Aprendiendo con Freud. Lou-Andreas Salomé
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Además de las resistencias derivadas del contenido a analizar y de los aspectos enfermos que se oponen a su aislamiento, existe una particular resistencia que radica en lo puramente formal, en la forma de totalidad interior de que es poseedor el ser humano. Pudiera ocurrir que esta resistencia se manifestara con mayor fuerza en el individuo sano y que fuera necesaria en consecuencia una transferencia muy fuerte que obrara como fuerza opuesta, ya que en ese instante, tan sólo puede confiarse plenamente en la salvación que ofrece la integridad del otro presente como garantía consoladora.
La gran ventaja que supone el atender a la vida psíquica en sus propias formas de explicarse, en lugar de hacerlo de modo entremezclado con interpretaciones parcial o totalmente fisiológicas que le son extrañas, posee también sus límites en el hecho de que nos vemos precisados a transformar esos resultados en beneficio de una representación lógicamente orientada e instruida por la contemplación del mundo exterior. Y ella es también la razón por la cual el ser humano que hemos dispuesto por medio del análisis no se nos aproxime a su término con más simpatía que al principio, sino que, por el contrario, se nos oculte de nuevo hasta cierto punto. Si el método pudiera ser otro, cosa desgraciadamente imposible, es decir, si pudiéramos acceder al analizado en su totalidad del mismo modo a como accedemos a sus fragmentos, entonces no tropezaríamos con la monotonía de unos pocos motivos fundamentales que es donde halla el análisis el punto final de la profundidad inconsciente, sino que nos hundiríamos aún más en el milagro silencioso y sagrado de un mundo que también es el nuestro y que se nos muestra inagotable precisamente por su misma comunidad.
Los últimos efectos no recaerán sobre el enfermo lleno de culpabilidad, que en el mejor de los casos estará próximo a la curación, sino sobre ese inocente universalismo63 que se verá así recubierto por el blanco manto resplandeciente (del «narcisismo») por encima de una desnudez de estructura demasiado humana. Allí donde se ven arrancados tantos disfraces y se ven destruidos tantos hechos falsamente idealizados, tendríamos que poder seguir juntos un camino lo suficientemente largo que nos permitiera alcanzar el lugar en el que el individuo pueda sentirse disminuido, sin ningún inconveniente, viendo cómo se desvelan sus ridículas ambiciones, ya que está regresando a sus propios orígenes y recuperando su valor total, que se conserva intacto y a partir del cual el único juicio que nos es posible emitir es el de que: «no saben lo que hacen».
Tausk comentaba hace poco la casi exclusiva participación de judíos en los progresos del psicoanálisis, y añadía que era comprensible que resultara más visible la estructura interna de los viejos y ruinosos palacios a través de las grietas abiertas en sus muros que invitan a la investigación de su interior, que no modernos edificios que sólo atraen nuestra atención por las líneas y colores de sus bellas y pulidas fachadas.
SPINOZA
No es difícil encontrar ya desde los primeros años la expresión de las interioridades más íntimas, y ello vale también para Tausk en relación con Spinoza y el ensayo64 escrito por él en 1907. Hay que destacar también el hecho de que entonces no hubiera leído o no conociera a Spinoza en su totalidad: ocurre con Spinoza que basta la lectura de alguna de sus páginas para poder decidir si uno forma parte de los suyos o no, mientras que monumentales trabajos de interpretación escritos sobre él tienen como punto de partida los más doctos errores. Pues pensar como él no significa en absoluto adoptar un sistema, sino —«pensar».
Por otra parte, la palabra «representación» que en los coloquios de los miércoles atribuí a Tausk, me resulta ahora reveladora de su íntima adhesión a Spinoza. Pues basta desarrollar la idea de captar las expresiones corporales y espirituales como representaciones para llegar hasta Spinoza. Esto es algo muy distinto al paralelismo sistemático cuyo saber final no es otro que el establecimiento de «localizaciones cerebrales» o similares: es la concepción clara e íntima de la totalidad y presencia de dos mundos que no se excluyen ni condicionan pues son uno mismo. Es ir más allá de Freud en el terreno de la filosofía, pues él ha conseguido el método adecuado para uno de los dos mundos, el psicológicamente aprehensible, y ha aplicado al mismo su método hasta el final, método que perteneció anteriormente al otro.
Hay algo en los fundamentos del psicoanálisis que lo acerca marcadamente al espinozismo: el concepto de sobredeterminación.65 Esta noción de que todo se halla psíquicamente sobredeterminado, o tendría que estarlo a poco que investigáramos, es algo que se sale del concepto lógico habitual de determinación, rompe con una concatenación parcial y establece las bases de una interrelación multidireccional. Tal interrelación debe ser asumida hasta sus últimas consecuencias para alcanzar, desde el movimiento empírico, la paz eterna de la filosofía de Spinoza que incluye el más apasionado entusiasmo que haya conseguido quizá ningún otro pensador al identificar la «naturaleza» con «Dios», sin dar un carácter sobrenatural a la naturaleza al mismo tiempo que tampoco hacía descender el nombre de su Dios hasta el nivel de las cosas.
Resulta hermoso el reencontrar aquí al único pensador por quien siento, casi desde mi infancia, una profunda afinidad intuitiva y que sea también al mismo tiempo, el filósofo del psicoanálisis. Sea cual fuere el punto sobre el que se reflexione con profundidad, se acaba tropezando con él; le sale a uno al paso pues está siempre presto y a la espera en el camino.
NAVIDADES
He pasado las Navidades con Ellen en casa de Beer-Hofmann;66 antes, ya había pasado algunos días con él, cosa que ha vuelto a repetirse después de Navidad. Beer-Hofmann se ha convertido en algo más que un recuerdo, y me conmueve el modo como ello se ha vuelto recuerdo también para él. Él, que hasta ahora era un alegre y ligero caminante, se ha convertido en alguien pesado y sedentario, y nada en el fondo le es más ajeno que aquello que, a pesar de mi natural seriedad, me aportaba de alegre y despreocupado. Pero en su forma de seguir a los demás y de compartir sus alegrías hay algo que, desde el mismo momento de nuestro reencuentro, me llenó de emoción y me hizo mantener la distancia de modo realmente curioso. No puede afirmarse que su actitud hacia mí sea la de un adulto hacia una criatura, pero el día de Navidad, sentada ante el pequeño y limpio arbolito que se reflejaba ardiente en mi plato como un árbol de Pulgarcito, tuve verdaderamente la sensación de que, en cada una de sus miradas, todo él deseaba cubrirme de regalos al tiempo que hacían traslucir la espera de una felicidad perdida.
ALCOHOL Y HOMOSEXUALIDAD
Conversación con Tausk; sobre el tipo alcohólico; sobre su postura homosexual, típicamente no-onanista, típicamente primitiva, con una excitabilidad explosiva y aguda con respecto a la mujer, análogo en todos estos aspectos a aquel tipo de personas pendientes de amor y consideración hacia sí mismas, escasamente fieles al objeto y poco inclinadas a la sexualidad: sólo que en este caso el efecto de un tóxico hace manifiesto lo que en aquellas se da normalmente. Esto hace pensar que el alcohol aumenta la sensación de sí mismo y que acaba con todo tipo de represiones al eliminar inhibiciones (quizá sea por ello que la atrofia o extirpación de la glándula tiroidea tenga como resultado el que puedan soportarse sin dificultad grandes cantidades de alcohol, mientras que, a la inversa, la hipertrofia de esta glándula, cuyas secreciones obran como estimulantes, provoca una marcada intolerancia al alcohol). En este caso, se recurre al alcohol simplemente