Ley y justicia en el Oncenio de Leguía. Carlos Ramos

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la organización de un campeonato sudamericano de fútbol46. No debe olvidarse que bajo el gobierno de Leguía se crean muchas instituciones deportivas como, bajo el auspicio del gobierno, la Federación Peruana de Fútbol y la Federación Universitaria de Deportes. Asistimos al mismo tiempo al deslumbramiento del gran público ante las flamantes funciones cinematográficas y la popularización del fonógrafo. Los cines Valentino y Unión anunciaban las películas en El Comercio, La Crónica y La Prensa. Uno de esos filmes, The Gold Rush o La quimera del oro, película de Chaplin, estrenada en Lima en esos años, curiosamente aludía a esa suerte de insania publicitaria que se montó para los dos centenarios nacionales, el de 1921 y el de 1924. La actividad teatral, sin embargo, no decae. Los teatros Variedades, Iris, Marsano y Leguía publicitan con grandes avisos gráficos los dramas pasionales.

      Abogados, profesores, médicos y, tímidamente, ingenieros, empiezan a engrosar las hasta entonces delgadas capas de los sectores medios, cuya cuantía y poder de decisión se incrementará fuertemente bajo el Oncenio. Dentistas y farmacéuticos no vacilaban ofrecer a través de la prensa, que estrena ilustraciones, servicios y productos milagrosos cuyos avisos publicitarios prometían curar la dispepsia, aniquilar el insomnio y poner fin a los nervios con las «píldoras doradas del doctor Williams», las mismas que, en el mensaje convincente del anuncio publicitario, «han curado a miles», «vienen curando a miles» y «esperan curar a varios miles más entre los cuales se halla Usted». El progreso tecnológico hacía su parte, pues muchos inventos se incorporan plenamente a la vida doméstica: la máquina de escribir (que nace y muere con el siglo veinte), el reloj personal, las bombillas eléctricas, la lejía para ropa y la cerveza industrial. El automóvil asume una presencia cotidiana dentro del paisaje urbano como imagen motriz de posición social.

      La variación que experimenta la mentalidad social durante esta época se halla emparentada con la fuerte admiración que despiertan los Estados Unidos. Durante el Oncenio, esa fascinación la fomentaban las maquinarias de la Foundation Company, que tendían con asombrosa rapidez las pistas de cemento y levantaban construcciones por doquier. Dicha admiración la propagaban los cines con sus películas de Hollywood

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