Verdad y perdón a destiempo. Rolly Haacht

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Verdad y perdón a destiempo - Rolly Haacht

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con nosotros a comer? —le propuso Zane.

      —No, mejor me quedo a mirar un poco por dónde voy a empezar cuando decida instalarme de nuevo. Después volveré al apartamento de Louis.

      —¿Seguro que no quieres venir?

      —Sí, seguro.

      Zane entró para recoger los álbumes, se despidió de Jake allí mismo, en el porche, y luego corrió hacia el coche.

      —¿Esperamos a Jake?

      —No, él se queda un rato más. —Zane se abrochó el cinturón de seguridad—. ¿Dónde vamos a comer hoy?

      Le encantaba que Pitt la sorprendiera. Hasta la fecha habían probado un mexicano, una crepería y algún que otro sitio de comida rápida.

      —He descubierto un italiano del que hablan muy bien, ¿te apetece?

      —Se me hace la boca agua solo de pensarlo.

      Pitt le sonrió y se puso en marcha.

      —¿Has traído tus cosas? —preguntó Zane, consciente de que su hermano y Emily salían de viaje el próximo lunes.

      —Están en el maletero.

      Zane respiró, aliviada, tanto por el hecho de que él no se hubiera olvidado como por que no hubiese puesto ninguna excusa.

      13 DE DICIEMBRE 1991

      Z

      ane estaba en su habitación, confusa. Durante tres días había tenido la casa para ella sola, incluso Arabia consiguió llevarse a los niños al parque para así poder quedarse una tarde completamente a solas con Pitt. Pero, a pesar de que ambos lo intentaron, al final él le dijo que se sentía muy incómodo cada vez que trataban de forzar la situación. Incluso se había puesto a horcajadas sobre él, pero lo único que había conseguido era que se marchara a su casa, no sabía si asustado o enfadado, y no había vuelto a saber nada de Pitt desde el miércoles. En la última conversación que había tenido con Monique sobre lo que había pasado, esta le dijo que lo más probable era que Pitt fuese de otro planeta, que ya no le cabía la menor duda.

      Llevaba ya un tiempo barajando la posibilidad de hablar con alguien de la familia sobre el tema que tanto la preocupaba, pero lo cierto era que no se veía hablando abiertamente sobre ello con ninguno de sus hermanos. Hace unos años, tal vez Derek habría sido su mejor opción, pero ahora... No sabía decir exactamente en qué momento él había cambiado tanto. Ya no era divertido, ni parecía tan dispuesto a interesarse por los quebraderos de cabeza de sus hermanos pequeños. Ella sabía que tenía mucho estrés en el trabajo, porque seguía asumiendo cada vez más y más responsabilidad, pero pese a eso no entendía que hubiese cambiado de forma tan radical el rol de hermano mayor a cabeza de familia y padre de dos hijos. Zane pensaba que podía seguir siendo las dos cosas, aunque él por lo visto no.

      Se preguntaba cómo sería ella cuando fuese madre. Ese pensamiento hizo que volviera a preocuparse de nuevo. Pensó entonces en Louis... Él a veces se burlaba de Pitt y de ella con cariño por el hecho de que todavía no se hubiesen acostado. Era su hermano pequeño, así que era un tanto bochornoso, y estaba segura de que Pitt no se sentiría nada cómodo si le pidiera que hablase con él. De todas formas, ya lo había intentado ella misma solicitándole consejo sobre cómo actuar para que todo sucediera de la forma más natural posible, pero no había servido de mucho... Pitt se sentía demasiado cohibido respecto a todo lo relacionado con el sexo, daba igual lo que ella intentase.

      Escuchó desde su habitación el sonido del timbre, y también a los niños discutir sobre quién debía abrir la puerta. Zane se asomó para ver si se trataba de Pitt, pero la llegada de su otro hermano la hizo sonreír.

      Jake.

      Claro.

      —¿Está Zane? —le escuchó preguntar a Emily.

      —¡Estoy aquí! —respondió ella.

      Observó cómo le pedía permiso a Emily para pasar al interior, como si de un extraño se tratase. Zane había notado que la confianza entre ellos se había deteriorado, y un tanto de lo mismo pasaba entre él y Derek. Pese a eso, no terminaba de entender la expresión de Emily cada vez que Jake aparecía. Era como si viese a un fantasma, y le costaba muchísimo reaccionar con una sonrisa forzada para aparentar normalidad. Era cierto que habían pasado un par de años, pero seguía siendo Jake.

      El susodicho caminó en dirección a ella, acompañado de Jack y de Danielle, que corrían a su alrededor.

      —¿Puedo hablar un momento contigo? —preguntó.

      —Por supuesto.

      Lo dejó pasar al interior de su habitación y cerró la puerta tras de sí, dejando a los niños fuera a pesar de sus lamentos. Después se subió sobre la cama, apoyó la espalda contra el cabezal y se sujetó las piernas contra el pecho. Observó que Jake estaba, a su vez, mirando la estancia en la que se encontraba, y lo vio pasar la mano por la estantería superior.

      —No está mal —dijo.

      A lo que Zane respondió:

      —¿No está mal? Si no me equivoco, es madera de lino. Lo más extremadamente caro que hemos tenido nunca para sostener unos libros.

      —¿Y qué tal? ¿Se nota la diferencia con la madera que hemos tenido toda la vida? ¿Los libros se sienten más cómodos?

      —No te burles... Derek se ha esforzado mucho con esta casa.

      La expresión de Jake cambió radicalmente y la pequeña sonrisa que se asomaba en su rostro desapareció poco a poco a la vez que ella pronunciaba la última frase.

      —Por favor, no quiero hablar de Derek.

      Por supuesto que no. Sabía de sobra que no había ido hasta allí para hablar de él.

      —¿Y de qué es lo que quieres hablar? Porque lo cierto es que yo también quería hablar contigo.

      —¿Ah, sí?

      Zane asintió y notó cómo se le encendían las mejillas de forma involuntaria. Jake sacó la silla del escritorio, giró el respaldo hacia ella y se sentó con los brazos apoyados en él, esperando a que se explicara.

      —¿Recuerdas cuando, hace unos años, dijiste que no ibas a hablar de sexo conmigo? —Jake arrugó el entrecejo. Ella continuó—. Estábamos en mi cuarto, en la buhardilla, el día después del Dix76 y... bueno...

      —Sí. Ya me acuerdo.

      —¿Y crees que ahora sería un buen momento?

      La expresión de su hermano le hizo bastante gracia y no pudo disimularlo. Habló de nuevo ante la estupefacción de él.

      —En realidad, creo que con quien deberías hablar es con Pitt, pero no sé si es pedirte demasiado. Él nunca... Ya sabes...

      —¿Pitt es virgen? —Zane asintió—. Quiero decir, Pitt y tú no...

      —Yo

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