Spinoza: Educación para el cambio. Germán Ulises Bula Caraballo

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Spinoza: Educación para el cambio - Germán Ulises Bula Caraballo

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evidentes. Por ello, apoyo la tesis del carácter holista del orden geométrico de la Ética. En varios textos de Spinoza encontramos una invitación a suspender el juicio sobre una proposición determinada hasta que se comprenda el argumento en su totalidad. En la Ética, después de proponer que “el alma humana es una parte del entendimiento infinito de Dios” (E2P11C), Spinoza dice: “Sin duda, los lectores quedarán perplejos, y les vendrán a las mientes muchas cosas dificultosas; por tal motivo, les ruego que avancen conmigo a paso lento y que no se pronuncien sobre esto hasta que no terminen de leerlo todo” (E2P11S). En el Tratado de la reforma del entendimiento (TIE, § 46) da una advertencia similar.

      Según Spinoza, es posible entretener una idea como premisa sin juzgarla verdadera inicialmente, y descubrir su verdad a partir de lo que se deduce de ella:

      Cuando la mente aplica su atención a una cosa ficticia o falsa por su naturaleza, a fin de examinarla y comprenderla y deducir correctamente de ella lo que se debe deducir, descubrirá fácilmente su falsedad. Y, si la cosa fingida es, por su naturaleza, verdadera, cuando la mente la examina para comprenderla y comienza a deducir correctamente de ella las cosas que de ella se derivan, proseguirá felizmente sin interrupción alguna. (TIE, § 61)

      Desde este punto de vista, podemos comprender qué significa la argumentación para Spinoza: no se trata de partir de ideas que sean evidentes para cualquiera, sino de hacer evidentes ciertas ideas a través del trabajo de argumentación. Después de esta proposición: “Toda sustancia es necesariamente infinita” (1P7), dice Spinoza: “Si los hombres atendieran a la naturaleza de la sustancia, no dudarían un punto de la verdad de la Proposición 7; muy al contrario, esta proposición sería para todos un axioma” (1P7S2). Ausentes ciertos prejuicios, lo que es una proposición necesitada de demostración sería un axioma. Habría que ver la argumentación espinozista como un trabajo sobre la mente del lector, en línea con la tesis de Garrett (2003) de que Spinoza busca, también en la Ética, una reforma del entendimiento.

      Así, por ejemplo, encontramos a Spinoza proporcionando argumentos a favor de un axioma (E5Ax2), en contravía de lo que debería ser una demostración geométrica. El único axioma de la parte cuarta de la Ética (donde comienza el tema de la ética en el libro) dice así: “En la naturaleza no se da ninguna cosa singular sin que se dé otra más potente y más fuerte. Dada una cosa cualquiera, se da otra más potente por la que aquella puede ser destruida” (E4Ax). Difícilmente se puede decir que esto es evidente de suyo; al mismo tiempo, como lección de ética (de humildad y conciencia de la propia finitud), puede resultar sano para un entendimiento tratar esta idea como si fuera un axioma. Cabe anotar que, a diferencia de Euclides, Spinoza no enumera todos sus axiomas al comienzo del texto, sino al comienzo de los diferentes libros de la Ética, lo que sería consistente con esta postura: los axiomas se introducen a medida que el lector está listo para recibirlos. De forma crucial, la Ética busca transformar al lector.

      Con esto paso a hablar del carácter pedagógico del orden geométrico. A partir del prefacio de Meyer, podría pensarse que Spinoza considera que el orden geométrico de exposición se prefiere por su claridad (ver también Ep2). Sin embargo (como es evidente para quien abre por primera vez la Ética, o intenta enseñarla a estudiantes) la lectura en el orden geométrico no resulta sencilla, cosa que Spinoza parece admitir en 4P18S al expresar en prosa lo que luego expondrá en su “prolijo orden geométrico” con la intención de que “todos comprendan más fácilmente mi pensamiento” (E4P18S). ¿En qué sentido ayuda el orden geométrico a la comprensión?

      Sugerimos que el orden geométrico es pedagógico no en la medida en que le ahorra trabajo al lector si no en cuanto le agrega. Para leer la Ética no basta con entender los enunciados doctrinales de Spinoza, si no que (como en la lectura de Euclides) es necesario comprender los nexos entre las proposiciones, hacer la tarea, ver cómo una idea se sigue de las anteriores. Recordemos que los Principios de filosofía de Descartes están escritos para quienes “[…] se han declarado cartesianos, arrastrados por un impulso ciego […] [y] solamente han grabado en la memoria las opiniones […] de Descartes; pero, cuando surgen en la conversación sólo saben […] parlotear largamente sobre ellos, sin demostrar nada” (PPC, Praef, 129). El orden geométrico tendría un carácter pedagógico en cuanto pone al lector la tarea de reconstruir los argumentos presentados.

      Con esto, presento mi posición frente a las tesis de Wolfson, Garrett y Bennett: el orden geométrico de la Ética está estrechamente ligado a la ontología y epistemología espinozista; tiene una intención pedagógica en la medida en que requiere que el lector reconstruya los argumentos presentados; y es holista en cuanto la realización de esta tarea modificaría al lector, haciendo evidente lo que antes no lo era. La Ética pretende operar sobre sus lectores; en términos de su propia ontología, se trataría de un cuerpo que busca afectar al cuerpo del lector, transformarlo (Rojas, 2005).

      En cuanto a la tesis de Henry (2008) de que la Ética es la racionalización de una experiencia beatífica, la retomaré cuando haya profundizado en otros dos aspectos del método geométrico: el racionalismo explicativo de Spinoza y el papel de los axiomas, las definiciones y las esencias.

       3.3. Racionalismo explicativo

      La primera definición de la Ética reza así: “Por causa de sí entiendo aquello cuya esencia implica la existencia, o, lo que es lo mismo, aquello cuya naturaleza solo puede concebirse como existente” (E1Def1). Así se atribuye causalidad al mismo Dios; si se toma junto con los axiomas “De una determinada causa se sigue necesariamente un efecto, y, por el contrario, si no se da causa alguna determinada, es imposible que un efecto se siga” (E1Ax3) y el ya mencionado 1Ax4, resulta que todo en el mundo es causal, y todo es explicable (Garrett, 2003, p. 24). A esto lo podemos llamar “racionalismo explicativo” (p. 30; Bennett, 1984, p. 36).

      El racionalismo explicativo se completa con la proposición que establece el paralelismo: “El orden y conexión de las ideas es el mismo que el orden y conexión de las cosas” (E2P7). En virtud de esta proposición el orden y conexión de lo que se sigue causalmente de un ente corresponde al orden y conexión de lo que se deduce de la esencia de este. Para 2P7 ya ha mostrado Spinoza que hay una sola sustancia, Dios, y que las cosas finitas son modos, modificaciones, de esta única sustancia (E1P15C); o, dicho de otro modo, que se siguen de la esencia de esta. Por lo tanto, idealmente, el conocimiento tendría que ser un comprender cómo todo se sigue de la esencia de Dios. Esto será, para Spinoza, la forma más excelsa de conocimiento, que “progresa, a partir de la idea adecuada de la esencia formal de ciertos atributos de Dios, hacia el conocimiento adecuado de la esencia de las cosas” (E2P40S2). Si se toma este conocimiento como modelo del conocimiento, podemos detectar una razón de fondo (más allá de la intención pedagógica que motivaría la forma de escritura de los Principios de la filosofía de Descartes) por la que Spinoza elegiría el método sintético por sobre el analítico.

       3.4. Definiciones, axiomas y esencias

      Sirva el prefacio de Meyer para dar una idea de lo que tradicionalmente se entiende por definiciones y axiomas:

      Las definiciones no son otra cosa que explicaciones muy claras de los términos y nombres con que se designan los objetos que se van a tratar. Por otra parte, los postulados y axiomas, o nociones comunes de la mente, son enunciados tan claros y perspicuos que ni siquiera quienes sólo han entendido rectamente sus palabras podrán negarles su asentimiento. (PPC, Praef, 127)

      Respecto a la definición, en cuanto es equivalente a la esencia de la cosa, tiene que ser mucho más que un claro acuerdo de léxico; y ya hemos visto que los axiomas espinozistas

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