Género y juventudes. Angélica Aremy Evangelista García

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Género y juventudes - Angélica Aremy Evangelista García

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(Feixa, 1998). Hoy podemos considerar que la concepción antropológica de lo juvenil en los pueblos indígenas partía de una visión homogeneizada de la cultura, de lo indígena y de lo juvenil, la cual invisibilizó por largo tiempo a los jóvenes indígenas, así como sus experiencias. En este sentido, se ha producido un cambio en los paradigmas teóricos sobre la cultura, que dejaron de concebir a la juventud como autocontenida y homogénea (Urteaga, 2011), lo que permitió estudiar las culturas y sociedades indígenas como espacios heterogéneos y hasta desiguales en su composición social. Esto hizo necesario matizar la afirmación de la no existencia de lo juvenil en el ciclo de vida7 de las personas consideradas como indígenas, asumiendo que la existencia o no de la juventud indígena depende de:

      1 las características culturales, sociales y hasta geográficas de cada pueblo indígena,

      1 las transformaciones en el ámbito rural y la relación de las comunidades indígenas con la vida urbana,

      1 el tipo y nivel de contacto con otras culturas indígenas y no indígenas,

      1 los procesos que desencadenan las migraciones indígenas tanto pasadas como contemporáneas,

      1 las formas de poder y dominación que se dan al interior de los grupos familiares y comunitarios,

      1 la organización de género y la relación de éste con los procesos de socialización en cada familia y comunidad,

      1 las concepciones filosóficas y de las prácticas involucradas en la constitución del ser un infante y una persona adulta plena,8

      1 las formas de poder y dominación que se establecen desde el Estado-nación, el mercado laboral y el sistema de mercado nacional e internacional (Pérez, 2008a; López, 2012).

      A partir de estas consideraciones, algunos de los estudios sobre los jóvenes, lo juvenil y la juventud indígena han problematizado e identificado cinco grandes condiciones en la emergencia de lo juvenil en los diferentes grupos indígenas contemporáneos de México: a) el peso demográfico actual de los jóvenes en los grupos indígenas; b) su participación en los flujos migratorios y en la denominada cultura migrante; c) la extensión de la obligatoriedad educativa en el nivel secundario y, ahora, en el bachillerato; d) la relación y el impacto de los medios de comunicación y las tecnologías, y e) la percepción sobre los hombres y mujeres jóvenes como sector estratégico dentro de la multidimensionalidad de los procesos sociales, económicos, políticos, culturales, religiosos y tecnológicos en los cuales son actores centrales y protagonistas (Pérez, 2002, 2008a y 2011; Urteaga, 2010 y 2011). En este contexto, las principales preguntas que se plantean en las investigaciones contemporáneas sobre los jóvenes indígenas son:

      De qué modo se expresan los procesos de globalización, la desigualdad y la diferenciación económica y cultural en los pueblos indígenas, qué repercusiones está teniendo el acceso de los jóvenes a los medios masivos de comunicación y las redes sociales, cuál es el impacto de la educación y la migración en sus vidas cotidianas y las de sus pueblos de origen. Asimismo, se ha explorado cómo se construyen las ciudadanías y las membresías étnicas en contextos de profundo cambio en las comunidades indígenas, o cómo se expresa la participación política, social y cultural de los jóvenes indígenas tanto en sus comunidades de origen como en las de destino migratorio, entre lo más relevante (Valladares y Pérez, 2011: 3).

      A partir de lo mencionado en la cita anterior, resulta significativa la relación entre los actuales procesos migratorios y la configuración de lo juvenil indígena. Esta relación, articulada con las categorías de género, etnia y clase, nos permite potencializar el análisis para:

      Iluminar cómo los actores juveniles están estructurando y reconfigurando, a través de sus prácticas sociales y culturales, y representaciones sobre las mismas, nuevas realidades y significados de clase, de género y de etnia, y cómo éstas, reconfiguradas, estructuran la condición juvenil contemporánea (Urteaga, 2010: 15).

      En particular, cuando nos referimos a la presencia de los jóvenes indígenas en contextos urbanos es para señalar un “fenómeno en crecimiento [por la cantidad de jóvenes indígenas que se establecen en ellos] que […] los expone, a ellos y a sus comunidades, a nuevos estilos de vida, prácticas y culturas juveniles” (Saraví, 2010: 7). De ahí:

      […] la importancia de atender las particularidades culturales de los migrantes y de los grupos culturales con los que entran en contacto, sus posiciones sociales, su inserción laboral, su toma de decisiones, así como las subjetividades desde las cuales se enfrentan tales procesos, y que están asociadas, entre otros, con factores de organización social, edad y género (Pérez, 2007: 71).

      Los motivos de la migración contienen un sustrato económico, pero no es éste el único factor que propicia la migración indígena y juvenil en los diferentes contextos. Intervienen también otras cuestiones que pueden influir en este fenómeno social, como la especificidad de cada grupo, las motivaciones personales, las condiciones ecológicas y estructurales tanto en el ámbito local como en el regional, o las relaciones globales contemporáneas, que influyen indudablemente en la vida de las comunidades indígenas. Por lo tanto, la migración —además de la escuela, el trabajo asalariado y los procesos organizativos— es un fenómeno de gran trascendencia en el que se constituye la juventud indígena como un fenómeno emergente (Urteaga, 2011; García, 2012; López, 2012) ya que, como señala Álvaro Bello en la siguiente cita:

      La experiencia de la migración abre la posibilidad de construir nuevas trayectorias vitales entre distintas generaciones. Paradójicamente la migración, una actividad “adulta” […] es vista por los sujetos [jóvenes] como una posibilidad de construir una trayectoria más cercana a las ideas hegemónicas de juventud. Esto es, el acceso a nuevas posibilidades de construcción identitaria, a nuevos nichos de consumo, a formas de agrupamientos y para vivir en interacción con gente distinta y en espacios distintos al de la comunidad (Bello, 2008: 167).

      De esta forma, los jóvenes indígenas que migran de las zonas rurales a las ciudades representan una gran heterogeneidad de actores y de situaciones, pues se trata de mujeres y varones de diferentes edades, estudiantes de distintos niveles, profesionistas egresados de muy diversas carreras, trabajadores que se desempeñan en distintos oficios —como comerciantes ambulantes, artesanos, empleados, trabajadores domésticos (principalmente trabajadoras), albañiles y obreros—, de diferentes etnias y con diferentes motivos para migrar, así como con formas distintas de arribo y asentamiento en la ciudad (López, 2012).

      En particular, Pérez (2002) se pregunta sobre la especificidad juvenil indígena migrante en la ciudad, producida ésta en el marco de los nuevos contextos de globalización, migración y relaciones interétnicas, que han originado una resignificación de las identidades y de la diversidad cultural. La autora plantea dos grandes núcleos temáticos en los que ha girado la investigación al respecto.

      El primer núcleo temático se centra en la condición y situación de los jóvenes en relación con la desigualdad o la diversidad, y estudia, por ejemplo, “las opciones y limitaciones que en un momento dado existen en sus lugares de origen”, relacionadas con “la existencia de una diferenciación social previa a la salida del lugar de origen” que, por supuesto, “condiciona un cierto rango de posibilidades y expectativas entre los migrantes, así como el marco de opciones entre las que deben escoger y desenvolverse” (Pérez, 2002: 17). De este modo, en su estancia en la ciudad:

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