El ministerio médico. Elena G. de White

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El ministerio médico - Elena G. de White Biblioteca del hogar cristiano

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       Monumentos para Dios

      Nuestros sanatorios han de ser, en todos sus departamentos, monumentos para Dios, instrumentos suyos para sembrar las semillas de la verdad en los corazones humanos. Lo lograrán si son debidamente dirigidos.–TI 6:229.

       Reformar las prácticas médicas

      El uso de las drogas en nuestras instituciones es contrario a la luz que al Señor le ha placido darme. El negocio de la droga ha hecho más daño a nuestro mundo y ha matado a más personas de las que ha ayudado o curado. Según la luz que se me dio al principio en cuanto a por qué debían establecerse estas instituciones, esto es, los sanatorios, era para reformar las prácticas médicas de los facultativos.–Carta 69, 1898.

       Un honor para Dios

      El Dios del cielo es honrado por una institución manejada en esta forma. El sanatorio de ----- fue establecido de acuerdo con el plan divino, para que los hombres y las mujeres pudieran comprender mejor las virtudes del árbol de la vida. En su misericordia, Dios ha hecho del sanatorio tal poder en el alivio del sufrimiento físico, que miles son atraídos a él para ser curados de sus malestares; y muy a menudo, no sólo se curan físicamente, sino que reciben del Salvador el perdón de sus pecados y se identifican completamente con Cristo, con sus intereses y su honor. Sus pecados les son quitados y puestos en la cuenta de Cristo. Su justicia les es imputada. El bálsamo sanador se les aplica al alma. Reciben la gracia de Cristo y salen a impartir a otros la luz de la verdad. El Señor hace de ellos sus testigos. El testimonio de ellos es: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” [2 Cor. 5:21]. Ellos nunca olvidan las oraciones, los himnos de alabanza y agradecimiento que escucharon mientras estuvieron en el sanatorio. ¿Nos damos cuenta de cuánto es glorificado Dios por medio de esta obra?–Carta 38, 1899.

       Para exaltar a Cristo

      El propósito de nuestras instituciones de salud no es, por encima de todo, el mismo de los hospitales. Las instituciones de salud conectadas con la obra final del evangelio en la tierra representan los grandes principios del evangelio en toda su plenitud. Debe revelarse a Cristo en todas las instituciones que tienen relación con la obra final, pero ninguna de ellas puede hacerlo tan plenamente como la institución de salud donde el enfermo y doliente viene para hallar alivio y liberación de sus malestares tanto físicos como espirituales. Muchos de estos, como el paralítico de antaño, necesitan el perdón del pecado primeramente [Mat. 9:2]; y después aprender lo que significa “vete, y no peques más” [Juan 8:11].

      Si un sanatorio relacionado con este mensaje final no exalta a Cristo y los principios del evangelio como se muestran en el mensaje del tercer ángel, fracasa en su característica más importante y contradice el objeto mismo de su existencia.–RH 29/10/1914.

       Cristo otorga alivio y curación

      Se me ha dado la instrucción de que en nuestras instituciones debemos guiar a los enfermos a esperar grandes cosas debido a la fe del médico en el gran Sanador, quien en los años de su ministerio terrenal fue por las ciudades y villas de la tierra sanando a todos los que vinieran a él. Ninguno fue enviado de vuelta vacío; él los sanó a todos. Permítase que el enfermo comprenda que, aunque invisible, Cristo está presente para traer alivio y curación.–Carta 82, 1908.

       Despertar fe en el gran Sanador

      Como seguidores de Cristo, debemos trabajar con todos los métodos racionales para predicar el evangelio de la verdad presente. Tenemos que dar evidencia, no solamente por medio de palabras sino por acciones, de que Cristo está deseoso hoy de unirse con sus ministros devotos para sanar al enfermo y doliente. El Señor restaurará en la mente de sus obreros una ardiente fe en su poder. Cuando crezcamos en la fe del evangelio de Cristo y la estimulemos como se presenta en la Palabra de Dios, habrá en nuestros sanatorios, no solamente un conocimiento práctico de cómo tratar a los enfermos de acuerdo con los principios correctos, también habrá una manifestación de la fe viviente en Dios que guiará a los obreros a apoyarse en el gran Médico para obtener ayuda divina. Y el Señor vendrá para ayudar a los tales en respuesta a su fe en el poder divino.

      Por el hecho de tener sanatorios para la curación de los enfermos no debemos cesar de pedir la ayuda del gran Sanador. Cuando se nos llama insistentemente a establecer sanatorios, no es únicamente para que dependamos de los remedios sencillos que se utilizan en ellos, sino para que dirijamos a los afligidos al gran Sanador de la enfermedad. Debemos rogar que su poder obre en armonía con nuestros servicios médicos. La obra de nuestro sanatorio sería mucho más exitosa si los médicos leyeran la Palabra más fervientemente y colocaran sus preceptos en práctica, si predicaran el reino de Dios y oraran por la gracia sanadora de Cristo, para que esta venga a los afligidos.

      Presentemos el evangelio al enfermo, ligando a Jesús, el gran Sanador, con los remedios sencillos que se usan; y nuestra fe viviente obtendrá respuesta. Pero los que se allegan al gran Sanador deben estar dispuestos a hacer la voluntad de él, a humillar su alma y a confesar sus pecados. Al asirnos del poder divino con una fe que no sea negada, veremos la salvación de Dios.

      Cristo declaró que vino a rescatar la vida de los hombres. Los seguidores de Cristo han de hacer esta obra, y deben hacerla con los medios más sencillos. Se debe enseñar a las familias cómo cuidar de los enfermos. La esperanza del evangelio debe revivir en el corazón de hombres y mujeres. Debemos buscar atraerlos al gran Sanador. Que los médicos obren inteligentemente en el desempeño del ministerio de curación, no con drogas, sino siguiendo métodos racionales. Entonces, por medio de la oración de fe, que se cimienten en el poder de Dios para detener el progreso de la enfermedad. Esto inspirará en los dolientes fe en Cristo y en el poder de la oración, y les dará confianza en nuestros métodos sencillos de tratar la enfermedad. Tal obra será un medio de dirigir las mentes a la verdad, y será sumamente eficaz en la obra del ministerio evangélico.–Carta 126, 1909.

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       Para estudio adicional

       Los métodos de servicio de Cristo: CSS 27, 30, 31-34; 313-315; 497-499; 527-530; MC 11-32, 49-63, 102.

       Cristo nuestro ejemplo en la sencillez: CSS 316, 317.

       Objetivos y blanco de los sanatorios: CSS 200-251 [JT 2:465-476]; CSS 268-270 [TI 7:95-97]; TI 8:192-203.

       Los sanatorios y la obra evangélica: CSS 209-211.

       El peligro más grande en la obra de los sanatorios: TI 1:487, 488.

       Responsabilidad por el cuerpo y el alma

      Cada médico, ya sea que lo reconozca o no, es responsable tanto por el alma como por el cuerpo de sus pacientes. El Señor espera de nosotros mucho más de lo que nosotros solemos esperar de él. Cada médico debiera ser un

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