Verdad y perdón a destiempo. Rolly Haacht

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Verdad y perdón a destiempo - Rolly Haacht

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fue Zane la que arrugó el entrecejo.

      —A todos os hace mucha gracia, pero sería genial que alguien me ayudase a ponerle fin a esta situación.

      Zane le habló abiertamente y sin tapujos de todo lo que ella creía saber con respecto al tema y de cómo eran las reacciones de Pitt —incluidos los tres días que habían podido pasar a solas—, y, a pesar de que Jake escuchó con suma atención, no hizo ningún comentario que pudiese aportar claridad a todo aquel asunto.

      —¿Qué supone que es lo que tengo que hacer? ¿Seguir esperando a que un día ocurra sin más?

      —¿Qué hay de malo en eso?

      —¡Jake!

      —Vale, lo siento, pero de verdad no creo que haya ningún tipo de problema con Pitt, o contigo. Tampoco pasáis tanto tiempo juntos como para que haya una confianza tan íntima, ¿no?

      —¿Qué te parece todo el tiempo que llevamos saliendo?

      —¿Cuántas veces habéis dormido en la misma cama desde entonces, Zane? —Jake dio justo en el clavo—. No hay que ser muy listo para pensar que, si el día de Acción de Gracias se quedó a dormir con Louis en la habitación de invitados, significa que siempre que viene aquí a pasar la noche contigo, en realidad la pasa allí cuando os vais a dormir. ¿O me equivoco?

      —No, no te equivocas.

      Jake levantó los brazos con las palmas hacia arriba en señal de evidencia.

      —¿Lo ves?

      —Pero bueno, también vamos al cine juntos, e incluso tenemos su coche. Sé de gente que hace muchas cosas dentro de su coche.

      —¿Qué haces cuando vas a su casa?

      —Casi nunca voy a su casa... No le caigo muy bien a su madre.

      —¿Que no le caes bien a su madre? Es imposible que tú le caigas mal a alguien.

      Zane rio por el comentario. Sin duda, sirvió para que se relajara.

      —Y lo que de verdad nos importa —prosiguió su hermano—, ¿por qué duerme en la habitación de invitados cuando viene aquí?

      —Ya sabes, Derek...

      —¿Derek? —Zane hizo una mueca con la boca, lamentando haber dicho eso—. ¿Derek te ha pedido que no durmáis juntos?

      —Solo cuando estemos aquí.

      —Joder, ¿dónde coño vais a estar si no?

      De repente, se le iluminaron los ojos. Zane dudó, pero luego entendió lo que se le había pasado por la cabeza.

      —Te recuerdo que la casa de Prinss no está habitable... —le dijo.

      —Por poco tiempo —continuó él—. En cualquier caso, me parece increíble que Derek actúe así con respecto a vosotros, por lo de tener que dormir en habitaciones separadas y todo eso. ¿Acaso él no dormía en nuestra casa con Emily? Incluso con Ashley. ¿Cómo puede ser tan egoísta?

      —No te enfades con él... Solo quiere hacer las cosas lo mejor posible.

      —Convertirse en una persona retrógrada no es hacer las cosas lo mejor posible.

      Zane y él se miraron. Jake parecía enfadado.

      —En cualquier caso, Jake, no quiero que este tema salga de aquí. No me gustaría saber que has estado hablando con Derek sobre las normas de su propia casa, así que prométemelo.

      —Si es lo que quieres...

      Asintió para corroborar lo dicho.

      —Entonces, ¿hablarás con Pitt?

      Jake exhaló una gran bocanada de aire.

      —Vale, hablaré con él, si eso me exime de tener que hablar de sexo contigo.

      —Gracias. Yo volveré a hablar con Monique en unos días, cuando vuelva de su viaje.

      —¿Y qué hay de Ari?

      —¿Qué hay de qué?

      —¿Porque no hablas con ella?

      —Ari no es especialmente abierta en hablar sobre ese tema, y no quiero insistirle más. Me da la sensación de que le incomoda.

      —También le incomodo yo, por lo visto. No tiene ninguna intención de hablar conmigo. Y yo necesito poder ver de cerca a... a su hija. A la niña.

      —Vuestra hija.

      —Sí, supongo.

      Se dio cuenta de que todavía no se había hecho totalmente a la idea de la nueva situación.

      —¿Era eso de lo que querías hablarme? —le preguntó para ayudarlo a comenzar la conversación.

      —Sí. Porque siento que pasarán las Navidades y se marchará a California sin querer recibirme. Ayer la llamé a su apartamento. Aún recuerdo su número, ¿sabes? Pero volvió a decirme que no había nada que tuviese que hablar conmigo y que Jazzlyn no era de mi incumbencia. Ya no sé qué más hacer.

      —Ari te quería mucho. O sea, nosotros también, pero de una forma diferente, ya sabes.

      —¿Qué te hace pensar que yo a ella no?

      —Sí, ya lo hemos hablado, ella también era muy importante para ti. Pero te fuiste.

      —Ya, y he tardado más de dos años en volver. Ya me ha quedado claro que todos saben perfectamente el tiempo que pasé ausente, pero no he podido venir antes.

      —¿Me vas a decir de una vez qué es lo que has estado haciendo?

      Dio otra gran bocanada de aire antes de contestar:

      —Hice varias cosas, Zane. Una de ellas fue alistarme en el ejército. Bueno, presentarme voluntario.

      Dicho lo cual, se señaló el pelo.

      Zane se llevó las manos a la boca. Jamás se lo hubiese imaginado.

      Jake le contó entonces una parte de su desaparición. Le explicó que, después de pasar una temporada en Philadelphia, se preparó para acceder, y que le costó muchísimo recuperar la movilidad completa de su brazo. Ese fue uno de los alicientes para entrenarse, porque necesitaba sentirse completo de nuevo, de lo contrario la falta de movilidad le hacía recordar una y otra vez lo que pasó. Cuando creyó estar al cien por cien, se dio cuenta de que, a pesar de todo, al ejercitarlo demasiado se resentía y le fallaban las fuerzas. Eso hirió completamente su orgullo y trató por todos los medios de disimularlo. Se obligó a presentarse voluntario para demostrarse a sí mismo que sí que era capaz de conseguirlo, y así fue, al menos en un primer momento. Consiguió aprobar con éxito las pruebas físicas, pero entonces llegó la hora de la revisión médica y sus cicatrices no pasaron inadvertidas.

      —Pero ¿por qué querías

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