E-Pack Bianca abril 2 2020. Varias Autoras
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Layla esbozó una sonrisa forzada, pero sintió una punzada en el pecho al oírle decir eso. Pues claro que jamás se enamoraría de ella… ¿Por qué iba a enamorarse de ella? Sin embargo, que desechase incluso aquella posibilidad de un plumazo, había sido como una bofetada a su ego femenino.
–Me ha quedado claro, no te preocupes.
Logan asintió levemente.
–Vamos, te acompaño abajo –le dijo–. Deja, ya te la llevo yo –dijo inclinándose al mismo tiempo que ella para recoger la cesta.
Las manos de ambos se rozaron al intentar asir el mango, y Layla sintió que un cosquilleo eléctrico le subía por el brazo. Al apartar la mano se incorporó tan deprisa que perdió el equilibrio, y se habría caído si no hubiera sido por los rápidos reflejos de Logan, que la agarró del brazo para sujetarla. Cuando sus dedos se cerraron en torno a su muñeca, una nueva ola de calor la invadió.
Sus ojos se encontraron. Estaban tan cerca que Layla podía oler su aftershave, una mezcla de lima, pino y cuero. Y sus labios… El corazón le dio un brinco en el pecho, el estómago le dio un vuelco. No debería haber mirado sus labios, pero es que era como si una fuerza magnética atrajera su mirada. Se preguntaba cómo sería sentir esos labios contra los suyos. Le gustaría tanto que la besara…
–¿Estás bien? –le preguntó Logan, casi en un susurro, con esa voz aterciopelada.
Layla esbozó una sonrisa temblorosa.
–Estoy bien, gracias –murmuró, apartándose de él–. Iré a preparar tu habitación –le dijo, imprimiendo brío a su voz–. Porque imagino que te quedarás una o dos noches, ¿no?
–Depende.
–¿De qué?
–De la decisión que tomes –contestó él, sosteniéndole la mirada.
–¿Y si mi respuesta fuera no?
Logan apretó la mandíbula y un brillo amargo relumbró en sus ojos.
–Pues me temo que tu tía y tú no podréis seguir viviendo aquí; no si Bellbrae acaba en manos de Robbie.
Cuando Layla se hubo marchado, Logan exhaló un suspiro. Lo último que se habría esperado de su abuelo era que le impusiese como condición encontrar una esposa para heredar Bellbrae. Una esposa… cuando había decidido siete años atrás, después del suicidio de su prometida, que jamás se casaría…
Fue de nuevo hasta la ventana, y se quedó allí de pie, pensativo. El corazón se le encogía de solo pensar que pudiera perder el lugar que había sido el hogar de su familia durante generaciones y generaciones. Algunos de los árboles que había en la propiedad los había plantado su tatarabuelo. Los jardines actuales los había diseñado su padre poco antes de que el cáncer de páncreas se lo llevara, cuando él tenía dieciocho años. De hecho, él había aprendido de su padre todo lo que sabía y había hecho de esa pasión su carrera.
El caso era que no tenía elección; si no quería que su irresponsable hermano se quedase con Bellbrae, tenía que casarse. ¿Y con quién mejor que con Layla Campbell, que había crecido allí, igual que él?
Mentiría si dijera que no se había fijado en lo bonita que era. No era una belleza clásica, pero su largo cabello castaño, su blanca piel y sus ojos verdes grisáceos le daban un aire etéreo y la hacían tremendamente cautivadora.
Además, si su hermano vendiese la propiedad, se perdería el legado de su abuelo y de su padre. Durante todos esos años Logan había pasado horas y horas sentado en el estudio de su padre, leyendo los mismos libros que él había leído y había escrito con la pluma que solía utilizar para poder sentirse un poco más cerca de él. Había sido su manera de aferrarse a su recuerdo.
La relación con su abuelo no había sido tan estrecha como debería haber sido, pero el haber perdido a su padre en la adolescencia había hecho que detestara su forma anticuada de educar. No se había dado cuenta de que él no necesitaba que hiciera de padre suplente, que jamás podría sustituir a su padre. Lo había irritado tremendamente que su abuelo hubiera intentado controlar cada decisión que tomaba, cada cosa que hacía, e incluso con quién se relacionaba. Esa actitud asfixiante solo lo había hecho añorar aún más a su padre.
Robbie lo había llevado aún peor, y él se había culpado de que su hermano pequeño se hubiera convertido en un rebelde. Había sido demasiado indulgente con él, y aunque lo había hecho en un intento por el autoritarismo de su abuelo, había sido un error. Claro que quizá siempre hubiese sido demasiado indulgente con su hermano. Desde que su madre los había dejado había intentado llenar ese vacío, pero estaba claro que había fracasado.
Hacía poco había descubierto la magnitud del problema que Robbie tenía con el juego, un problema que le había llevado a acumular una deuda astronómica. Y en cuanto a Bellbrae, no, Robbie no estaba tan unido como él a aquel lugar, y sí, estaba convencido de que vendería al mejor postor el que había sido el hogar de su familia durante siglos.
Capítulo 2
TIENES que negarte –le dijo a Layla su mejor amiga, Isla, por teléfono esa tarde–. O acabarás con el corazón roto.
–Pero es que también me rompería el corazón que el hermano de Logan vendiera Bellbrae –replicó ella–. Es el único hogar de verdad que he conocido. Llevo catorce años aquí; es parte de mí. No podría soportar que pase a otras manos. Pertenece a Logan; no estuvo bien que su abuelo pusiera esa condición en su testamento.
–¿Tienes idea de por qué lo hizo?
Layla suspiró, dejando caer los hombros.
–Logan había dejado muy claro que no tenía intención de volver a comprometerse. Perder a Susannah fue un golpe durísimo para él. Oí varias veces a su abuelo insistirle en que tenía que rehacer su vida, pero a Logan no le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Y una vez ha tomado una decisión, no hay vuelta atrás.
–Ya. ¿Y ahora ha decidido que tienes que casarte con él porque le conviene? –le espetó Isla con sarcasmo.
–Bueno, en cierto modo fui yo quien le dio la idea, pero los dos amamos este lugar y sabemos lo impulsivo que Robbie puede llegar a ser. Él no está tan unido a Bellbrae como nosotros. Le parece un sitio aburrido, frío y demasiado aislado. Por eso tenemos que evitar que caiga en sus manos, aunque tengamos que renunciar a un año de nuestras vidas con ese falso matrimonio.
–¿Y seguro que solo será un matrimonio sobre el papel? –inquirió Isla–. Porque Logan tiene sangre en las venas y tú eres joven y guapa. ¿No te parece que vivir bajo el mismo techo podría complicar las cosas?
Layla dejó escapar una risa forzada.
–Eso de que soy guapa es mucho decir. Además, no me imagino a Logan sintiéndose atraído por mí. No soy precisamente su tipo. De hecho, dudo que sea el tipo de nadie.
–Eres demasiado dura contigo –replicó Isla–. No deberías dejar que las secuelas del accidente te hagan sentirte menos atractiva. Y sí, a veces puede pasar que un par de amigos acaben siendo