Atrapada al atardecer. C. C. Hunter
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Siempre hay una persona en tu vida que sabes que te ha ayudado a convertirte en lo que eres. Una persona sin la que no habrías escogido el mismo camino. Una persona que no solo ha cambiado las cosas, sino que ha sido el trampolín que te ha impulsado a conseguir todo lo que tienes. Quiero dar las gracias a mi marido, Steve Craig: cariño, gracias por todo lo que has hecho para ayudarme a convertirme en quien soy. Gracias por tu amor, por estos años y por la infinidad de risas que has compartido conmigo. Formamos un equipo brutal, ¿no te parece?
Capítulo 1
Estaban ahí. Esta vez era de verdad.
Kylie Galen salió del atestado comedor a la radiante luz del sol y miró hacia la oficina de Shadow Falls. El parloteo de los otros chicos se había apagado. Los pájaros cantaban en la distancia, y una ráfaga de viento hacía susurrar a los árboles. Pero por encima de todo escuchaba el sonido de su propio corazón retumbando en su pecho.
Pum. Pum. Pum.
Estaban ahí.
Su pulso se aceleró al pensar que pronto conocería a los Brighten, la pareja que había adoptado y criado a su padre biológico. Un padre al que no había conocido en vida, pero al que había llegado a amar tras sus breves visitas desde el más allá.
Dio un paso y luego otro, sin ser consciente de la tormenta emocional que se cocía en su interior.
Nervios.
Curiosidad.
Miedo. Sí, mucho miedo.
Pero ¿de qué?
Una gota de sudor, más bien producto de los nervios que del calor sofocante de un día de mediados de agosto en Texas, le cayó por la frente.
Indaga en tu pasado para poder descubrir tu destino. Las místicas palabras de los ángeles de la muerte resonaron en su cabeza. Dio otro paso adelante, pero entonces se detuvo. Pese a que su corazón ansiaba resolver el misterio y descubrir quién era su padre —quién era ella y, con suerte, lo que era—, su instinto le gritaba que corriera y se escondiese.
¿Era eso lo que temía? ¿Conocer la verdad?
Antes de llegar a Shadow Falls hacía unos meses, tenía la certeza de ser una mera adolescente confusa, de que era normal sentirse diferente. Ahora sabía que no era así.
Ella no era normal.
Ni siquiera era humana. Al menos, no del todo.
Y descubrir su lado no humano era un puzle.
Un puzle que los Brighten podrían ayudarla a resolver.
Dio otro paso. El viento, como si estuviera tan ansioso por escapar como ella, sopló con fuerza. Levantó unos caprichosos mechones de su pelo rubio y se los esparció por la cara.
Parpadeó, y para cuando abrió los ojos, la luz del sol se había evaporado. Al levantar la vista, vio una enorme nube de aspecto feroz colgando directamente sobre su cabeza. Proyectaba una sombra a su alrededor y a lo largo de la tierra agreste. No estaba segura de si se trataba de una señal o tan solo de una tormenta de verano y se quedó paralizada, el corazón le latía más rápido. Tomó una profunda bocanada de aire que olía a lluvia, y estaba a punto de moverse cuando una mano la agarró por el codo. Los recuerdos de otra mano agarrándola dispararon el pánico a través de sus venas.
Se dio la vuelta.
—Guau. ¿Estás bien? —Lucas redujo la presión con la que la agarraba del brazo.
Kylie contuvo la respiración y miró fijamente a los ojos azules del hombre lobo.
—Sí. Solo… me has sorprendido. Siempre me sorprendes. Deberías empezar a silbar antes de acercarte a mí. —Reprimió el recuerdo de Mario y su nieto Red, el vampiro renegado—.Lo siento. —Sonrió y dibujó un círculo con el pulgar alrededor del pliegue de su codo. De alguna manera, aquella caricia pareció… íntima. ¿Cómo podía hacer que un simple roce pareciera un dulce pecado? Una ráfaga de viento, ahora con olor a tormenta, sacudió el pelo negro del chico, que le cayó por encima de la frente. Él siguió mirándola, con aquellos ojos azules que la tranquilizaban y evaporaban sus temores más oscuros.
—No tienes buen aspecto. ¿Qué ocurre? —Le cogió un mechón de pelo y se lo colocó detrás de la oreja derecha.
Ella apartó la mirada de él y la dirigió hacia la cabaña que albergaba la oficina.
—Mis abuelos… los padres adoptivos de mi padre biológico están aquí.
El chico debió de darse cuenta de su reticencia a estar allí.
—Pensaba que querías conocerlos. Por eso les pediste que vinieran, ¿verdad?
—Sí. Solo estoy…
—¿Asustada? —dijo él, terminando la frase por ella.
No le gustaba admitirlo, pero los hombres lobo podían oler el miedo, por lo que no tenía ningún sentido mentir.
—Sí. —Miró de nuevo a Lucas y vio una sonrisa en sus ojos—. ¿Qué es tan gracioso?
—Tú —dijo—. Sigo intentando entenderte. No tuviste tanto miedo cuando te raptó un vampiro renegado. De hecho, estuviste… increíble.
Kylie sonrió. No, Lucas había sido el que había estado increíble. Había arriesgado su vida para rescatarla