nuestro planeta. He revisado todo el archivo de la Red y no hay ninguna coincidencia con el objeto que tenemos delante. Ni siquiera en los proyectos que no se han realizado nunca».
«¡No es posible!», exclamó Petri. «Tu N^COM tiene que estar desfasado. Vuelve a comprobarlo».
«Lo siento Petri. Ya lo he comprobado dos veces y estoy totalmente seguro de que esta obra no es nuestra».
El sistema de visión de corto alcance generó una imagen tridimensional del objeto, recreándolo minuciosamente hasta en los más pequeños detalles. El holograma flotaba ligeramente en el centro de la sala de mandos, suspendido aproximadamente a medio metro del suelo.
Petri, con un movimiento de la mano derecha, empezó a girarlo lentamente, examinando con atención cada mÃnimo detalle.
«Parece estar hecho de una aleación metálica muy ligera», dijo Petri, con un tono bastante más técnico respecto al de sorpresa inicial. «La alimentación de los motores tiene que estar suministrada por esos tres pétalos, que parecen cubiertos por una especie de material sensible a la luz solar». Por fin habÃa empezado a toquetear los controles del sistema. «El pistilo tiene que ser una especie de antena de radio y en el prisma hexagonal está, sin duda, el âcorazónâ de esta cosa».
Petri movÃa cada vez más rápido el holograma, girándolo en todas las direcciones. De repente se paró y exclamó: «Mira aquÃ. Según tú, ¿qué es esto?», preguntó mientras procedÃa a ampliar el detalle.
Azakis se acercó todo lo que pudo. «Parecen sÃmbolos».
«Dos sÃmbolos, dirÃa yo», corrigió Petri «o más bien, un dibujo y cuatro sÃmbolos cerca».
Azakis continuaba arduamente, mediante N^COM, buscando algo en la Red, pero no consiguió encontrar nada en absoluto que se pareciera lo más mÃnimo a lo que tenÃa en frente.
El dibujo representaba un rectángulo formado por quince rayas longitudinales de color alterno blanco y rojo y, en la esquina superior izquierda, otro rectángulo de color azul con cincuenta estrellas de cinco puntas de color blanco. A su derecha, los cuatro sÃmbolos:
JUNO
«Parece algún tipo de escritura», especuló Azakis. «Quizás los sÃmbolos representen el nombre de quienes crearon la sonda».
«O quizás es su nombre», rebatió Petri. «La sonda se llama âJUNOâ y el sÃmbolo de los creadores es esa especie de rectángulo coloreado».
«En cualquier caso, sin duda no lo hemos hecho nosotros», sentenció Azakis. «¿Crees que puede existir algún tipo de forma de vida en su interior?».
«No lo creo. Por lo menos no aquellas que conocemos. El espacio de la cápsula posterior, que es el único lugar donde podrÃa haber algo, es demasiado pequeño como para contener a un ser vivo».
Mientras hablaba, Petri ya habÃa comenzado a realizar un escaneo de la sonda, buscando cualquier tipo de signo vital que pudiera proceder de su interior. Después de algunos instantes, una serie de sÃmbolos aparecieron en la pantalla y se apresuró a traducÃrselos a su compañero.
«Según nuestros sensores no hay nada âvivoâ ahà dentro. No parece que haya ni siquiera armas de ningún tipo. En un primer análisis, yo dirÃa que esta cosa es una especie de explorador enviado en reconocimiento al sistema solar en búsqueda de quien