Atropos. Federico Betti

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Atropos - Federico Betti страница 7

Atropos - Federico Betti

Скачать книгу

style="font-size:15px;">      La madre le había hablado sólo del hermano Atos, un tío y una prima.

      Resultó que todos habían sido informados de la desgracia por medio de la señora Balzani y, cuando el agente consiguió hablar con el hermano, este se puso a llorar diciendo que no había podido parar de hacerlo desde el momento en que había conocido la noticia.

      Vivía solo en vía San Felice, en un piso pequeño pero funcional.

      â€œÂ¿Puedo hablar con usted sobre su hermana Lucia?”, preguntó el agente Finocchi después de presentarse.

      â€œClaro, siéntese por favor.”

      Se sentaron en la sala de estar, con la luz de la mañana que iluminaba la habitación a través de los vidrios de la ventana.

      â€œÂ¿Qué tal eran las relaciones entre los dos?” quiso saber el agente.

      â€œDiría que fantásticas, aunque últimamente no nos veíamos a menudo porque yo he tenido que estar viajando mucho debido al trabajo.”

      â€œEntiendo. ¿Cuál es su trabajo, si puedo saberlo?”

      â€œInstalo máquinas automáticas. A menudo cambio de ciudad y cada vez permanezco fuera de casa al menos una semana.”

      â€œDebe ser un trabajo muy interesante, al menos por el hecho de viajar y ver siempre sitios nuevos.”

      â€œLo sería si tuviese un poco más de tiempo para visitar las ciudades en vez de estar encerrado en una empresa montando una máquina automática desde la mañana a la noche. El único momento de relax que tenemos es por la noche, cuando vamos a cenar y probamos la gastronomía local.”

      â€œSin duda un trabajo muy exigente,” asintió Finocchi, “¿Cuándo ha sido la última vez que se han visto, usted y su hermana?”

      â€œAproximadamente hace dos semanas.”

      â€œÂ¿En una ocasión particular?”

      â€œNo. Acababa de llegar de un viaje y el domingo habíamos decidido cenar juntos. Una pizza para contarnos un poco cómo nos iban las cosas.”

      â€œÂ¿Y cómo le parecía que estaba aquel día? ¿Estaba tranquila o había algo que no iba bien? ¿Estaba preocupada por algo?”

      â€œMe habló de las llamadas que había recibido. Le daban miedo, también porque no entendía quién se las hacía.”

      â€œÂ¿No tenía ni la más mínima idea de quién pudiese ser?”

      â€œNo.”

      â€œÂ¿No puso una denuncia?”

      â€œNo le sabría decir.”

      â€œComprendo.”

      â€œÂ¿Puedo preguntarle cómo es que se encuentra en casa a estas horas? Generalmente a estas horas se está trabajando.”

      â€œEsta es una semana bastante tranquila, sin viajes, y cuando trabajo aquí lo hago a turnos. Hasta el viernes trabajaré desde las dos de la tarde hasta las diez de la noche.”

      â€œBien. Le pido que esté disponible, ya que podríamos necesitar que nos ayude.”

      â€œHaré lo que esté en mi mano para ayudaros a encontrar al culpable.”

      â€œMuchas gracias.”

      El agente Finocchi se despidió del hermano de Lucia Mistroni y salió nuevamente a la calle.

      Por la noche vería al tío y a la prima de la muchacha.

      Quedaron en la Comisaría de Policía. Luigi Mistroni, su hija Laura y su mujer Antonia Cipolla fueron acomodados en una pequeña sala de espera y, apenas el agente Finocchi regresó, comenzaron a hablar.

      â€œSiento mucho haberos molestado a la hora de la cena. Acabaremos enseguida”, dijo el agente.

      â€œNo se preocupe”, dijo el tío de Lucia.

      â€œEstamos hablando un poco con todas las personas que tenían un contacto más estrecho con vuestra sobrina,” explicó Marco Finocchi volviéndose hacia los cónyuges. “Queremos reunir el mayor número de datos posibles porque podrían ayudarnos a resolver el caso.”

      â€œEstamos dispuestos a prestaros ayuda, aunque sea poca.”

      â€œLes quedo agradecido”, dijo Finocchi, a continuación hizo una pausa preguntando a los tres si querían algo de beber, agua, café, pero rechazaron su ofrecimiento diciendo que después de terminar con la policía se irían a cenar.

      â€œDe acuerdo. En primer lugar ¿podríais decirme qué clase de relación teníais con Lucia?”

      Fue la tía la que respondió en nombre de todos: “Eran buenas, aunque no nos veíamos todas las semanas. Sabe… cada uno tiene sus obligaciones. Lucia estaba muy ocupada por culpa del trabajo, por lo que más bien nos hablábamos por teléfono o nos veíamos el fin de semana.”

      El marido y la hija asintieron, confirmando al agente que todo lo que había dicho la señora Antonia era verdad. La otra hipótesis era que, en el caso de que uno de los tres fuese el culpable, estuviesen de acuerdo para protegerse unos a otros.

      â€œÂ¿Desde hacía cuánto tiempo que no veíais a Lucia?”

      â€œYo… desde hacia un par de semanas,” dijo la prima Laura. “Habíamos ido a dar una vuelta al centro de Bolonia un sábado después de comer, más que nada para relajarnos un poco y porque nos había hablado de las llamadas que había recibido y sentía la necesidad de estar con alguien de confianza.”

      â€œAsí que os había dicho también a vosotros lo de las llamadas.”

      â€œHabía hablado de ellas durante una comida familiar, dos o tres semanas atrás,” dijo el tío.

      â€œComprendo,” asintió Finocchi. “¿Sabéis si había alguien, algún conocido vuestro, que hubiese tenido una especie de resentimiento con Lucia? ¿O con alguien con quién se hubiese peleado?”

      â€œNo se nos ocurre nadie” dijo la señora Cipolla después de haber hablado entre ellos en voz baja durante unos momentos.

      â€œGracias. Por ahora es todo. Os pido que permanezcáis disponibles. Os dejo ir a cenar.”

      Se fueron. Poco tiempo después de marcharse los tíos y la prima de Lucia Mistroni de la Comisaría de Policía, el agente Finocchi se preparó para regresar a casa.

      10

Скачать книгу