Arena Uno. Tratantes De Esclavos. Морган Райс

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Arena Uno. Tratantes De Esclavos - Морган Райс Trilogía De Supervivencia

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doy un abrazo.

      "Tengo una sorpresa para ti", le digo, apenas capaz de contener mi emoción.

      Ella mira hacia arriba con los ojos bien abiertos, y luego los cierra y extiende sus manos, esperando. Ella es tan crédula, tan confiada, que me sorprende. Estoy indecisa sobre qué darle primero, y le doy el chocolate. Meto la mano en el bolsillo, saco la barra, y poco a poco la coloco en la palma de su mano. Ella abre los ojos y mira sus manos, entrecerrando los ojos en la luz; indecisa, acerco la vela.

      "¿Qué es?", pregunta.

      "Un chocolate”, respondo.

      Ella levanta la vista como si yo le estuviera jugando una mala pasada.

      "Es en serio", dije.

      "Pero, ¿de dónde lo has sacado?" Pregunta ella, sin comprender. Ella mira hacia abajo como si un asteroide acabara de aterrizar en su mano. No la culpo: ya no hay tiendas, no hay gente alrededor, y no hay ningún lugar a menos de ciento sesenta kilómetros, donde yo pudiera encontrar una cosa así.

      Le sonrío. "Santa Claus me lo dio para ti. Es un regalo de Navidad anticipado".

      Ella frunce el ceño. "No, en serio", insiste.

      Respiro profundamente, al darme cuenta de que es hora de decirle lo de nuestra nueva casa, lo de mudarnos de aquí mañana. Trato de pensar en la mejor manera de expresarlo. Espero que se emocione tanto como yo, pero con los niños, nunca se sabe. Una parte de mí, se preocupa acerca de que ella pudiera sentirse apegada a este lugar, y que no quiera dejarlo.

      "Bree, tengo grandes noticias", le digo, mientras me inclino hacia abajo y la tomo de los hombros. "Hoy descubrí el lugar más increíble, allá arriba. Es una pequeña casa de piedra, y es perfecta para nosotras. Es acogedora, cálida y segura, y tiene la más hermosa chimenea, que podemos encender todas las noches. Y lo mejor de todo es que tiene todo tipo de comida. Al igual que este chocolate".

      Bree vuelve a mirar el chocolate, analizándolo, y abre los ojos aún más cuando se da cuenta de que es de verdad. Ella quita suavemente la envoltura y lo huele. Cierra los ojos y sonríe, luego se inclina para darle una mordida, pero de repente se detiene. Ella me mira con preocupación.

      "¿Y para ti?" pregunta" ¿Sólo hay una barra?"

      Así es Bree, siempre tan considerada, aunque se esté muriendo de hambre. "Muérdelo tú primero", le digo. "No hay problema".

      Ella jala la envoltura hacia atrás, y le da una gran mordida. Su rostro, ahuecado de hambre, se llena de euforia.

      "Mastica lentamente", le advierto. "No quiere que tengas un dolor de estómago".

      Ella se desacelera, saboreando cada bocado. Corta un gran pedazo y lo pone en mi mano. "Es tu turno", dice ella.

      Poco a poco lo pongo en mi boca, dándole una pequeña mordida, dejándolo en la punta de mi lengua. Lo chupo y a continuación lo mastico lentamente, saboreando cada momento. El sabor y el olor del chocolate llenan mis sentidos. Posiblemente es la mejor cosa que he probado.

      Sasha lloriquea, acercando su nariz al chocolate, y Bree corta un trozo y se lo ofrece. Sasha lo quita de sus dedos y lo traga de un bocado. Bree se ríe, encantada con ella, como siempre. Luego, en una sorprendente muestra de autocontrol, Bree envuelve la mitad restante de la barra, estira la mano y sabiamente lo pone en lo alto de la cómoda, fuera del alcance de Sasha. Bree todavía se ve débil, pero puedo ver que empieza a reanimarse.

      "¿Qué es eso?" me pregunta, señalando mi cintura.

      Por un momento no me di cuenta de qué estaba hablando, y bajé la mirada y vi el oso de peluche. Con toda la emoción, casi lo había olvidado. Estiré la mano y se lo entregué.

      "Lo encontré en nuestra nueva casa", le dije. “Es para ti".

      Bree abre los ojos llena de emoción mientras sujeta al oso, envolviéndolo en su pecho y meciéndose hacia atrás y adelante.

      "¡Me encanta!", exclama Bree, sus ojos brillan". ¿Cuándo podemos mudarnos? ¡No puedo esperar!"

      Me siento aliviada. Antes de que pueda responder, Sasha se inclina y pega la nariz contra el nuevo oso de peluche de Bree, olfateándolo; Bree lo frota juguetonamente en su cara, y Sasha se lo arrebata y sale corriendo de la habitación.

      "¡Oye!", grita Bree, estallando en un ataque de risa, mientras la persigue.

      Ambas corren hacia la sala de estar, enfrascadas en una lucha por el oso. No estoy segura de quién lo disfruta más.

      Voy tras ella, ahuecando la vela con cuidado para que no se apague y para llevarla directamente a mi pila de leña. Puse algunas de las ramas más pequeñas en la chimenea, y luego arranqué un puñado de hojas secas de una cesta que estaba junto a la chimenea. Me alegro de haberlas recogido el otoño pasado para que sirvan para encender el fuego. Funcionan de maravilla. Pongo las hojas secas bajo las ramas, las enciendo y la llama no tarda en subir y lamer la madera. Sigo poniendo hojas en la chimenea, hasta que finalmente, las ramas están totalmente prendidas. Soplo la vela, guardándola para otra ocasión.

      "¿Estamos teniendo una hoguera?", Bree grita emocionada.

      "Sí", le digo. "Esta noche vamos a celebrar. Es nuestra última noche aquí".

      "¡Viva!" grita Bree, dando saltos, y Sasha ladra junto a ella, uniéndose a la emoción. Bree corre y agarra algo de la leña, ayudándome mientras la coloco sobre el fuego. La ponemos con cuidado, dejando espacio para el aire, y Bree sopla sobre ella, avivando las llamas. Una vez que la leña se enciende, coloco un tronco más grueso en la parte superior. Sigo apilando troncos más grandes, hasta que por fin tenemos una hoguera.

      En momentos, la habitación está encendida, y ya se puede sentir el calor. Estamos junto al fuego, y yo extiendo mis manos, frotándolas, dejando que el calor penetre en mis dedos. Poco a poco, la sensación comienza a regresar. Me descongelo gradualmente por el largo día al aire libre, y empiezo a sentirme yo misma de nuevo.

      "¿Qué es eso?", pregunta Bree, señalando el piso. "¡Parece un pescado!".

      Ella corre hacia él y lo agarra, recogiéndolo, y resbala de sus manos. Ella se ríe, y Sasha, sin perder el ritmo, se abalanza sobre él con sus patas, haciendo que se deslice por el suelo, "¿Dónde lo atrapaste?", grita Bree.

      Lo recojo antes de que Sasha pueda hacer más daño, abro la puerta, y lo echo fuera, en la nieve, donde se conservará mejor y fuera de peligro, antes de cerrar la puerta detrás de mí.

      "Esa era mi otra sorpresa", le digo. "¡Vamos a cenar esta noche!"

      Bree corre y me da un gran abrazo. Sasha ladra, como si comprendiera. La abrazo.

      "Tengo dos sorpresas más para ti", anuncio con una sonrisa. "Son para el postre. ¿Quieres que espere hasta después de la cena? ¿O las quieres ahora?"

      "¡Ahora!", grita emocionada.

      Sonrío, emocionada también. Al menos eso la tendrá controlada durante la cena.

      Meto la mano en mi bolsillo y extraigo el tarro de mermelada. Bree lo mira divertida, dudando notoriamente, y desenrosco la tapa y la coloco debajo de su nariz. "Cierra los ojos", le digo.

      Ella

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