La izquierda legal y reformista en Colombia después de la Constitución de 1991. Jorge Eliécer Guerra Vélez
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Es sinuoso evaluar qué aspectos de la Constitución fueron fruto de la oficiosidad de los delegados por la ad m-19, la up, el prt u otros movimientos y partidos de ese campo. Someramente aparecen: el derecho a una educación universal, gratuita, y la libertad de instrucción; el reconocimiento a las organizaciones y los movimientos sociales en el fortalecimiento de la democracia; la no reelección presidencial, o de los parlamentarios tras dos periodos consecutivos, la interdicción del cúmulo de mandatos;56 la no extradición de nacionales; la creación del Fondo de Solidaridad y Emergencia Social; la acción de tutela, la creación de la Corte Constitucional y de organismos de protección de los derechos humanos; el reconocimiento pleno a las denominadas minorías (indígenas, afrocolombianas, rom y raizales) y la creación de una circunscripción nacional para el Senado y otra especial para la Cámara, incluida una para quienes residen en el exterior. Y, algo generalmente desdeñado, la búsqueda de mecanismos tendientes a la reconciliación con los grupos que permanecían en armas. Aunque la gran conquista política, o al menos en el papel, fue el título iv, o “De la participación democrática y de los partidos políticos”, en los capítulos ii, “De los partidos y movimientos”,57 y iii, “Del Estatuto de la Oposición”.
Proclamada la Constitución, se afirmó la representatividad de la ad m-19, cuya oposición se circunscribió a un programa de gobierno diferido. En su favor dispuso de algo que Medófilo Medina advirtiera en un caso previo: “si se analiza la historia reciente incluyendo la coyuntura de surgimiento de la up, se puede concluir que la paz y el ejercicio del diálogo han conformado para la izquierda el campo de inversión con más alta rentabilidad política”.58 La nueva Constitución requeriría, además de debates o proyectos de ley, la sanción de las Altas Cortes, y que el Congreso y el Ejecutivo facilitaran el papel de la oposición. El freno a las controversias y propuestas que emanaban de la ad m-19 vino con la invitación que Gaviria le hizo a Antonio Navarro Wolff de integrar su gobierno de apertura;59 lo que paradójicamente, en una democracia sitiada por la violencia, actuó como un escudo para la dirigencia y contra los intereses nocivos dentro o fuera del establecimiento.
Los costos del entusiasmo
Como por doquier, la puesta del bloque soviético y la cesación de las dictaduras de América Latina condujeron a un sector de la izquierda colombiana a acondicionar su proceder y discurso.60 Las dirigencias restablecieron lazos con quienes abandonaron las pautas socialistas o comunistas, y se aproximaron a los movimientos sociales que irrumpían. El contexto no podía ser más favorable. Pero ¿cuán consciente fue de las realidades inéditas que se expresaban en las diferentes capas de la sociedad? Aguardando que se visara la Constitución y poder fijar sus prioridades, a la ad m-19 le llegó otra coyuntura electoral. Borrón y cuenta nueva, la Asamblea Constituyente, con la aprobación del Gobierno y las jefaturas bipartidistas, convino renovar el Congreso.
Tras la irrupción de Esperanza, Paz y Libertad, Bernardo Gutiérrez, con relación a la ad m-19, declaró: “nosotros vamos a ingresar decididamente y vamos a trabajar por acercar allí a los trabajadores, a los campesinos, a los estudiantes, a los profesionales, a las mujeres y a todas las gentes progresistas, patriotas y honestas de nuestro país”.61 Perteneciente a esa generación que no fue la que fundó el epl ni se aferró al axioma “el poder nace del fusil”, Gutiérrez, quien objetó que para superar las controversias los diferentes movimientos debían renunciar a sus especificidades construyendo un verdadero partido, tuvo que someterse a la voluntad mayoritaria. Con 34 votos contra 20, primó la posición de participar en la ad m-19, pero con independencia de las diferentes fuerzas y preconizando una orientación socialista frente a una de centroizquierda promovida por quienes encabezaban la alianza. Como argumento, la exformación maoísta se declaró capaz de adelantar un proyecto político en las zonas que estuvieron bajo su influencia.62 Las diferencias revelaron una división por arriba, impensable bajo la admonición del desaparecido pcc-ml, que se profundizó con las renuncias de Jaime Fajardo, quien se vinculó a la ad m-19, y del propio Gutiérrez, que en un típico ejemplo de transfuguismo fue a parar al Partido Liberal.63
Sin peso en la ad m-19, quienes permanecieron en Esperanza, Paz y Libertad cedieron a la presión. Severamente Antonio Navarro les dijo: “el problema de la Alianza son ustedes, pues no se disuelven y donde voy me los encuentro con banderas, camisetas y grupos de activistas propios del epl. Como si la ad m-19 fuera un frente de izquierda, reclamando participación de grupo, sin entender que la gran mayoría de la gente quiere es al m-19”.64 En una reunión antes de las elecciones la dirigencia de Esperanza, Paz y Libertad emplazó a la ad m-19 a aproximarse a las bases populares y a clarificar su programa. Allí, en calidad de invitado, y confortado con una opinión cercana al 70 %, Navarro expuso: “nuestro propósito es construir un partido muy amplio, en ascenso político, neutralizando sectores y manteniendo con toda claridad la hegemonía en el campo democrático. Pero por eso también vamos a incluir a empresarios y personas provenientes de los partidos tradicionales en la conformación de la lista de aspirantes al Congreso”.65 Sin profundos ajustes estaba revalidando los designios de Carlos Pizarro en el momento de la desmovilización del m-19.
Los resultados electorales de octubre de 1991 confirmaron la recuperación del Partido Liberal, que afirmó su supremacía con 145 congresistas,66 y del conservatismo, que pese a la división obtuvo 80 parlamentarios. Del lado de la izquierda, la ad m-19 tuvo un desempeño aceptable, aunque menor al anunciado. Con 9 senadores y 13 representantes, su votación fue menor a la alcanzada para la Asamblea Constituyente, pero mayor a la de los comicios de marzo de 1990, ratificando su ascendencia en las clases medias urbanas. Su lista al Senado, encabezada por Vera Grabe, sacó 454 467 votos, 68 942 solo en Bogotá,67 y para la Cámara de Representantes, 339 407 votos. La up, con 69 339 votos al Senado,68 eligió a Hernán Mota, y con 33 084 a la Cámara, logró tres curules. El Partido Social de los Trabajadores (pst) consiguió 4467 votos para el Senado.69
Con su campaña “Cien días por la democracia”, la ad m-19 buscó remozar las costumbres políticas. La tarea iniciaría por el propio Congreso luego de que la Asamblea Constituyente venía de renovarlo, solo que el tamaño de su grupo parlamentario, el 9 %, le impidió incidir en un espacio que siguieron dominando las fuerzas tradicionales. A ello se añadieron dos factores. De un lado, la incertitud generada por el hecho de que el Legislativo pasaba a manos de personas que en su mayoría no tenían en su historial otros cargos de elección popular y que pese al aparente interés por perseguir los postulados constitucionales continuaron sojuzgados a “barones electorales” o facciones partidistas emplazadas a prender la maquinara que les permitiría recobrar el control total de los puestos de poder cedidos por la convulsión reformista. Del otro lado, la apatía y aplacada valoración que un gran segmento de la población tuvo de la nueva Constitución; la abstención en la elección de la Asamblea Constituyente evidenció el escaso compromiso del régimen y la tarea que tenía de hacerle aprehender el Texto al país, aún más cuando los partidos descuidaron su papel de preceptores, que en cambio hicieron algunas organizaciones no gubernamentales (ong) y asociaciones, principalmente cercanas a la izquierda.
Asimismo, las elecciones enteraron a la ad m-19 del respaldo del voto independiente, ante un discurso de renovación y pluralismo de los partidos tradicionales que no convenció. Con una sola lista al Senado se mostró en tanto estructura homogénea, aunque los apetitos personales y grupales eran manifiestos. Buscando hacerla atractiva, Navarro la abrió a los empresarios y políticos que dejaron el bipartidismo, lo que disgustó a algunos dirigentes, como Carlos Alonso Lucio:
No hay división en la ad m-19. Lo que pretendo es hacer un llamado de alerta ante nuestra pérdida de identidad […]. Lo que está pasando no justifica todos los años de lucha que pasamos en el monte. Lo que está pasando es que el movimiento se ha confundido con los poderes tradicionales.