Aprendiendo con Freud. Lou-Andreas Salomé

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aquella finalidad a la vez natural y espiritual de toda manifestación humana: la unión de la sexualidad y del yo.

      COLOQUIO VESPERTINO

       Narcisismo. Cuestiones de método

       (miércoles, 27 de noviembre de 1912)

      Conferencia de Tausk sobre las inhibiciones artísticas.41 De los dos análisis expuestos por él (de un escritor y de un pintor) he retenido en mi memoria un par de observaciones, que me dan la impresión de que había muchas cosas de interés en lo que dijo; sin embargo, no habiendo tomado notas, no he conseguido retener la mayor parte de ellas.

      Sobre el narcisismo («allí donde concordamos con nuestros deseos»): toda renovación de la vida, tanto después de una neurosis como por la actividad creativa, procede siempre de allí; si bien las neurosis son frecuentes en los artistas (¿quizá por ello?), su intensidad es inferior a las de los no creadores. Finalmente, la relación entre narcisismo y erotismo anal42 (al contemplar una obra nuestra, algo objetivado como si fuéramos nosotros mismos). A partir de aquí, al complejo de padre, etcétera.

      Las réplicas de Freud fueron más severas que de costumbre y eso que no hay otra persona que pronuncie sus conferencias con tanta veneración en la mirada como él. De todos, parece que Tausk es quien más incondicionalmente depende de Freud, y también quien más busca destacar del resto. Quizás ello se adecue a un conflicto personal por ambas partes.

      Las réplicas de Freud hicieron destacar:

      1 que las dificultades de una materia de concepción tan reciente son demasiado grandes para poder ser tratadas en una simple conferencia; el número de ideas originales y su interés merece ser reconocido, pero todavía hay que profundizar en ellas con investigaciones más detalladas;

      2 que las continuas injurias dirigidas contra el conjunto del movimiento, lanzadas por parte de la ciencia oficiosa, tiene como consecuencia que no deba osarse avanzar con excesiva rapidez por nuevos territorios sin haber dejado suficientemente protegida la retaguardia; es esencial aportar reiteradamente confirmación de lo ya descubierto. (Esto último es lo que ha llevado a Freud a abandonar la prosecusión solitaria de sus investigaciones obligándole a fundar una escuela y a formar discípulos; un segundo motivo para el conflicto con mentalidades independientes o temperamentales);

      3 la oscuridad reinante en lo referente a los procesos de sublimación y sus definiciones;43 ¿no será la sublimación «parcial» de que habla Tausk una limitada capacidad de sublimación? Quizá radique precisamente en ello la condición del éxito artístico (Freud se ha mostrado aquí de modo sorprendentemente adogmático con respecto a su propia terminología, de la que se libera plenamente en sus investigaciones);

      4 en el estadio narcisista, toda terapia parece haber alcanzado sus límites y no puede, en el fondo, más que reordenar inversiones libidinales previas; sin embargo, lo que hay que conseguir es llevar el análisis hasta ese punto.

      Freud ha regresado con bríos, quizá desmesurados, y demasiado satisfecho de su viaje a Múnich44 en relación con la revista de Stekel (y por cuya causa tuvo que suspenderse la sesión del sábado). ¿Es tan seguro el acuerdo con Jung como se dio a entender oficialmente el miércoles? Desde entonces tenemos que comportarnos «políticamente» con respecto al tema Jung pero en realidad Múnich ha significado la ruptura.

      CURSO (V)

       Sueño de deseo. Repulsión y sexualidad

       (sábado, 50 de noviembre de 1912)

      Freud señala el por qué no debe asimilarse la denominación «sueño de deseo», sueño de satisfacción del deseo45 a la de contenidos del sueño (confesiones, advertencias, proyectos, etcétera), o por lo menos sólo del mismo modo a como nos referimos inadecuadamente a «médicos de mujeres» o «médicos del estómago». Sin embargo, creo que la expresión «satisfacción del deseo» suena demasiado acabada, y que por ello mismo se presta a equívocos; su matiz, al igual que ocurre con toda la terminología freudiana, resulta excesivamente definido, exageradamente fuerte y claro; tras ese «deseo», azul como el anochecer y preñado de nostalgia, se oculta algo mucho más claro y translúcido: nuestro ser original mismo, del que se han desprendido las reflexiones de la vigilia y que se realiza en el silencio de nuestro sueño.

      Se habló de «la terquedad y el erotismo anal».46 El «carácter anal» fue presentado como «resultado de la sexualidad» pero se lo relacionó demasiado superficialmente con castigos recibidos en dicha zona. Esto puede llamar a engaño ya que el erotismo anal es algo ligado a problemas mucho más complejos. El excesivo colorido de la misma palabra es algo que dificulta su investigación, como si las personas pudieran sobrepasar los tonos entre amarillos y castaños que parecen caracterizarlo. Provenimos de la tierra, y en ella también se hallan los orígenes de nuestro carácter y de nuestra sexualidad; y la tierra es también el tamiz a través del cual puede filtrarse el producto más sucio hasta alcanzar la calidad más depurada, superior, si cabe, a la que podrían ofrecer los filtros más perfectos, dejando así que se abran paso hasta nosotros los manantiales más cristalinos. Es interesante reseñar como la repulsión más sana —y hasta cierto punto la única repulsión «sana» y natural— común a todos nosotros es precisamente la ligada a lo concerniente al auténtico origen del hombre (de forma parecida a como ocurre en el bello comentario de Freud a la leyenda de Macduff,47 en la que la angustia más primitiva y acaso prototípica se halla referida al proceso de nacer, al nacimiento mismo). Todas las repulsiones del neurótico no son más que la imagen agrandada de esa repulsión inicial, mostrándonos así la profunda relación que existe entre lo valioso y lo carente de valor, entre lo «malo» y «malvado» y lo mejor y lo más creativo que integran toda conducta humana. Pocas consideraciones «éticas» y «estéticas» hay que no tengan aquí sus más profundas raíces.

      Pero es interesante también el que la primera y más imperiosa de las repulsiones aleje, desde el primer momento, de la sexualidad. Ello constituye un problema por sí mismo. También cuando esta repulsión aparece relacionada con lo anal como resultado de la represión (educación), es algo que todos aceptamos unánimemente como propio de la evolución natural, por otra parte exclusivamente humana. Aquí reside naturalmente un problema. La sexualidad humana normal alcanzaría su madurez únicamente desde el momento en que se la distingue de la excreción de lo inorgánico.

      MASCULINO Y FEMENINO

      Un par de veces he asistido, invitada por Swoboda, a sus lecciones. Sin embargo, no va más allá del contenido de sus escritos, que conozco bien: posee un espíritu rico, quizá demasiado rico; el deseo de riqueza espiritual no lleva nunca a alcanzar la meta de un pensamiento; ello sólo es posible si se aspira a simplificar.

      De las leyes de la periodicidad enunciadas por Swoboda pudiera quizá decirse que se nos muestran, sobre todo, en la normalidad, mientras que brillan por su ausencia en lo patológico. El inconsciente, que se considera reprimido, queda como aprisionado en la conciencia. Por una parte, su presencia es constante aunque sólo se nos muestre su perfil, parcial y perturbador, mientras que por otra nunca llega a expresarse plenamente, oscilando rítmicamente su intensidad entre el aumento y el descenso. Así podrían concebirse unidos Freud y Swoboda, o Freud y Fliess.

      El esfuerzo de Weininger48 por definir más adecuadamente lo M y lo F me parece estéril: aquello que puede enlazar opuestos (para producir un niño u obra) es MF; el resto no son sino estadios intermedios conducentes a las disidencias «turbulentamente receptivas» de que habla Swoboda.

      Creo que precisamente porque lo masculino y lo femenino son componentes fundamentales de toda vida, sólo es a partir de cierto

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