¿Ha enterrado la ciencia a Dios?. John C. Lennox
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Se sale del alcance de este libro considerar los diversos matices de estos y otros puntos de vista. Nos concentraremos en lo que es esencialmente común a todos ellos, tal como el astrónomo Carl Sagan expresó elegantemente en las primeras palabras de su aclamada serie de televisión Cosmos: «El cosmos es todo lo que hay, hubo, y habrá». Esta es la esencia del naturalismo. La definición de naturalismo de Sterling Lamprecht es más larga, pero vale la pena recogerla. La define así: «Postura filosófica, método empírico que considera condicionado todo lo que existe u ocurre por factores causales de un sistema natural que lo abarca todo»[37]. Por lo tanto, solamente existe naturaleza, sistema cerrado de causa y efecto. No existe un reino de lo trascendente o lo sobrenatural. No existe nada “afuera”.
Diametralmente opuesta al naturalismo y al materialismo es la visión teísta del universo, que encuentra una expresión clara en las primeras palabras del Génesis: «En el principio Dios creó los cielos y la tierra»[38]. Aquí se afirma que el universo no es un sistema cerrado sino una creación, producto de la mente de Dios, mantenido y sostenido por Él. Es una respuesta a la pregunta: ¿por qué existe el universo? Existe porque Dios causa su ser.
La afirmación del Génesis es un postulado de fe, no de ciencia, exactamente del mismo modo que la de Sagan no es una verdad científica, sino una creencia personal. Por lo tanto, la cuestión clave es, repitamos, no tanto la relación de la disciplina de la ciencia con la de la teología, como la relación de la ciencia con las diversas visiones del mundo que tienen los científicos, en particular el naturalismo y el teísmo. Por lo tanto, al preguntar si la ciencia ha enterrado a Dios, se habla de la interpretación de la ciencia. Lo que realmente se pregunta es sobre la cosmovisión que apoya la ciencia: ¿apoya al naturalismo o al teísmo?
E. O. Wilson no duda en responder que el humanismo científico es «la única cosmovisión compatible con el conocimiento alcanzado por la ciencia sobre el mundo real y las leyes de la naturaleza». El químico cuántico Henry F. Schaeffer III también lo tiene muy claro: «Ha de existir un Creador. La onda expansiva del Big Bang (1992) y los hallazgos posteriores apuntan claramente a una creación ex nihilo coherente con los primeros versículos del Génesis»[39].
Para desentrañar la relación entre las visiones del mundo y la ciencia hay que hacerse ahora una pregunta verdaderamente difícil: ¿qué es verdaderamente la ciencia?
[1] ‘Will science ever fail?’ Nueva Scientist, 8 Aug 1992, pp. 32–35.
[2] ‘Is science a religion?’ The Humanist, Jan/Feb 1997, pp. 26–39.
[3] Londres, Bantam Press, 2006.
[4] Daily Telegraph Science Extra, Sept 11, 1989.
[5] Jn 20, 31.
[6] Rom 1, 20.
[7] The Language of God, Nueva York, Free Press, 2006 p. 164.
[8] Dawkins’ God, Oxford, Blackwell, 2004.
[9] A Devil’s Chaplain, Londres, Weidenfeld and Nicholson, 2003, p. 248.
[10] 3 de abril de 1997, 386: 435–6.
[11] Larry Witham, Where Darwin Meets the Bible, Oxford, Oxford University Press, 2002, p. 272.
[12] Scientific American, septiembre 1999, pp. 88–93.
[13] Nature’s Imagination – The Frontiers of Scientific Vision, Ed. John Cornwell, Oxford Oxford University Press, 1995 p. 132.
[14] The Search for God – Can Science Help? Oxford, Lion, 1995 p. 59.
[15] God and the Scientists, citado por Mike Poole, CPO 1997.
[16] Chemical Evolution, Oxford, Clarendon Press, 1969, p. 258.
[17] Science and the Modern World, Londres, Macmillan, 1925, p. 19.
[18] Citado en Morris Kline: Mathematics: The Loss of Certainty. Oxford University Press, Nueva York, 1980, p. 31.
[19] “Science and Society in East and West”. The Great Titration, Londres, Allen and Unwin, 1969.
[20] Theological Science, Edinburgh, T & T Clark, 1996 p. 57.
[21] Op. cit. p. 58.
[22] John Brooke, Science & Religion: Some Historical Perspectives, Cambridge, Cambridge University Press, 1991, p. 19.
[23] The Bible, Protestantism and the Rise of Science, Cambridge, Cambridge University Press, 1998.
[24] Londres, Fourth Estate, 1999.