¿Ha enterrado la ciencia a Dios?. John C. Lennox

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¿Ha enterrado la ciencia a Dios? - John C. Lennox Pensamiento Actual

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explorar exactamente cómo es la relación entre ciencia y ateísmo, y entre ciencia y teísmo. Y en particular, si la ciencia apoya alguna de estas dos cosmovisiones diametralmente opuestas del teísmo y ateísmo.

      Examinemos ahora brevemente la historia de la ciencia para arrojar luz sobre el tema.

      LAS RAÍCES OLVIDADAS DE LA CIENCIA

      Y esto es verdaderamente llamativo a la vista de lo común que es en la literatura sobre las raíces de la ciencia contemporánea acudir primero a los griegos del siglo vi a. C. para señalar después que, para que la ciencia avanzara, la cosmovisión griega hubo de vaciarse antes de su contenido politeísta original. Volveremos al tema luego. Ahora solamente señalaremos que, aunque los griegos ciertamente fueron en muchos sentidos los primeros en hacer ciencia tal como la entendemos hoy, lo que apunta Melvin Calvin es que la visión real del universo de más ayuda a la ciencia, es decir, la visión hebrea de un universo creado y mantenido por Dios, era mucho más antigua que la cosmovisión griega del mundo.

      Esto es algo que, tomando prestado el lenguaje de Dawkins (quien, a su vez, lo tomó prestado ni más ni menos que del Nuevo Testamento), tendría que ser “gritado desde los tejados” como antídoto al rechazo sumario de Dios ya que significa que la base que sostiene la ciencia, desde la cual se ha proyectado hasta los límites del universo, tiene una profunda dimensión teísta.

      Sin embargo, Torrance apoya claramente la tesis de Whitehead: «A pesar de la desafortunada y frecuente tensión entre el progreso de las teorías científicas y los hábitos de pensamiento tradicionales de la iglesia, la teología aún puede afirmar haber dado a luz a lo largo de los siglos a las creencias e impulsos básicos responsables de la ciencia empírica moderna, aunque solo sea por medio de su incansable creencia en la fiabilidad de Dios Creador y en la máxima inteligibilidad de su creación».

      Por supuesto que es enormemente difícil saber “lo que habría ocurrido si...”, pero seguramente no es demasiado aventurado afirmar que el desarrollo de la ciencia se habría retrasado seriamente si no hubiera existido una doctrina de la teología en particular, la de la creación, doctrina común para judaísmo, cristianismo e islam. Brooke, por otro lado, alerta acertadamente ante quien exagere esta idea, pues el hecho de que una religión haya apoyado la ciencia no demuestra que sea verdadera. Lo mismo se podría decir del ateísmo.

      La

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