El oficio del sociólogo en Uruguay en tiempos de cambio. Miguel Serna

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El oficio del sociólogo en Uruguay en tiempos de cambio - Miguel Serna

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en una actividad sociográfica, para realmente ser respetados por la capacidad de poner en valor un punto de vista sociológico. Este proceso que involucra a todos los sociólogos profesionales, sea cual sea su inserción laboral, debe ser un objetivo de mediano plazo para toda la actividad sociológica profesional.

      Pero, finalmente, para orientarse a mejorar persiguiendo los objetivos antedichos, es necesario darle a la sociología un anclaje en una pregunta que le dé unidad a la enorme dispersión temática que tiene hoy en día la sociología, y que es bueno que la tenga, porque la sociedad debe ser enfocada desde múltiples puntos de vista distintos. Aun así, es necesario volver a tener una pregunta común que sea la que nos da una identidad también común. Pero, sobre todo, una identidad propia en el concierto de las ciencias sociales.

      Si no, este ensanchamiento de la inserción de la sociología en la sociedad uruguaya, que ha demostrado ser notable en el correr de pocos años, quizá haya perdido en este camino un poco su alma.

      La sociología no insiste en entender su sentido original. La pregunta que se realizaba Georg Simmel en 1908 como la gran pregunta que le da razón de ser a la sociología es la siguiente: “¿Cómo es posible el orden social?”. Consideramos que sigue siendo válida, aunque cambiemos la palabra “orden” por “cohesión”, “integración”, etc. O también que la miremos desde el sentido opuesto, por su fragmentación, por la existencia de sectores excluidos, desafiliados o marginales, u otras descripciones que se nos ocurran.

      Y en función de ello, nos podemos preguntar aquí en Uruguay cómo es posible mejorar este orden social que tenemos. La pregunta podemos hacérnosla porque, en alguna medida, consideramos que este orden social está constituido con mucha injusticia, desigualdades, faltas de libertad, discriminaciones, etc., o, por el contrario, podemos pensar que el orden social es relativamente justo en términos relativos. Podemos abordar esta pregunta desde múltiples teorías que incluso pueden confrontarse entre sí. Podemos situarnos en una amplia gama de posiciones, desde simples observadores neutros de la realidad del orden social u orientados a su cambio desde posiciones reformistas e incluso revolucionarias. Podemos pensar el orden social en términos nacionales o en términos regionales e incluso globalizados. Podemos pensarlo a nivel micro, meso o macrosocial.

      Sin embargo, nunca debe abandonarse esta pregunta fundante. Debemos tenerla siempre como telón de fondo de las preguntas específicas que nos hacemos en el área que estamos estudiando y a la que buscamos resolver en nuestra actividad de sociólogos en nuestra actuación profesional.

      Es solamente así que guardaremos, de alguna forma, un punto de vista que nos es propio, que nos da identidad como sociólogos. O sea, la pregunta fundante que mencionábamos, que nos hacemos, es la que expresa este punto de vista específico de los sociólogos, que para poder existir en cuanto tales debe transformarse en una pregunta de la propia sociedad. Si esta se pregunta “¿cómo es posible el orden social?”, nosotros los sociólogos tenemos un lugar en ella.

      * Profesor emérito. Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Sociales, Udelar. [email protected]

      Agradecimientos. 2019 es el año de mi jubilación después de cuarenta y nueve años de docencia universitaria. Estoy profundamente agradecido porque se me haya invitado para dar una comunicación sobre la profesión de sociólogo. Intentaré presentar ciertos aspectos que hacen a cómo, a mi entender, un sociólogo debe encarar su actividad profesional mostrando así su aporte específico, es decir, diferenciándose de otros profesionales de las ciencias sociales y de profesionales de otro tipo, periodistas entre otros, que compiten con los sociólogos en la escena pública.

      1. Arturo Ardao, Espiritualismo y positivismo en el Uruguay, Montevideo, UR, 1950.

      2. Reseñado en un estudio por Alfredo Errandonea (h.).

      3. Cf. Miguel Serna, Eduardo Bottinelli y Mariana Porta, “La sociología y el oficio del sociólogo en Uruguay: prácticas y ámbitos”, en este volumen.

SEGUNDA PARTE Miradas críticas del desarrollo de la sociología en Uruguay

      Sociología de género y militancia feminista

      Rosario Aguirre*

      Los inicios

      A partir de mediados de la década de 1980, con el proceso de democratización después de doce años de dictadura, mujeres procedentes de distintas disciplinas vinculadas a las ciencias sociales y humanas comienzan a desarrollar investigaciones y estudios que irán configurando un cuerpo de conocimientos con identidad propia. Debe recordarse que una parte significativa del personal docente que fue expulsado del ámbito universitario público se agrupó en centros académicos privados, la llamada “Universidad de extramuros”.1

      Los debates político-ideológicos acerca de la situación de las mujeres en la sociedad y la “cuestión femenina”, como se la llamó a comienzos de siglo, fueron el objeto de investigación de los primeros estudios en los años 80. En esa primera etapa la producción de conocimientos sobre las mujeres surgió íntimamente vinculada con el activismo. Las organizaciones y el movimiento de mujeres que lucharon por la democracia aportaron a la construcción de nuevos problemas y a la formulación de temas investigación. Participaron activamente feministas, en su mayor parte vinculadas a las fuerzas políticas progresistas. Por otro lado, los conocimientos alimentaron a las organizaciones en cuanto a la elaboración de agendas. Tuvo un rol protagónico uno de los centros privados creados en plena dictadura, el Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer en Uruguay (GRECMU), promovido por la socióloga brasileña Susana Prates, con la activa participación, entre otras, de las historiadoras Silvia Rodríguez Villamil y Graciela Sapriza.

      A la salida de la dictadura se constituyó en 1984 la Concertación Nacional Programática (Conapro), a la cual se integró una Mesa de Concertación sobre la Condición de la Mujer que recogió las demandas de las mujeres, y se elaboraron documentos que sistematizaron los conocimientos disponibles. En esa etapa, los resultados de las investigaciones se volcaban inmediatamente en actividades de capacitación para activistas. Fue un período muy estimulante para la creación de conocimientos por esta íntima vinculación entre generación de conocimientos, capacitación y construcción de agendas.

      Se abordaron temáticas nuevas y nuevas formas de pensar la realidad. La preocupación fundamental era mostrar las discriminaciones, sacar a las mujeres de la invisibilidad, dar cuenta y denunciar las desigualdades entre varones y mujeres.

      Las principales áreas trabajadas fueron la historia de las mujeres y las discriminaciones en el mundo del trabajo. Las historiadoras estuvieron interesadas en la recuperación de la memoria histórica de las mujeres líderes sindicales y políticas.

      A mediados de los años 80, a mi regreso a Uruguay con el retorno de la democracia, me reintegré al Centro Interdisciplinario de Estudio sobre el Desarrollo-Uruguay (Ciedur), de cuyo grupo fundador formé parte. Retorné al país con la firme decisión de contribuir desde ese espacio a la consolidación de los estudios de género. Un papel muy importante tuvo el “descubrimiento” en el exterior de la producción de destacadas feministas latinoamericanas a través de sus textos y de los intercambios en distintos espacios académicos

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