La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
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Esa esporádica sociedad electoral, que incluyó al Movimiento Colombia Unida, integrado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (prt) y el grupo Socialismo Democrático, tuvo un leve suceso, pero en favor del m-19, con la elección de Vera Grabe Loewenherz5 a la Cámara por Cundinamarca. La lista por esta encabezada fue una de las más plebiscitadas al conseguir 31 147 votos, de los cuales 27 236 fueron solo en Bogotá. Fue evidente que esa esporádica coalición se benefició, sin proponérselo, de lo que Juan Carlos Rodríguez Raga identificó como la “enorme personalización de la política, cuya mejor expresión era la gran proliferación de listas para las elecciones del Congreso”.6 En otros términos, a la izquierda la favoreció dicha individualización toda vez que de los 180 000 sufragios que la mencionada coalición obtuvo en todo el país, 70 9017 le fueron imputados al máximo dirigente de la exformación guerrillera, Carlos Pizarro Leongómez, candidato a la Alcaldía capitalina. A juicio de Jean-Michel Blanquer, en aquellas elecciones se manifestó “el voto atrapatodo […], el voto contestatario, amplificado por la personalidad de un candidato que logró cautivar a sectores de la población que saludaron la desmovilización del grupo guerrillero”.8 De alguna manera, las candidaturas presentadas por el m-19 fueron el rudimento del voto de opinión que será más palmario en los años sucesivos; como lo indicaba esa votación, hubo más Pizarro que protopartido m-19, pues esta apenas consiguió dos representantes, junto con Vera Grabe, Everth Bustamante.
En cuanto a otras fuerzas de izquierda la votación fue aún más baja. Por el lado de la up, el candidato a la Alcaldía de Bogotá, Carlos Arturo Romero Jiménez, consiguió 22 519 votos. Su mejor dividendo lo obtuvo en el Senado al elegir a Gilberto Vieira White, por Cundinamarca, con 35 274 sufragios (de los cuales 23 273 fueron en Bogotá),9 y Bernardo Jaramillo Ossa, reelegido por Antioquia, con 35 297 votos. En lo que toca el Frente Popular, y en coalición con la up en el Urabá, les permitió a ambos elegir a un representante a la Cámara, siendo la única vez que un candidato del Frente Popular accedió al Parlamento. En Córdoba el Frente Popular se alió con corrientes estimadas de izquierda del Partido Liberal.10 En el caso de la up o del Frente Popular pesaron más las intervenciones respectivas del Partido Comunista Colombiano (pcc) y el Partido Comunista de Colombia – Marxista-Leninista (pcc-ml). Así lo atesta la aspiración efímera11 de Jaramillo Ossa a la Presidencia, quien terminó siendo elegido al Senado, y que condujo a que parte de la dirigencia del pcc-ml y del Ejército Popular de Liberación (epl) lo considerara el líder de la derecha del pcc.12
Tanto en la up como en el Frente Popular surgieron voces exhortando a una gran alianza; al fomento de la democracia interna y a la lucha legal que en la up hiciera Jaramillo Ossa. A ello se sumaron dirigentes como Diego Montaña Cuéllar y Angelino Garzón, los cuales instaron a revisar los enfoques políticos e ideológicos. Aquellos celos o prevenciones contra la up o el Frente Popular se debían a la competencia entre dos partidos constituyentes; que entendemos como aquellos partidos, legales o no, que orientan sus programas y disponen cuadros o dirigentes al servicio de un movimiento político más amplio, que, en un principio, carece de la estrategia, la disciplina y la organización para afrontar las fuerzas ya asentadas en el sistema político. Es luego, dependiendo de los logros de la eventual alianza, que tales partidos constituyentes luchan en su seno por el predomino, o simplemente se disuelven para erigir una nueva y única organización partidista.
De manera general, la ad m-19 eligió 2 representantes, 43 alcaldes, 17 diputados y 251 concejales; la up, pese al genocidio político que la asechaba, 2 senadores, 1 representante a la Cámara, 11 alcaldes, 10 diputados y 106 concejales; el Frente Popular, 1 representante, 6 alcaldes, 1 diputado y 5 concejales. Otros movimientos eligieron: la Anapo, 1 alcalde,13 2 diputados y 5 concejales; el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (moir), 5 concejales; el Partido Socialista de los Trabajadores (pst), 2 concejales.
Plebiscito desde las aulas y defunción de la Constitución centenaria
En las elecciones de 1990 hubo otro voto que acaparó las miradas. Su enunciado rezaba: “Para fortalecer la democracia participativa, voto por la convocatoria de una Asamblea Constitucional, con representación de las fuerzas sociales, políticas y regionales de la Nación, integrada democrática y popularmente para reformar la Constitución Política de Colombia”.14 Suerte de plebiscito15 al margen del conteo oficial, y sin autorización del Legislativo ni del Ejecutivo, urgió al Gobierno a realizar una reforma política. Aunque si se discute acerca de su autoría, algo seguro es que no fueron las jerarquías bipartidistas y mucho menos el Congreso, que le dio poco interés. Y si sus protagonistas se encontraban entre sectores liberales progresistas y grupos de izquierda, el papel trascendental de enterrar la añeja Constitución de 1886 debe ponderársele al movimiento estudiantil universitario. A ese respecto es menester aclarar que se trató de dos procesos; unidos en un principio en vista de un mismo objetivo y distanciados luego por obvias divergencias ideológicas. El uno, más compacto, realzado por la bibliografía oficial, e integrado en su mayoría por jóvenes liberales que estudiaban en universidades privadas, acogió el nombre de movimiento Todavía Podemos Salvar a Colombia;16 el otro, organizado en las universidades públicas, fue liderado principalmente por cuadros políticos de la Juventud Revolucionaria de Colombia —por extensión del epl y del pcc-ml—, para entonces a la cabeza de las asociaciones de estudiantes, lo que influyó para que la convocatoria reformista no fuera rechazada, se denominó Movimiento Estudiantil por la Constituyente.
Dos millones de votos reclamaron una Asamblea Constituyente. Ello, sumado a la aceptable votación alcanzada por fuerzas de izquierda, generó mayores ilusiones dentro y fuera de dicho campo. Es así como, en una reunión el 3 de abril de 1990, el Frente Popular, los Círculos Bernardo Jaramillo Ossa,17 el prt, el grupo Socialismo Democrático y algunos movimientos políticos regionales18 convienen conformar una gran alianza, a cuya dirección colegiada provisional designaron a Antonio Navarro Wolff, del m-19; Diego Montaña Cuéllar y Angelino Garzón, que venían de abandonar el pcc-up; Adalberto Carvajal y Jaime Fajardo, del Frente Popular; y Carlos Bula Camacho, del grupo Socialismo Democrático. Pese a la presencia de estos dirigentes, el peso lo tuvieron quienes representaban al m-19, por su carisma, el respaldo que le acababan de dar las urnas y la unidad con que llegaban. Prueba de ello es que a tres días de aquella reunión la coalición en germen asumió el nombre Alianza Democrática m-19. Mediante un pacto las “organizaciones constituyentes” se comprometieron a trabajar por la paz, la justicia, las garantías electorales (con hincapié en el tema de la circunscripción especial en el Senado para los grupos desmovilizados), pero también a disolverse gradualmente en una sola fuerza política: “[…] no estamos proponiendo un frente de partidos o una federación de grupos, sino un solo movimiento unificado nacionalmente para transformar la actual situación y donde, además, exista la convicción plena de que en la Colombia de hoy las vías civilistas y los métodos de la democracia sean los únicos válidos para el ejercicio de la acción política”.19
La evidencia del cambio de mentalidad en las organizaciones firmantes se advierte en el proyecto de una sociedad “basada en el pluralismo y en el modelo economía mixta y de verdadero Estado social de derecho”.20 Dicho por Angelino Garzón, la nueva izquierda representada en la ad m-19 debía ser:
[…] una alternativa política a la sociedad colombiana que tenga posibilidades de gobernar y sea diferente a los partidos Liberal y Social Conservador […], que contribuya, por una parte, a la solución política del conflicto armado […], a que exista una real democracia en el país, y no a la democracia formal que ahora tenemos […], a mejorar el bienestar de la población […]. Que contribuya también a la defensa de la soberanía nacional, no solo como un problema de fronteras, sino en la proyección de una imagen internacional de Colombia como un Estado independiente.21
Así quedaban ratificados los fundamentos que adelante caracterizaron los procesos políticos de la izquierda legal y reformista. Pero la coyuntura les obligaba a promover en un breve lapso la campaña