Ley y justicia en el Oncenio de Leguía. Carlos Ramos

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Ley y justicia en el Oncenio de Leguía - Carlos Ramos страница 10

Автор:
Серия:
Издательство:
Ley y justicia en el Oncenio de Leguía - Carlos Ramos

Скачать книгу

gama de elementos políticos, ideológicos y sociales que definen —nunca mecánicamente— esa etapa señorial de nuestra historia. La República aristocrática no podía consistir en la sola cancelación del sufragio a los analfabetos.

      38 Resulta emblemático el discurso de Leguía pronunciado en enero de 1928 ante una delegación de obreros cusqueños, ante quienes proclama que su deber de gobernante y patriota «está en todas partes: en la suntuosa capital de los virreyes, como en la modesta villa andina o en la frágil barraca de las selvas». Véase Leguía, Selección de discursos pronunciados, ob. cit., pp. 16-17. Ello no obsta para que se cuente entre los militantes del Partido Democrático Reformista del «redentor de la Raza indígena» a gamonales serranos como el representante por Ayaviri, Celso Macedo Pastor, y el representante de Azángaro, Angelino Lizares Quiñones, responsables de masacres de indígenas. Véase Ramos Zambrano, Augusto (1990). Tormenta altiplánica. Rebeliones indígenas en Lampa. Lima: Concytec.

      39 Leguía, Colección de discursos pronunciados, ob. cit., pp. 70-72.

      40 Klaren, Peter (1978). Las haciendas azucareras y los orígenes del APRA. Lima: IEP; Pareja (1978).

      41 Según Dora Mayer, en un pasaje poco conocido —y arbitrario—, Leguía favorecía el crecimiento de las fuerzas comunistas en el territorio nacional y daba carta blanca a Mariátegui, «pariente lejano de Leguía», para que las revistas Amauta y Labor «circulen con pasaporte oficial». Véase Mayer de Zulen, ob. cit., p. 86. El lema «Peruanicemos el Perú» no sería sino una estrategia para sovietizar el Perú, «dándonos un triste comunismo ruso por el valioso comunismo de nuestros primeros padres suramericanos» (ibídem, p. 80). Abelardo Solís salió al frente de tal imputación y declaró que Mariátegui «ha sido el blanco de las iras del despotismo». Véase Solís, Abelardo (1934). Once años (p. 116). Lima: Taller San Martín.

      42 En otros textos se ha insistido hasta el hartazgo en la deportación de Haya de la Torre, el extrañamiento de Mariátegui y las dificultades que encontraban publicaciones como Labor y Amauta para su difusión.

      43 Sánchez, Luis Alberto (1969). Testimonio personal. Memorias de un peruano del siglo XX (I, p. 281). Lima: Villasán.

      44 Chavarria, Jesús (1979). Jose Carlos Mariategui and the Rise of Modern Peru, 1890-1930 (p. 36). Albuquerque: University of New Mexico Press.

      45 Una reconstrucción precisa trae Steve Stein y sus colaboradores en Lima obrera, 1900-1930. Ver Stein, Steve (ed.) (1986). Lima obrera, 1900-1930 (I, pp. 119-162). Lima: El Virrey. Véase también el artículo: Deustua, José (1981). El fútbol y las clases populares (I). De la Inglaterra victoriana al Perú de Leguía. Marka, 23 de agosto, p. 11.

      46 Leguía, Colección de discursos pronunciados, ob. cit., pp. 34-35. Una historia del deporte y, particularmente, del balompié —que está aún por hacerse— consagraría, sin duda, muchas páginas al Oncenio.

      47 Sánchez, Testimonio personal, ob. cit., I, p. 194.

      48 Ibídem, I, p. 281.

      49 Villanueva, Víctor (1977). Así cayó Leguía (pp. 33-34). Lima: Retama.

      50 Stein, Lima obrera, ob. cit., II, p. 158.

      51 Sánchez, Testimonio personal, ob. cit., I, p. 165.

      52 Ibídem, I, pp. 165-166.

      53 Ibídem, I, pp. 166-167.

      54 Ibídem, I, p. 167.

      55 Ibídem.

      56 Que, tras relegar paulatinamente al Club Nacional, pasa a ser el centro preferido de la alta burguesía limeña. Teddy Crownchield Soto Menor, el distraído personaje de la novela de José Diez Canseco, Duque (1928), que hablaba en inglés, jugaba rugby y golf y bebía pale ale, y cuya psicología se distancia de la mentalidad señorial del Club Nacional, justamente tiene como su ambiente natural al Country.

      57 Garret ha contabilizado que a lo largo del Oncenio solo doce ministros leguiistas se hallaban afiliados al Club Nacional. Véase Garret, The Oncenio of Augusto B. Leguía, ob. cit., p. 77. La información insinúa que preferían el Club de la Unión, del que Alberto Salomón, Celestino Manchego Muñoz y Pedro M. Oliveira fueron directivos. Cónfer Guía Lascano (1928). El Libro de Oro. Directorio social de Lima, Callao y Balnearios para el año de 1927 (p. 10). Lima: Guía Lascano; Laos, Cipriano (1927). Lima. La ciudad de los virreyes (pp. 191-199). Lima: El Libro Peruano. Carlos Miró Quesada ya había advertido que en la endécada leguiista las inscripciones al Club Nacional decayeron rápidamente, mientras que aumentan los socios del Club de la Unión. Véase Miró Quesada, Carlos (1959). Radiografía de la política peruana (pp. 109-110). Lima: Publicaciones Peruanas.

      58 Sánchez, Testimonio personal, ob. cit., I, p. 165.

      59 Villanueva, Víctor (1972). Cien años del Ejército peruano: frustraciones y cambios. Lima: Juan Mejía Baca; Villanueva, Víctor (1973). Ejército peruano. Del caudillismo anarquista al militarismo reformista. Lima: Juan Mejía Baca; Merino Arana, Rómulo (1965). Historia policial del Perú en la República. Lima: Imprenta del Departamento de Prensa y Publicaciones de la Guardia Civil.

      60 Taylor, Lewis (1993). Gamonales y bandoleros: violencia social y política en Hualgayoc-Cajamarca [1900-1930] (pp. 1-9). Cajamarca: Asociación Editora Cajamarca.

      61 Basadre, Historia de la República del Perú, ob. cit., IX, pp. 305-310.

      62 Ibídem, V, pp. 274-276.

      63 Una muestra representativa de la literatura puede hallarse en el diario El Tiempo, vocero diligente de la Patria Nueva. Este diario organiza, hacia 1928, un concurso en torno a los veinticinco años de vida política de Leguía. Los premios fueron entregados a Percy Mac-Lean y Estenos

Скачать книгу