Mando Principal. Джек Марс
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу Mando Principal - Джек Марс страница 14
Los ojos de Becca estaban repentinamente enfadados. Las lágrimas brotaban de ellos. ¡No! El momento no podía ser peor. —Luke, la última vez que fuiste al extranjero, estaba casi de nueve meses. Ibas a Irak para arrestar a alguien, ¿recuerdas? Un trabajo de policía, creo que lo llamaste. Pero resultó que ibas a rescatar a...
Él levantó un dedo. —Becca, sabes que eso no es verdad. Fui a arrestar a alguien, y el arresto transcurrió sin incidentes...
Eso era una mentira. Otra mentira. El arresto fue un matadero.
—... a la hija del Presidente de terroristas islámicos. Tu helicóptero se estrelló y tú y Ed luchasteis contra militantes de Al Qaeda en la cima de una montaña.
—Todo eso sucedió después de que ya estuviéramos allí.
—No soy estúpida, Luke. Puedo leer entre líneas los informes de los periódicos. Los artículos admitieron que decenas de personas fueron asesinadas. Eso me dice que hubo un baño de sangre y que tú estabas justo en medio.
Luke levantó las manos un poco, como si ella hubiera puesto sobre él el arma más pequeña del mundo. El bebé todavía estaba allí, succionando como si nada de esto estuviera sucediendo.
— Es una asignación, cariño, es mi trabajo. Don Morris...
Ahora ella levantó un dedo. —No me menciones a Don Morris. Ya no culpo a Don, nunca más. Si tú no quieres ir a estas misiones suicidas, él no te puede obligar a que vayas. Es así de simple.
Ahora estaba llorando, las lágrimas caían.
—¿Qué está pasando? —dijo una voz. La voz era muy ansiosa. Percibía sangre en el agua y se estaba acercando para matar.
—Hola, Audrey, —dijo Luke, sin siquiera darse la vuelta.
Becca se levantó y le entregó el bebé a Audrey. Miró a Luke con ojos duros. Todo su cuerpo temblaba ahora por las lágrimas.
—¿Qué pasa si mueres? —dijo ella. —Ahora tenemos un hijo.
—Lo sé. No voy a morir. Como siempre, voy a ser muy cuidadoso. Ahora más aún, por Gunner.
Becca estaba de pie al lado de su madre, con las manos cerradas en puños. Parecía una niña pequeña que estaba a punto de empezar a chillar en medio del supermercado. Su madre, por el contrario, estaba tranquila, sonriente, satisfecha de sí misma. Ella hizo rebotar al bebé en sus brazos delgados como un pájaro y lo arrulló con una tranquila conversación de bebé.
—Todo va a ir bien, —dijo Luke. —Todo va a estar bien. Sé que va a ser así.
De repente, Becca salió corriendo, subiendo la pequeña colina hacia la casa. Un momento después, la puerta se cerró de nuevo.
Ahora Luke y Audrey se miraron el uno al otro. Audrey tenía los ojos agudos y depredadores de un halcón. Su boca se abrió.
Luke levantó una mano y sacudió la cabeza. —Audrey, por favor, no digas nada.
Audrey lo ignoró. —Un día, volverás aquí y ya no tendrás esposa, —dijo. —O una casa en la que vivir, que viene a ser lo mismo.
CAPÍTULO SEIS
20:35 Hora del Este
El Cielo sobre el Océano Atlántico
—Rock and roll, —dijo Mark Swann.
—Hip-hop, hijo, —dijo Ed Newsam. —Hip-hop.
Extendió su gran mano a través del estrecho pasillo del pequeño jet y Swann le dio un golpe suave y lento. Entonces Swann giró su propia mano y Ed le puso unas monedas en la palma. Acababan de hacer los gestos de “choca esos cinco, quédate con el cambio”, saludo de hermanos.
Desde la última misión, Newsam y Swann se habían convertido en amigos inverosímiles.
Luke los miró. Ed recostado en su asiento, de mirada penetrante, enorme, bien vestido con unos pantalones de color caqui y una ceñida camiseta del Equipo de Respuesta Especial. El campo de Ed eran las armas y las estrategias. Tanto su cabello como su barba estaban muy cortos y los bordes perfectamente parejos. Parecía exactamente lo que quería parecer: alguien con quien no debes meterte.
Mientras tanto, Swann parecía algo más que un agente federal. Llevaba gafas con montura negra y el pelo recogido en una larga cola de caballo. Llevaba puesta una camiseta que decía BANDERA NEGRA, con la foto de un hombre saltando desde un escenario hacia una multitud llena de gente. Estiró sus largas piernas en el pasillo, tenía puesto un viejo par de pantalones vaqueros rasgados en sus piernas flacas, con un par de Converse de color amarillo brillante, como un obstáculo para cualquier transeúnte. Sus pies eran enormes.
Los dos hombres se habían juntado originalmente por su mutuo gusto por el grupo de rap llamado Public Enemy, de los años 80, y por un sentido del humor sarcástico similar. Ahora estaban unidos por Dios sabe qué. ¿Energía masculina juvenil? ¿Posibilidad ilimitada?
Los chicos se estaban divirtiendo, de camino a otro viaje al quinto pino. Eso era bueno. Estos tipos necesitaban ser expertos y muy agudos.
Luke no sentía ni la mitad de su entusiasmo. Se sentía agotado, más emocionalmente que físicamente. Por supuesto, él era el único de aquí que tenía un bebé recién nacido, una esposa enfadada y una suegra manipuladora. También era el único que había hecho un viaje de ida y vuelta de tres horas a la costa este.
Newsam y Swann habían ido a Red Lobster mientras tanto. Parecía que habían bebido un poco, con su cena de marisco.
—Chicos, ¿estáis listos para trabajar? —dijo Luke.
Ed se encogió de hombros. —Nací preparado.
—Rock and roll, —dijo Swann de nuevo.
El jet Lear de seis asientos rugió a través del cielo hacia el noreste. El jet era azul oscuro, sin marcas de ningún tipo. Habían despegado de un pequeño aeropuerto privado, al oeste de la ciudad, hacía veinte minutos. Este podría ser un avión corporativo en un viaje de negocios, o un grupo de niños ricos hacia un vuelo europeo.
Detrás de ellos, a su izquierda, se veían los últimos rayos de sol del atardecer. Delante y a su derecha, la acelerada noche.
Luke sentía que a menudo experimentaba momentos como este: como si se estuviera sumergiendo en algo más allá de su comprensión. Las misiones no le molestaban. Estaba nervioso, pero no realmente asustado. Había visto tanto combate que muy pocas cosas quebrantaban su confianza. Lo que él no entendía era el contexto.
¿Por qué? ¿Por qué estaban haciendo esto? ¿Por qué los mandamases hacían lo que hacían? ¿Por qué había terroristas y grupos terroristas? ¿Por qué Rusia y Estados Unidos, y muchos otros países, siempre se enredaban bajo cuerda, moviendo hilos y manipulando la acción como si fueran titiriteros?
Cuando era más joven, estas preguntas nunca le habían perturbado. Comprender la geopolítica no era parte de la descripción de su trabajo. Buenos por aquí, malos por allá.
Él,