E-Pack Bianca abril 2 2020. Varias Autoras

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу E-Pack Bianca abril 2 2020 - Varias Autoras страница 5

Автор:
Серия:
Издательство:
E-Pack Bianca abril 2 2020 - Varias Autoras Pack

Скачать книгу

con el otro y guardamos las distancias, y a veces creo que ni siquiera me ve cuando pasa a mi lado, igual que si fuera un mueble.

      –Sea como sea espero que no acabe haciéndote daño –le reiteró Isla–. Me gustaría que fueras tan feliz como lo soy yo. Aún no puedo creerme lo maravilloso que es estar casada con Rafe, sabiendo que me quiere más que a nada en el mundo. Estamos tan ilusionados con lo del bebé. Estamos deseando que nazca.

      –Yo también me alegro mucho por vosotros.

      A Layla se le hacía difícil no sentir celos de la felicidad de su amiga. A pesar de que su relación con Rafe había tenido un comienzo difícil, el final no habría podido ser más feliz y ahora iban a tener un bebé. ¿Podría llegar ella a experimentar alguna vez esa felicidad?

      Logan estaba paseando por los jardines que rodeaban el flanco sur del castillo. Las hojas que habían perdido los viejos árboles crujían bajo sus pies. Los vivos tonos de rojo, bronce y amarillo en sus copas eran como salpicaduras de pintura en el paisaje. Para él, cada estación albergaba una magia especial en aquel lugar. Pero a menos que Layla accediera a casarse con él, tendría que decirle adiós a Bellbrae para siempre.

      Se detuvo para esperar a Flossie, la vieja perra de raza border collie de su abuelo. Estaba olisqueando entre las raíces de un anciano roble que sobresalían de la tierra como tendones.

      –¡Vamos, Floss! –la llamó, dándose unas palmadas en el muslo.

      La perra fue hacia él bamboleándose, con la lengua fuera y moviendo la cola. Logan se agachó para rascarle entre las orejas, y se le hizo un nudo en el estómago al pensar qué sería de ella si Bellbrae acabara en manos de Robbie. La vieja perra no podría soportar que se la llevasen a vivir a otro sitio, y Robbie no querría quedarse con ella.

      Cuando se incorporó de nuevo vio la esbelta figura de Layla a lo lejos, entre los árboles. En ese momento, como si hubiese sentido su presencia, giró la cabeza, y al verlo se arrebujó en su abrigo y echó a andar hacia él.

      –Estaba buscando a Flossie –dijo, echándose el pelo hacia atrás por encima del hombro–. Me preocupaba que hubiera salido sola y se pudiera perder.

      Logan echó a andar también hacia ella para que Layla no tuviera que sortear las traicioneras raíces de los árboles que sobresalían del suelo.

      –La he sacado para que se aireara un poco; perdona por haberte preocupado –le respondió, deteniéndose cuando se encontraron a medio camino. Se giró un momento para mirar a Flossie, que se acercaba renqueando–. La pobre está ya muy torpe, ¿verdad?

      Cuando Layla se acuclilló para acariciar al animal, su cabellera se desparramó hacia delante, y Logan se sintió tentado de alargar la mano para tocar su pelo y averiguar si era tan sedoso como parecía. No, tenía que contenerse, se dijo apretando los puños. Si Layla aceptaba casarse con él, sería un matrimonio únicamente sobre el papel.

      –Sí, dio un bajón tremendo después de que tu abuelo falleciese –respondió ella–. Lo echa de menos, ¿verdad que sí, bonita? –le susurró con cariño al animal, acariciándolo de nuevo. Se incorporó y, mirando a Logan a los ojos, añadió–: Todos lo echamos de menos.

      Por un momento Logan se preguntó si su abuelo no habría planeado aquello desde el principio: un matrimonio entre Layla y él. Había pasado mucho tiempo con ella durante sus últimos meses de vida. Y le había hecho ese préstamo que ella había mencionado. De hecho, había sido Layla quien había sugerido lo del matrimonio de conveniencia cuando habían hablado en los aposentos de su abuelo. ¿Habría sido algo deliberado, o algo que se le había ocurrido de manera espontánea por su amor a Bellbrae?

      ¿Cómo podía estar dudando así de ella? Layla era parte de la familia, o casi. No podía imaginarse Bellbrae sin ella. Y había sido él quien había sugerido que ella podría ayudarlo a evitar que perdiese su herencia casándose con él.

      –¿Hablaste alguna vez con mi abuelo sobre las condiciones que me impuso en su testamento?

      Ella abrió mucho los ojos, como ofendida, y levantó la barbilla.

      –¿Qué estás sugiriendo, que fue cosa mía que incluyera esas condiciones?

      Logan encogió un hombro con fingida indiferencia.

      –Ese matrimonio de conveniencia sería muy beneficioso para ti; te ayudaría a ascender en la escala social.

      Layla dejó escapar una risa despectiva.

      –Pues para que te enteres: no pienso casarme contigo. Iría contra mis principios casarme con alguien tan rematadamente esnob como tú.

      Se giró y echó a andar deprisa para volver al castillo, pero Logan le dio alcance en un par de zancadas y la agarró por la muñeca.

      –¡No, espera! –le suplicó.

      De pronto se fijó en lo pequeña que era su muñeca, tan pequeña que sus dedos se solapaban, y en el aroma a flores y cítricos de su pelo. Sus ojos echaban chispas y tenía los labios apretados.

      –Perdóname –se disculpó soltándola–, eso ha sido muy grosero por mi parte.

      –Pues sí, me has insultado. Lo último que quiero es que pierdas Bellbrae, pero me niego a casarme con alguien que desconfía de mí de esa manera.

      –Solo puedo pedirte perdón de nuevo; lo que he dicho ha sido una estupidez –le reiteró Logan, y escrutó su rostro, confiando en que su expresión se suavizara.

      Layla pareció ablandarse un poco, aunque solo un poco.

      –Disculpa aceptada –le dijo a regañadientes. Carraspeó y añadió–. Pero hay otra cosa que me resulta molesta: estás dando por hecho que no tengo pareja.

      Logan sintió como si un puño invisible lo golpeara en el pecho, y por un momento se quedó sin aliento. La verdad era que no sabía demasiado de su vida personal.

      –¿Tienes pareja? –le preguntó, aunque no estaba seguro de querer oír la respuesta.

      Ella bajó la vista y sus mejillas se tiñeron de rubor.

      –Ahora mismo no.

      Se hizo un incómodo silencio, roto solo por el ruido de las hojas que alfombraban el suelo, empujadas por una fría brisa que se levantó de repente. Layla miró a la vieja perra, que se había echado a los pies de Logan.

      –¿Qué pasará con Flossie si Robbie hereda Bellbrae? –le preguntó a Logan con inquietud–. ¿Te la llevarías a vivir contigo?

      –Está demasiado mayor para adaptarse a otro sitio, y además yo paso mucho tiempo fuera, de viaje –le contestó el con un suspiro–. Probablemente hará que la sacrifiquen.

      Layla tragó saliva y alzó la vista hacia él, espantada.

      –No podemos dejar que eso pase. Puede que esté mayor y casi ciega, pero aún disfruta de la vida y tu abuelo se revolvería en su tumba si…

      –Si de verdad le preocupaba Flossie, ¿por qué puso esas condiciones en su testamento? –la cortó Logan, sin poder reprimir su frustración.

      Layla se mordió el labio.

Скачать книгу