El ministerio médico. Elena G. de White

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El ministerio médico - Elena G. de White Biblioteca del hogar cristiano

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cumpliendo las palabras de la oración del Señor: “Venga tu reino” [Mat. 6:10]. Unidos con Cristo en Dios, revelaremos al mundo que así como Dios escogió a su Hijo para ser su representante sobre la tierra, del mismo modo Cristo nos ha escogido para representar su carácter. Todo el que tiene una fe genuina en Cristo Jesús lo representará en carácter...

       Hacia las alturas de la fe

      Nuestros obreros médicos misioneros deben elevarse a alturas que puedan ser alcanzadas sólo por una fe viviente y activa. En este tiempo de nuestra historia, los hombres que están a la cabeza de la obra no deben permitir que prevalezca una confusión sentimental con relación a lo que en realidad se debe esperar de los misioneros médicos que son enviados por Dios. Debe haber una comprensión más definida y clara de lo que abarca la obra médico misionera. Se la debe definir como situada en un plano sumamente más elevado, y como fuente de resultados de un orden mucho más santificado, antes que Dios pueda aceptarla como genuina. Los que desean honrar a Dios no mezclarán los planes de política mundana con los planes del Señor para tratar de lograr los resultados que Dios ordena que esta obra alcance...

      Nuestra obra está definida con claridad. Como el Padre envió a su Hijo unigénito a nuestro mundo, de esta forma Cristo nos envía [Juan 17:18], sus discípulos, como sus obreros médicos misioneros. Debemos cumplir la voluntad de Dios al cumplir esta misión exaltada y santa. Ni la mente ni el juicio de un hombre deben ser nuestro criterio en cuanto a qué constituye la verdadera obra médico misionera...

      La verdadera obra médico misionera es de origen celestial. No se originó en ningún ser humano. Pero en conexión con ella vemos tanto que deshonra a Dios, que se me ha instruido a decir: La obra médico misionera es de origen divino y tiene una gloriosa misión que cumplir. Debe estar en conformidad con la obra de Cristo en todo su alcance. Los que obran en unanimidad con Dios representarán el carácter de Cristo en forma tan segura como Cristo representó el carácter de su Padre mientras estuvo en este mundo.

       Limpios de mundanalidad

      Se me ordena decir que Dios tendrá una obra médico misionera limpia de la impureza de la mundanalidad y elevada para permanecer en su verdadera posición ante el mundo. La influencia de esta obra se destruye cuando se mezclan con ella ardides que ponen en peligro las almas. Por eso, al llevarse a cabo la obra médico misionera, se han suscitado muchas perplejidades que demandan nuestra consideración cuidadosa...

      Nada será de más ayuda para nosotros en esta etapa de nuestra obra que comprender y cumplir la misión del más grande Médico misionero que alguna vez pisara la tierra; nada nos ayudará más a comprender cuán sagrada es esta clase de labor y cuán perfectamente corresponde con el trabajo de la vida del gran Misionero. El blanco de nuestra misión es el objeto mismo de la misión de Cristo. ¿Por qué envió Dios a su Hijo a este mundo caído? Para dar a conocer y demostrar a la raza humana su amor por ellos. Cristo vino como Redentor. Durante todo su ministerio debía mantener en forma exaltada su misión para salvar a los pecadores...

      El propósito de Dios al delegar a los hombres y mujeres la misión que encomendó a Cristo es liberar a sus seguidores de toda política mundana y darles una obra idéntica a la obra que Cristo hizo.–Manuscrito 130, 1902.

       La fuente del éxito

      El Señor nos ha instruido respecto a que todos nuestros sanatorios deben ser dirigidos, no como si el éxito de la obra hecha se debiera a la habilidad o al conocimiento de los médicos, sino al poder divino unido al médico. El Gran Sanador debe ser magnificado. Debe demostrarse que el favor de Dios está en la institución debido a que allí se respetan los principios de la reforma a favor de la salud y se reconoce a Cristo como el Médico Jefe. En el pasado nuestros sanatorios han sido un medio de bendecir y de mejorar a la humanidad, y continuarán siéndolo si se manejan en la forma debida. Si la verdad se representa de un modo correcto, los que patrocinan nuestros sanatorios sabrán mucho de sus principios, y muchos se convertirán. Estas instituciones me han sido presentadas como haces de luz que muestran la verdad como es en Jesús. El Señor Jesús es el gran Ministro de la curación y su presencia en nuestras instituciones ha tenido sabor de vida para vida. Cristo vino al mundo como el gran Médico de la raza humana. Nuestros sanatorios, doquiera estén establecidos, deben ser fuerzas educadoras. El Señor se complacería de ver que ustedes y sus colaboradores organizan su obra para que lleve a cabo un trabajo más especial en las líneas religiosas.

      Ha sido maravilloso el resultado del plan de Dios en el establecimiento de tantas instituciones de salud. La intemperancia de toda clase está tomando al mundo cautivo, y los que son verdaderos educadores en este tiempo, los que instruyen con abnegación y sacrificio propio, tendrán su recompensa. Ahora es nuestro tiempo, ahora es nuestra oportunidad para hacer una obra bendecida.–Carta 50, 1909.

       Tipos del poder salvador de Dios

      En nuestras instituciones médicas misioneras debe ponerse a la gente en contacto con las verdades especiales para este tiempo. Dios dice que habrá instituciones establecidas bajo la supervisión de hombres que han sido sanados por su creencia en la Palabra de Dios, y que han vencido sus defectos de carácter. En el mundo se ha hecho toda clase de provisión para el alivio de la humanidad enferma, pero la verdad en su sencillez debe presentarse a estos dolientes por medio de hombres y mujeres leales a los mandamientos de Dios. Deben fundarse en todo el mundo, manejadas por gente que esté en armonía con las leyes de Dios, que coopere con Dios en presentar la verdad que determina el caso de cada alma por la que Cristo murió...

      Toda la luz del pasado, que brilla hasta el presente y que se extiende hasta el futuro, como está revelada en la Palabra de Dios, es para cada alma que viene a nuestras instituciones de salud. El Señor desea que los sanatorios establecidos entre los adventistas del séptimo día sean símbolos de lo que puede hacerse a favor del mundo; tipos del poder salvador de las verdades del evangelio. Deben ser canales para el cumplimiento de los grandes propósitos de Dios a favor de la raza humana.

      Las palabras escritas por Moisés guiado por el Espíritu de Inspiración pertenecen al pueblo de Dios y a sus instituciones de esta generación tanto como a las del antiguo Israel:

      “Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo único de entre todos los pueblos que están sobre la tierra” [Deut. 7:6].

      “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó... Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque ésta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es ésta. Porque, ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” [Deut. 4:5-8]

      Ni siquiera estas palabras son capaces de alcanzar la grandeza y la gloria del propósito de Dios que su pueblo debe cumplir.–Manuscrito 166, 1899.

       El más alto objetivo

      Se necesitan sanatorios en los cuales se realice una obra médica y quirúrgica de éxito. Esas instituciones, conducidas de acuerdo con la voluntad de Dios, quitarán el prejuicio y expondrán nuestra obra a una notoriedad favorable. El más alto objetivo de los obreros de estas instituciones debe ser la salud espiritual de los pacientes. Puede hacerse una obra evangelizadora exitosa en conexión con la obra médico misionera. Es en la unión de estas

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