Atropos. Federico Betti
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Resultó que todos habÃan sido informados de la desgracia por medio de la señora Balzani y, cuando el agente consiguió hablar con el hermano, este se puso a llorar diciendo que no habÃa podido parar de hacerlo desde el momento en que habÃa conocido la noticia.
VivÃa solo en vÃa San Felice, en un piso pequeño pero funcional.
â¿Puedo hablar con usted sobre su hermana Lucia?â, preguntó el agente Finocchi después de presentarse.
âClaro, siéntese por favor.â
Se sentaron en la sala de estar, con la luz de la mañana que iluminaba la habitación a través de los vidrios de la ventana.
â¿Qué tal eran las relaciones entre los dos?â quiso saber el agente.
âDirÃa que fantásticas, aunque últimamente no nos veÃamos a menudo porque yo he tenido que estar viajando mucho debido al trabajo.â
âEntiendo. ¿Cuál es su trabajo, si puedo saberlo?â
âInstalo máquinas automáticas. A menudo cambio de ciudad y cada vez permanezco fuera de casa al menos una semana.â
âDebe ser un trabajo muy interesante, al menos por el hecho de viajar y ver siempre sitios nuevos.â
âLo serÃa si tuviese un poco más de tiempo para visitar las ciudades en vez de estar encerrado en una empresa montando una máquina automática desde la mañana a la noche. El único momento de relax que tenemos es por la noche, cuando vamos a cenar y probamos la gastronomÃa local.â
âSin duda un trabajo muy exigente,â asintió Finocchi, â¿Cuándo ha sido la última vez que se han visto, usted y su hermana?â
âAproximadamente hace dos semanas.â
â¿En una ocasión particular?â
âNo. Acababa de llegar de un viaje y el domingo habÃamos decidido cenar juntos. Una pizza para contarnos un poco cómo nos iban las cosas.â
â¿Y cómo le parecÃa que estaba aquel dÃa? ¿Estaba tranquila o habÃa algo que no iba bien? ¿Estaba preocupada por algo?â
âMe habló de las llamadas que habÃa recibido. Le daban miedo, también porque no entendÃa quién se las hacÃa.â
â¿No tenÃa ni la más mÃnima idea de quién pudiese ser?â
âNo.â
â¿No puso una denuncia?â
âNo le sabrÃa decir.â
âComprendo.â
â¿Puedo preguntarle cómo es que se encuentra en casa a estas horas? Generalmente a estas horas se está trabajando.â
âEsta es una semana bastante tranquila, sin viajes, y cuando trabajo aquà lo hago a turnos. Hasta el viernes trabajaré desde las dos de la tarde hasta las diez de la noche.â
âBien. Le pido que esté disponible, ya que podrÃamos necesitar que nos ayude.â
âHaré lo que esté en mi mano para ayudaros a encontrar al culpable.â
âMuchas gracias.â
El agente Finocchi se despidió del hermano de Lucia Mistroni y salió nuevamente a la calle.
Por la noche verÃa al tÃo y a la prima de la muchacha.
Quedaron en la ComisarÃa de PolicÃa. Luigi Mistroni, su hija Laura y su mujer Antonia Cipolla fueron acomodados en una pequeña sala de espera y, apenas el agente Finocchi regresó, comenzaron a hablar.
âSiento mucho haberos molestado a la hora de la cena. Acabaremos enseguidaâ, dijo el agente.
âNo se preocupeâ, dijo el tÃo de Lucia.
âEstamos hablando un poco con todas las personas que tenÃan un contacto más estrecho con vuestra sobrina,â explicó Marco Finocchi volviéndose hacia los cónyuges. âQueremos reunir el mayor número de datos posibles porque podrÃan ayudarnos a resolver el caso.â
âEstamos dispuestos a prestaros ayuda, aunque sea poca.â
âLes quedo agradecidoâ, dijo Finocchi, a continuación hizo una pausa preguntando a los tres si querÃan algo de beber, agua, café, pero rechazaron su ofrecimiento diciendo que después de terminar con la policÃa se irÃan a cenar.
âDe acuerdo. En primer lugar ¿podrÃais decirme qué clase de relación tenÃais con Lucia?â
Fue la tÃa la que respondió en nombre de todos: âEran buenas, aunque no nos veÃamos todas las semanas. Sabe⦠cada uno tiene sus obligaciones. Lucia estaba muy ocupada por culpa del trabajo, por lo que más bien nos hablábamos por teléfono o nos veÃamos el fin de semana.â
El marido y la hija asintieron, confirmando al agente que todo lo que habÃa dicho la señora Antonia era verdad. La otra hipótesis era que, en el caso de que uno de los tres fuese el culpable, estuviesen de acuerdo para protegerse unos a otros.
â¿Desde hacÃa cuánto tiempo que no veÃais a Lucia?â
âYo⦠desde hacia un par de semanas,â dijo la prima Laura. âHabÃamos ido a dar una vuelta al centro de Bolonia un sábado después de comer, más que nada para relajarnos un poco y porque nos habÃa hablado de las llamadas que habÃa recibido y sentÃa la necesidad de estar con alguien de confianza.â
âAsà que os habÃa dicho también a vosotros lo de las llamadas.â
âHabÃa hablado de ellas durante una comida familiar, dos o tres semanas atrás,â dijo el tÃo.
âComprendo,â asintió Finocchi. â¿Sabéis si habÃa alguien, algún conocido vuestro, que hubiese tenido una especie de resentimiento con Lucia? ¿O con alguien con quién se hubiese peleado?â
âNo se nos ocurre nadieâ dijo la señora Cipolla después de haber hablado entre ellos en voz baja durante unos momentos.
âGracias. Por ahora es todo. Os pido que permanezcáis disponibles. Os dejo ir a cenar.â
Se fueron. Poco tiempo después de marcharse los tÃos y la prima de Lucia Mistroni de la ComisarÃa de PolicÃa, el agente Finocchi se preparó para regresar a casa.
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