Violencia contra los periodistas. Marisol Cano Busquets

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Violencia contra los periodistas - Marisol Cano Busquets страница 25

Автор:
Серия:
Издательство:
Violencia contra los periodistas - Marisol Cano Busquets

Скачать книгу

para el ejercicio de la profesión (Carpentier, 2005, p. 204).

      McQuail anota que existe evidencia clara sobre el amplio reconocimiento que hay entre los periodistas de un mismo conjunto de valores, aun cuando su real universalidad y realización práctica estén limitadas. Se trata de los valores que, de acuerdo con McQuail, han guiado al periodismo en sus momentos más altruistas, al menos como aspiración:

      i. Apego a la verdad y a la razón.

      ii. Apego a la justicia con respecto a la ley, a la justicia social con respecto a la distribución del bienestar en la sociedad y justicia en las relaciones interpersonales.

      iii. Preocupación por los más pobres y necesitados, por las víctimas de la sociedad en general y por las víctimas de infortunios.

      iv. Apoyo y visibilización de la solidaridad, vínculo con toda la comunidad, representación de la audiencia.

      v. Valentía al revelar lo que no está bien hecho y al hacer frente a las presiones que buscan que se silencie o suprima información.

      vi. Habilidad en el arte de comunicar.

      vii. Apego a la independencia y a la autonomía en el actuar como institución, como organización y como profesionales (McQuail, 2013, p. 212).9

      Por su parte, Deuze (2005, p. 447) identifica cinco grandes ejes en los que podrían categorizarse esos valores ideales del periodismo, a partir de un análisis de los estudios recientes sobre el tema:

      i. Prestan un servicio público como sabuesos y vigilantes en su actividad de recoger, producir y difundir información. La relación del periodista con la sociedad se cimienta en este valor y permite analizar cómo el contenido de los medios se conecta con los intereses de la sociedad.

      ii. Son imparciales, neutrales, objetivos, justos y creíbles.

      iii. Deben gozar de autonomía editorial, libertad e independencia frente a asuntos políticos, corporativos, comerciales y de la propiedad de los medios.

      iv. Tienen un sentido de la inmediatez, la actualidad y la velocidad (inherentes en el concepto de noticia), de ahí su capacidad de tomar decisiones rápidas y de trabajar bajo presión.

      v. Tienen un sentido de la ética, validado y legitimado. La autorregulación en la actividad periodística se considera una garantía para el comportamiento ético de quienes la ejercen.

      El ideal de prestar un servicio público es, sin duda, uno de los componentes más poderosos de la ideología del periodismo. Entre los periodistas se comparte la sensación de estar haciendo el trabajo por la gente y, de alguna manera, se sienten sus representantes (Deuze, 2005, p. 447). Lo anterior tiene que ver con la idea de entender los medios como fuentes de información, experiencia y conocimiento, en cuyo trasfondo están las responsabilidades sociales de los medios informativos que han sido bien documentadas y establecidas en la doctrina contemporánea del servicio público del periodismo (Deuze, 2005, p. 454).

      Autores como Kovach y Rosenstiel, a partir del caso de Estados Unidos, aportan nueve elementos del periodismo, como ellos los denominan, los cuales pueden equipararse con sus valores esenciales:

      i. La primera obligación del periodismo es la verdad.

      ii. Debe lealtad ante todo a los ciudadanos.

      iii. Su esencia es la disciplina de la verificación.

      iv. Debe mantener su independencia con respecto a aquellos de quienes informa.

      v. Debe ejercer un control independiente del poder.

      vi. Debe ofrecer un foro público para la crítica y el comentario.

      vii. Debe esforzarse por que el significante sea sugerente y relevante.

      viii. Las noticias deben ser exhaustivas y proporcionadas.

      ix. Debe respetar la conciencia individual de sus profesionales (Kovach y Rosenstiel, 2003, p. 18).

      Estos valores, por su parte, comprometen una serie de habilidades del buen periodista, que le dan identidad al campo y se constituyen en argumentos necesarios a la hora de evaluar la importancia del ejercicio de esta actividad para la sociedad:

      i. Conocimiento detallado acerca de uno o más campos de reportería de cara a ser capaz de hacer una revisión experta de los argumentos, reconocer contextos y problemas.

      ii. Reflexión sistemática orientada a ser capaz de ganar independencia frente a opiniones y manipulaciones de parte de políticos, empresas, compañías de lobby, víctimas que parecen serlo pero no lo son y mucho más.

      iii. Aproximación analítica y distancia de los tópicos sobre los que se hace cobertura, así como del medio, las prácticas periodísticas y el sistema mediático. Lo anterior fundamenta la libertad periodística y la responsabilidad. (Nowak, 2009, p. 93).10

      A estos valores, como resulta lógico, hay que darles una ubicación ideológica, temporal y contextual (Bogaerts y Carpetier, 2013, p. 63). Finalmente, y en contraste de quienes consideran que los valores ideales típicos de periodismo resultan de alguna manera ingenuos, unidimensionales y muchas veces nostálgicos (Deuze, 2005, p. 458), la adopción de una ideología del periodismo como depositario de la confianza pública no debería ser descartada por ideológica o por altruista, ya que es un concepto históricamente específico del papel del periodista en la sociedad, con consecuencias para la práctica del periodismo y para la relación de los medios con otras instituciones sociales (Hallin y Mancini, 2008, p. 33).

      A lo largo de su historia el periodismo ha sabido responder a los cambios tecnológicos dados en la industria mediática, pero nunca antes el surgimiento de un fenómeno como internet, y su paralela revolución cultural, lo habían tocado con tal intensidad, problematizando en gran medida sus relaciones y su ubicación en la sociedad.

      La globalización ha traído profundas consecuencias para el periodismo y los medios informativos tanto en términos de estructura, organización y funcionamiento como de relación con las normas y los valores que caracterizan la práctica periodística. Este impacto viene siendo estudiado con distintos enfoques y énfasis por una gran cantidad de académicos en todo el mundo.

      El comienzo del siglo XXI revela lo que para algunos es una crisis existencial del periodismo. Se cataloga así desde una perspectiva cultural en la medida en que se han ampliado las voces en la esfera pública y se ha descentrado la identidad ganada a lo largo de la historia. Es un momento en el que se hacen preguntas como “qué es el periodismo en la era de Twitter y Wikileaks, en la era del contenido generado por el usuario, del cuasi-periodismo de los 140 caracteres, de la proliferación de canales que no requieren de periodistas profesionales” (McNair, 2013, p. 77). Lo que está en el centro de la cuestión es qué distingue la actividad profesional del periodismo de otra que no lo es en una esfera pública globalizada, porque en las posibles respuestas radica también otro asunto de debate: quienes ejercen el periodismo cómo pueden reclamar hoy los privilegios y la protección que yacían en el respeto y la confianza que había ganado el cuarto poder en la democracia. Esto tiene que ver también con el surgimiento de un nuevo conjunto de normas y valores que trascienden las fronteras nacionales y culturales, que se globalizan y que confrontan los paradigmas establecidos para la institución de la prensa (Steel, 2012, p. 61). Aun así, hay quienes plantean que a pesar de las enormes transformaciones vividas en el siglo

Скачать книгу