Verdad y perdón a destiempo. Rolly Haacht

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Verdad y perdón a destiempo - Rolly Haacht

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de qué preocuparse —añadió después, mirando la cara de preocupación de Danielle—. Venga, abajo. Poned la tele mientras mamá va a vestirse, ¿de acuerdo?

      Jack continuó paseando el coche de juguete por las paredes de la casa en dirección a las escaleras. Danielle, como siempre, fue tras él.

      —Y nada de cilindros humanos ahora que estáis vestidos —les advirtió.

      Cerca de las ocho y media llamaron al timbre. Los niños dieron un respingo en el sofá y Emily sonrió. Sabía de sobra que Zane tenía llaves para entrar a casa, pero ella también sabía que a ellos les hacía mucha ilusión que alguien llegase desde que habían aprendido a abrir la puerta, y siempre se ponían como locos y discutían por ver a quién le tocaba recibir a la visita. Esa vez era el turno de Danielle, así que riñó a Jack por querer robarle el turno y el niño se quedó enfurruñado en el sofá mientras la pequeña iba hacia la puerta.

      —¡Hola! —dijo Zane—. Ya estoy de vuelta.

      —¡Tío Louis! —exclamó Danielle.

      Emily sabía que le hacía mucha ilusión estar con Louis, porque era al que menos veían de toda la familia. Algunas veces ni siquiera se presentaba los domingos para comer. Louis la cogió en brazos y le dio un beso. Después entró Pitt, el novio de Zane, un joven de lo más agradable. Se disponía a saludar a los recién llegados cuando alguien más apareció tras ellos. La cocina estaba situada después del amplio salón, pero enfrente de la puerta principal, así que Emily lo vio desde donde estaba, paralizada. Él levantó la mano en señal de saludo, aunque no dijo nada. Se dio cuenta de que todos la miraban, expectantes.

      Él pasó al interior y cerró la puerta.

      —¡Sorpresa! —exclamó Zane extendiendo los brazos—. Oh, vaya, ¿dónde está Derek?

      Los pequeños se acercaron a él lentamente, curiosos.

      —¿Quién es, mamá? —preguntó Jack.

      Jake los miró a ambos detenidamente. Luego volvió a mirarla a ella. Estaba tan quieta y boquiabierta que por un momento se hizo el silencio completo. No tenía ni idea de cómo debía reaccionar, ni de qué decirle. Él dio el primer paso, caminando hacia donde ella estaba y, al verlo de nuevo después de tanto tiempo, no pudo evitar acordarse de algo que no quería recordar justo en ese preciso momento. Por culpa de ello, unas lágrimas empezaron a asomar en sus ojos y eso hizo que Jake se parara en seco.

      —¡Emily! —Zane se acercó enseguida a ella—. ¿Estás bien? Debíamos haberte avisado antes, ¿verdad?

      —No, no. Estoy bien —respondió ella. Luego observó de nuevo al visitante sorpresa, que se había quedado con la cara un tanto descompuesta, y le sonrió entre lágrimas—. Me alegro mucho de verte, de veras. Perdona por este recibimiento. ¡Jack! ¡Delly! —llamó—. Este es vuestro tío Jake.

      —¿Otro tío? —preguntó Danielle.

      —Es otro hermano de papá.

      —¡Hola, tío Jake!

      Al ver a Jack saludando a Jake una sensación de ahogo se apoderó de ella. Pero qué me pasa, pensó para sí.

      Entonces él se acercó definitivamente a ella.

      —Emily, lo siento, lo último que quería era molestar —le dijo—. Si prefieres que me vaya...

      —Por Dios, ¡no! —replicó ella—. Soy yo la que tiene que disculparse —continuó secándose las lágrimas—. Es increíble que estés aquí y que vayas a pasar la noche de Acción de Gracias con nosotros. Derek se alegrará de volver a verte.

      —¿Tú crees?

      —¡Claro!

      —Jo, Emily —intervino Zane—. Louis y yo pensamos que iba a ser una sorpresa increíble.

      —¡Y lo ha sido!

      —Pero pensaba que Derek también estaría en casa.

      —Salió justo después de ti, a por hielo.

      Louis y Zane la pusieron al día mientras Jake y Pitt se acomodaron en el sofá. Los pequeños trataron de interactuar con su nuevo tío, pero él no parecía tener muchas ganas de jugar con ellos. Se le notaba abrumado.

      Jack y Danielle tenían apenas dos años cuando se marchó, y ahora, a pesar de que a priori no lo habían reconocido, no dudaban en acercársele para hacerle preguntas. Jack no dejaba de hacer el tonto para llamar su atención, por mucho que Emily le dijese una y otra vez que se sentara a la mesa, y Danielle simplemente estaba a su lado, sonriéndole con toda la dulzura que la caracterizaba, como cuando tenía un juguete nuevo y se pasaba horas y horas contemplándolo. Ella y Zane estaban terminando de poner toda la comida sobre la mesa. Louis y Pitt habían colocado los cubiertos y habían preparado las cubiteras para cuando Derek regresara y pudieran echar los hielos y sacar el champán. Se estaba retrasando más de la cuenta, pero estaba tan alterada por el regreso de Jake que, en realidad, no sabía si estaba preocupada por él o por el reencuentro que se celebraría cuando apareciese.

      Pocos minutos antes de que eso sucediese, Jake se había levantado para ir un momento al baño. Ella comprobaba que el pavo estuviese en su punto a través del cristal del horno. Zane se encontraba frente a la nevera con los niños, eligiendo el sabor del zumo que iban a tomar. Louis y Pitt charlaban tranquilamente en la mesa.

      Y la puerta se abrió.

      —¡Por fin! —dijo Emily incorporándose con los brazos en jarras.

      —Siento el retraso —dijo entonces una voz femenina.

      Lo siguiente que se escuchó fue un grito de Zane, que con seguridad había llegado a oídos de los vecinos más próximos.

      - - - - - - -

      Arabia sabía que iba a ser una gran sorpresa, en especial para Zane, que llevaba meses pidiéndole que volviera de visita. Había estado concretándolo todo con Derek a escondidas de los demás, y había sido él quien había ido a recogerla al aeropuerto. Las Navidades anteriores las pasó en California, pero después de aquello se prometió a sí misma que nunca más pasaría unas Navidades sin los Becker, le pesase a quien le pesase. Así que allí estaba, unos días antes de que empezase diciembre, delante de la nueva y gran casa de Derek y Emily, aguardando a ser recibida con su pequeña en brazos. El grito de Zane la pilló desprevenida, pero inmediatamente después dejó a la niña en el suelo y fue corriendo hacia su mejor amiga, que también corría. Se abrazaron tan fuerte que Arabia sintió que se ahogarían la una a la otra si no se separaban en breve.

      —¡Has venido! —exclamó Zane—. ¡No me lo puedo creer!

      —¡Ari! —Emily fue la siguiente que se acercó para recibirla con un cálido abrazo—. Pero mira qué grande está Jazzy —añadió mientras señalaba a su hija, que corría de un lado para otro.

      Arabia se dirigió también a Pitt para saludarlo y, cuando por fin se encontró con Louis, este la miraba rascándose la frente y medio sonriendo.

      —Esto va a ser muy raro —le dijo.

      Justo cuando iba a preguntarle por lo acababa de decir, la puerta

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