Un Rastro de Asesinato . Блейк Пирс
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—Bueno, estás por tener esa oportunidad—dijo Hillman—. Frank, puedes marcharte. Necesito hablar por un minuto con Locke.
Al salir, Brody lanzó hacia ella una mirada maliciosa, como si ella hubiera quedado detenida y él de alguna manera se hubiese escapado. Hillman cerró la puerta tras él.
Keri se preparó, ciertamente fuera lo que fuera lo que venía no podía ser bueno.
—Podrás marcharte en un momento—dijo él, con un tono más suave que él que ella había esperado—. Pero quería recordarte unas pocas cosas antes de que te vayas. Primero, creo que sabes que no me hizo muy feliz tu intervención en la conferencia de prensa. Pusiste tus necesidades personales por encima del departamento. Entiendes eso, ¿correcto?
Keri asintió.
—Dicho eso—continuó—, me gustaría que tuviéramos un nuevo comienzo. Sé que estabas en mala forma en ese momento y viste esto como una oportunidad para proyectar una luz sobre la desaparición de tu hija. Puedo respetar eso.
—Gracias, señor—dijo Keri, ligeramente aliviada pero sospechando que un mazazo estaba por caer.
—Aun así —añadió—, solo porque la prensa te ama no quiere decir que no voy a patear tu trasero si sacas tu acostumbrada mierda de lobo solitario. ¿Estamos claros?”
—Sí señor.
—Bien. Por último, por favor, tómalo con calma. Hace menos de una semana que saliste del hospital. No hagas nada que te lleve de vuelta hasta allá, ¿okey? Retírate.
Keri dejó la oficina, medianamente sorprendida. Había estado esperando una reprimenda, pero no se había preparado para la ligera muestra de preocupación por su bienestar.
Buscó a Brody en los alrededores antes de darse cuenta que ya él debía haberse ido. Aparentemente no quería ni siquiera compartir el auto con una mujer detective. Normalmente ella estaría molesta pero hoy era una bendición disfrazada.
Mientras se dirigía a su vehículo, sofocó una sonrisa.
¡Vuelvo a las tareas de campo!
No fue sino hasta que le fue asignado un nuevo caso que se dio cuenta lo mucho que lo extrañaba. La familiar excitación y anticipación comenzaban a envolverla, e incluso el dolor en sus costillas parecía desvanecerse ligeramente. La verdad era que, a menos que estuviera resolviendo casos, Keri sentía como si una parte de ella le faltara.
Ella no podía sino sonreír con respecto a otra cosa —que ya estaba planeando violar dos de las órdenes de Hillman. Estaba a punto de ir como lobo solitario y, al mismo tiempo, no se lo tomaría con calma.
Porque iba a hacer una parada técnica camino de la casa del doctor.
Iba a chequear ese almacén abandonado.
CAPÍTULO TRES
Con la sirena en el techo de su destartalado Prius, Keri maniobró a través del tráfico, con las manos firmes en el volante, y la adrenalina a millón. El almacén en Palms estaba en el camino a Beverly Hills, más o menos. Así era como Keri justificaba darle prioridad a la búsqueda de su hija, quien la semana pasada había cumplido cinco años desaparecida, en lugar de localizar a una mujer que se había ido hacía menos de un día.
Pero tenía que llegar rápido. Brody llevaba la delantera en la ruta hasta la casa de Burlingame, así que ella podía llegar después que él. Pero si se aparecía mucho más tarde, era seguro que Brody la acusaría con Hillman.
Él se valdría de cualquier excusa para evitar el trabajar junto con ella. Y decirle al jefe que ella había retrasado una investigación al llegar tarde a la entrevista de un testigo era lo que él necesitaba. Eso le dejaba solo unos minutos para revisar el almacén.
Aparcó en la calle y se dirigió al portón principal. El almacén estaba entre un lugar de autoalmacenaje y un local para rentar U-Haul. El zumbido de la estación de generación que estaba al frente era excesivamente ruidoso. Keri se preguntó si se arriesgaba a desarrollar algún tipo de cáncer solo por pararse allí.
El almacén estaba rodeado por una cerca barata diseñada para impedir el ingreso de vagos y de adictos, pero no fue difícil para Keri deslizarse por una abertura que había entre las puertas pobremente aseguradas. Mientras se aproximaba a la puerta principal del complejo, notó el letrero del lugar tirado en el suelo, cubierto de polvo. En él se leía Preservación de Objeto Invaluable.
No había nada invaluable dentro del almacén vacío, cavernoso. De hecho, no había nada adentro excepto unas pocas sillas plegables de metal patas arriba y algunos montones de yeso desmoronado. Todo el lugar había sido vaciado. Keri caminó por todo el complejo, buscando cualquier pista que pudiera estar relacionada con Evie, pero no pudo encontrar ninguna.
Se arrodilló, esperando que una perspectiva diferente pudiera ofrecerle algo nuevo. Nada apareció ante ella, aunque había algo ligeramente extraño en el otro extremo del almacén. Una silla plegable de metal estaba al derecho con pedazos de yeso en el asiento, apilados de manera delicada hasta una altura de treinta centímetros. Parecía improbable que se hubieran agrupado de esa manera sin ayuda.
Keri caminó hacia allá y la observó más de cerca. Sentía como si estuviera buscando conexiones donde no las había. Aun así, hizo la silla a un lado, haciendo caso omiso de los yesos que temblaron brevemente antes de caer al piso.
La sorprendió el sonido que hicieron al golpear el concreto. En lugar del golpe sordo que había esperado, escuchó un profundo eco. Sintiendo que su corazón comenzaba a latir con mayor rapidez, Keri apartó con el pie los escombros y pateó el punto donde habían caído—otro sonido de eco profundo. Pasó su mano por el piso y descubrió que el punto que había estado debajo de la silla plegable de metal no era en realidad de concreto sino de madera pintada de gris para confundirla con el resto del piso.
Intentando controlar su respiración, deslizó sus dedos por la pieza de madera hasta sentir una pequeña protuberancia. La oprimió, escuchó el sonido de un pestillo abriéndose, y sintió que un lado de la pieza de madera saltaba. La agarró por debajo y haló el pedazo cuadrado de madera, como del tamaño de la cubierta de un pozo, de su ranura estriada.
Debajo había un espacio de unos veinticinco centímetros de profundidad. No había nada adentro. Ni papeles, ni equipo. Era demasiado pequeño para contener a una persona. A lo más, pudo haber alojado una pequeña caja fuerte.
Keri palpó los rincones buscando otro botón oculto pero no halló nada más. No estaba segura de qué pudo haberse hallado allí pero ahora ya no estaba. Se sentó en el concreto junto al agujero, sin saber qué hacer a continuación.
Miró su reloj. Era la 1:15. Se suponía que tenía que estar en Beverly Hills en quince minutos. Incluso si se iba ahora, casi llegaría a tiempo. Frustrada y molesta, rápidamente colocó la cubierta de madera como estaba, corrió la silla hasta donde había estado, y dejó el edificio, echándole una vez más un vistazo al letrero en el suelo.
Preservación de Objeto Invaluable. ¿Es el nombre del negocio algún tipo de pista o solo estoy siendo burlada por algún cruel imbécil? ¿Está alguien diciéndome que tengo que preservar a Evie, mi más preciado objeto?