Atrapada al atardecer. C. C. Hunter

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Atrapada al atardecer - C. C. Hunter Shadow Falls

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seres sobrenaturales. También era el propietario de parte de Shadow Falls. Cuando Burnett daba una orden, esperaba que la gente obedeciera. Y normalmente, lo hacían.

      —¿Por qué? —quiso saber Kylie—. Tenía preguntas que hacerles. —Sin previo aviso, el recuerdo de la mano de la señora Brighten sobre la suya explosionó en su mente: delicada, frágil. Kylie sintió emociones que iban hacia ella desde todas direcciones.

      —Burnett nunca explica sus razones —comentó Della—. Da órdenes.

      Kylie estudió a Holiday, que seguía al teléfono. Parecía preocupada, y Kylie sintió cómo las emociones de Holiday se unían a las otras que ya le recorrían la columna vertebral.

      —No lo entiendo. —Luchaba por sobreponerse al nudo que tenía en la garganta.

      Lucas se acercó más. Tan cerca que podía oler su aroma: un olor a madera empapada del rocío de primera hora de la mañana.

      Elevó la mano y durante un momento ella pensó que iba a tocarla, pero la bajó con la misma rapidez. Luchó contra la decepción.

      Holiday colgó el teléfono.

      —Era Burnett.

      Dio un paso hacia adelante y apoyó una mano sobre el hombro de Kylie. Ella no quería estar tranquila, quería respuestas. Así que apartó la mano de la directora del campamento.

      —Solo dime qué pasa. Por favor.

      —Derek nos ha llamado. Fue a ver al detective que ayudó a encontrar a tus abuelos y lo halló inconsciente en su oficina. Encontró su teléfono fuera, manchado de sangre. Resumiendo: Derek no cree que el detective te enviara ese mensaje sobre tus abuelos. Ha llamado a Burnett, que ahora está allí.

      Kylie trató de entender lo que Holiday decía.

      —Pero si el detective no mandó el mensaje, ¿quién lo hizo?

      Holiday se encogió de hombros.

      —No lo sabemos.

      —Derek puede estar equivocado —dijo Lucas, dejando patente con su tono de voz la poca simpatía que sentía por el medio fae.

      Kylie ignoró a Lucas y sus vibraciones, y trató de asimilar lo que implicaban las palabras de Holiday.

      —Entonces… ¿Derek y Burnett piensan que el señor y la señora Brighten son unos impostores?

      Holiday asintió.

      —Si Derek está en lo cierto, y el mensaje fue enviado por la persona que atacó al detective, entonces tendría sentido que esos dos hubieran estado aquí por otras razones.

      —Pero son humanos —dijo Kylie—. Lo he comprobado.

      —Totalmente humanos —dijo Della.

      —Lo sé —explicó Holiday—. Ese es el motivo por el que no los he detenido ni interrogado. Lo último que necesito es atraer más sospechas sobre Shadow Falls. Ya tenemos a los lugareños echándonos el aliento en la nuca. Pero que sean humanos no quiere decir que no puedan trabajar para otra persona, algún ser sobrenatural.

      Kylie supo que Holiday se refería a Mario Esparza, el abuelo del vampiro asesino que se había obsesionado con ella.

      Durante una fracción de segundo, Kylie vio a las dos adolescentes a las que había conocido en la ciudad, a las que Red, el nieto de Mario Esparza, había matado. La furia y la frustración se abrieron paso a través de la amalgama de sus emociones.

      —Pero me trajeron fotos. —Levantó el sobre.

      Holiday tomó el sobre y echó un vistazo rápido al montón de fotos. Por alguna extraña razón, Kylie quiso quitárselas, como si la intervención de Holiday fuese de alguna forma irreverente.

      —Aquí no hay fotos familiares. Lo normal sería que hubiera una o dos en las que aparecieran con su hijo.

      Kylie tomó de nuevo las fotos y las deslizó dentro del sobre, tratando de proteger su cabeza frente a lo que insinuaban. Sus pensamientos se fueron a otro sitio.

      —Pero ¿y si son mis verdaderos abuelos y quien haya hecho eso al detective está tratando de llegar hasta ellos? —Recordaba la fragilidad de la palma de la mano de la anciana. La poca vida que le quedaba a la mujer podría serle arrebatada con facilidad.

      Sintió una punzada en el pecho. ¿Había puesto en peligro a los padres de Daniel al encontrarlos? ¿Había sido eso lo que Daniel había querido decirle? Sintió el aroma de Lucas a su lado, como si le ofreciera una pequeña porción de tranquilidad.

      Holiday habló de nuevo.

      —No veo ninguna razón por la que alguien quisiera hacerles daño. Sin embargo, Perry los está siguiendo. Si alguien los ataca, él los protegerá.

      —Sí, Perry puede darle una paliza a quien sea si tiene que hacerlo —dijo Della.

      —Y estoy seguro de que el detective está trabajando en cientos de casos diferentes —añadió Lucas—. Que lo hayan atacado no quiere decir que sea por Kylie. Podría estar relacionado con cualquiera de sus demás casos. Los investigadores privados están siempre molestando a la gente.

      —Cierto —respondió Holiday—. Pero Burnett estaba lo suficientemente preocupado como para querer a los Brighten lejos del campamento. Necesitamos tomar precauciones.

      La mente de Kylie dio un giro en forma de U y estacionó en el hecho de que era Perry, uno de sus compañeros cambiaformas, quien seguía a los Brighten.

      —¿Qué forma tenía Perry cuando se fue tras ellos?

      La última vez que había visto a Perry en una forma alternativa había sido como una especie de pterodáctilo que parecía salido del periodo jurásico. Claro que Kylie suponía que eso era mejor que el león del tamaño de una furgoneta y el unicornio en los que se había convertido antes de eso. ¡Maldita sea! Si no tenía cuidado, Perry podría llegar a provocar un ataque al corazón a la pareja de ancianos.

      —No te preocupes —contestó Holiday—. Perry no hará ninguna tontería.

      Miranda escogió ese momento para unirse al grupo.

      —Por favor, Perry y las tonterías van de la mano como los sapos y las verrugas —dijo mientras se echaba su cabello tricolor por encima del hombro, como para acentuar su actitud.

      Miranda era una de las siete brujas de Shadow Falls, y también compañera de cuarto de Kylie. Por el tono de Miranda, era evidente que no estaba preparada para perdonar a Perry por ser cruel con ella después de enterarse de que otro cambiaformas la había besado… sobre todo cuando ella se había disculpado. La mirada de la bruja abarcó a todo el grupo.

      —¿Qué? —preguntó Miranda—. ¿Va algo mal? —La preocupación se entreveía en sus ojos, una prueba de que aunque siguiese enfadada, todavía se preocupaba por el cambiaformas—. ¿Perry está bien? —inquirió mientras daba vueltas a un mechón de cabello rosa con el dedo índice.

      —Sí, está bien —dijeron Kylie y Holiday al unísono. Luego, Kylie se volvió

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