Psicología y psicoterapia transpersonal. Manuel Almendro

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Psicología y psicoterapia transpersonal - Manuel Almendro Psicología

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última palabra. Aún me quedan cosas por descubrir de este evento.

PRIMERA PARTE: LAS PSICOLOGÍAS TRADICIONALES

      1. LA PRIMERA FUERZA: EL CONDUCTISMO

      La primera fuerza de la psicología, el conductismo, es paralela a los avances en las ciencias naturales y a los descubrimientos empíricos. Desde la últimas décadas del siglo diecinueve, lo establecido como ciencia comienza a obtener unos resultados sin precedentes, desarrollando sus instrumentos precisos y sus métodos de investigación. La física y la química, la biología con sus dos ramas: la neurología y la fisiología, comienzan a dar el gran salto. La psicología deja de desvelar filosóficamente los misterios del alma desde la especulación metafísica y se lanza en pos de lo experimental, alineándose con el descubrimiento de los mecanismos empíricos bajo el impacto de la fisiología y el positivismo racionalista sobre los hechos experimentables que definen la conducta humana. Es decir, se vuelve hacia el hombre contemporáneo y su mundo cotidiano. El materialismo hace hincapié en todas las disciplinas, unido a un sentimiento generalizado del poder de la investigacion humana.

      En 1898 Thorndike publica su Inteligencia animal, Pavlov, con su teoría del condicionamiento, llegará cuatro años más tarde. Tampoco Freud en gran medida escapará a esto. Wundt, como representante de la psicología científica, presenta que el objeto de la psicología es la experiencia misma, la experiencia imediata de la persona que responde a los estímulos externos como organismo viviente. Wunt, que potencia la autoobservación como modificador de los acontecimientos, sugirió la combinación de la introspección con la experimentación, reconociendo las limitaciones del método experimental. Kant y Schopenhauer están presentes en estos comienzos. Como desafío al intros-peccionismo y con la intención de medir las conductas y predecirlas aparecen los “test”. En esta época las observaciones de Darwin sugieren que existe una completa semejanza entre la conducta animal y la humana. Todo ello tiende a una psicología reduccionista y no introspeccionista. En el esfuerzo por llegar a una psicología rigurosamente científica se destierra la introspección y se introduce la observación, al igual que en la física y la química. Llegados al empirismo radical, ya no queda margen para el concepto de consciencia. Experiencia exterior, conducta manifiesta, estímulo y respuesta, acción y reacción, éstas eran las nuevas áreas de la psicología. La nueva investigación se dirige hacia los procesos glandulares y motores. Algunos, como Willian James, consideran al yo espiritual en el centro de toda acción y adaptación, tendiendo a una idea filosófica del pragmatismo y señalando la utilidad y el placer como motivos de conducta. Se considera que su asociacionismo mecanicista, no introspeccionista, condujo también al conductismo. Dewey está preocupado por el bienestar de los hombres, su adaptación física, social y moral, rechazando unos instintos específicos y esquematizados. Thorndike, con sus fundamentos fisiológicos y reduccionistas define el aprendizaje como un proceso de prueba y error: selección y conexión. Pavlov, con los reflejos condicionados en sus conocidos experimentos, centra su teoría en el refuerzo, aspecto que posteriormente alcanzará una notable difusión.

      Conductismo y reduccionismo. Con John B. Watson se centra la psicología como ciencia de la conducta, su sistema sebasa en el determinismo, empirismo, reduccionismo y ambientalismo. Maquinismo absoluto en el que, dado un estímulo, la psicología predecirá la respuesta. No habrá subjetividad ni influencias desconocidas. Watson defiende que «la conducta del hombre y la conducta del animal deben ser consideradas en el mismo plano». Estudia la conducta manifiesta y observable del organismo, sus músculos, glándulas y tejidos. La psicología descarta aquí toda referencia a la consciencia. En el llamado neoconductismo, el empirismo radical, la conducta puede establecerse en fórmulas mediante postulados que miden el potencial de reacción, el inhibitorio, la oscilación de la conducta, etc. Con B.F. Skinner, uno de los promotores más conocidos, llegamos al conductismo inductivo, donde el reflejo es la unidad simple de conducta. Se oponía a la tendencia tradicional de buscar la marca de la conducta dentro del organismo, estaba en contra de lo que el llama el animismo, proceso que inventaría un espíritu, un demonio, una personalidad, etc., capaz de cambiar el curso o el origen de la acción. Para Skinner, como para muchos otros científicos, el organismo solo reacciona al ambiente. Con él se llega al conductismo radical.

      Apuntes. Dentro de lo conocido como conductismo se han desarrollado diversas tendencias que aún siguen su curso, sus bases teóricas siguen difundiéndose y se supone que renovándose y entrando en contacto y en identificaciones con otros tipos de psicología. Aunque sus investigaciones han sido con sujetos levemente afectados en laboratorios o en investigaciones semejantes, no existen estudios controlados de población con desórdenes complejos. Su tratamiento terapéutico se demanda en instituciones oficiales, compañías de seguros, organizaciones de consumidores, entrenamientos que ponen de manifiesto su eficacia empírica en determinados aspectos del aprendizaje. Sus investigaciones con animales hacen difícil que sus conclusiones se apliquen al sistema humano, lo que las convierte en una psicología animal. Sólo toca parcialmente al hombre, su cientifismo hace que el objeto de estudio se aleje del sujeto investigador, con una no implicación de éste como resultado.

      La terapia cognitiva está basada en una teoría de la personalidad que establece que así como uno piensa, en gran parte determina cómo uno se siente y se comporta. La terapia es un proceso de colaboración de investigaciones empíricas, probando realidades y solucionando los problemas entre paciente y terapeuta. Con experimentos de conducta y procesos verbales se examinan interpretaciones alternativas que evidencien las contradiciones, hasta llegar a creencias más adaptadas que se dirijan al cambio terapéutico. Las modificaciones se producirán si el terapeuta considera que las creencias son irreales o irracionales. Las representaciones imaginarias son usadas para el reconocimiento y la evaluación de la distorsión y su reemplazamiento, hasta encontrar las más acertadas y funcionales. Se usan técnicas verbales para descubrir pensamientos automáticos, para que el paciente los reconozca y los identifique en el momento en que surjan.

      Sin embargo, sería interesante puntualizar lo que son las ciencias cognitivas y el cognitivismo en general, según el enfoque de Francisco Varela, pues abre nuevas perspectivas muy en la línea de este libro. El enfoque de este autor se extenderá a otros capítulos. En primer lugar, Varela enfatiza dos puntos: el primero está en que el cognitivismo postula procesos mentales o cognitivos de los cuales no somos conscientes y, más aún, que no podemos serlo. El segundo punto está en que el cognitivismo abraza la idea de que el yo o sujeto cognitivo está fundamentalmente fragmentado o no unificado. Analizando elementos importantes, Varela afirma que en el cognitivismo las imágenes mentales, como cualquier otro fenómeno cognitivo, no pueden ser más que la manipulación de símbolos mediante reglas computacionales. Es decir que hasta ahora existe algo que Varela va a considerar como positivo en el proceso cognitivo: la falta de fundamento de un yo, es decir el encuentro con un vacío a la hora de buscar un soporte que no existe; y la existencia de representaciones que se interpondrían ante la experiencia, según se puede deducir de sus obras. Por ello, en cuanto a la utilidad de las ciencias cognitivas, Varela es tajante: «las ciencias cognitivas carecen de un método disciplinado para examinar e incluir la experiencia humana… las ciencias cognitivas nos ofrecen un descubrimiento puramente teórico de la mente sin yo, el cual permanece alejado de la experiencia humana real».

      Y aquí hay que añadir lo que Varela recuerda desde una neocognición plena y abierta quizás discutible, tal vez por un problema de terminología o visión de la experiencia, que los factores mentales perniciosos que refuerzan el apego y el afán son los que generan tendencias a la creencia (de un yo). A partir de todo ello, Varela apela al término de enacción para entrar en una nueva perspectiva de la cognición, en la que incluye la perspectiva budista, en el caso de que en el cognitivismo se acepte la experiencia personal anclada en lo cotidiano. Desde este punto de vista la cognición ya no se plantearía, según Varela, como resolución

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