Un verano con Clío. José Luis de Montsegur
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–Entonces ¿estaba caliente?
–No te puedes imaginar cuánto, millones de grados centígrados. Si toda la materia que hay en el Universo estaba concentrada y comprimida en un punto infinitesimal… ¿te imaginas qué temperatura y qué masa tendría?
–No tío, una burrada.
–Efectivamente, una «burrada» –sonrió al decir esta palabra– de calor. Pero al expandirse se iba enfriando, y al enfriarse, las partículas fueron agrupándose, formando el primer átomo. ¿Adivinas cuál?
–Pues no sé tío, dame una pista.
–Es el más sencillo de todos.
–¡Ah claro! El hidrógeno; he sacado buena nota en Física y Química.
–Me alegro. Efectivamente. El hidrógeno es el átomo más sencillo; solo tiene un protón y un neutrón en su núcleo, y un solitario electrón en órbita. Por eso, todavía hoy después de tanto tiempo transcurrido desde entonces, el hidrógeno es el elemento más abundante en el Universo.
–¿Y cómo se formaron los restantes átomos? Porque existen un montón de elementos químicos diferentes.
–Pues en los hornos estelares, es decir, se cocinaron dentro de las estrellas.
–Pero primero tendrían que formarse las estrellas, ¿no? –preguntó Julio socarrón.
–Claro Julio. Conforme fue expandiéndose la sopa de partículas y se enfriaba, comenzó a llenarse todo de hidrógeno. Por fortuna la explosión inicial tuvo irregularidades, no fue totalmente homogénea en toda su superficie. Gracias a este fenómeno, el gas empezó a concentrase en nubes, y esas nubes, por efecto de la gravedad, se fueron comprimiendo y adoptando formas esféricas. La presión originada por la contracción de las esferas de gas consiguió subir la temperatura interior y lo hizo hasta tal punto que los átomos de hidrógeno empezaron a fusionarse entre sí originando otro elemento diferente. ¿Sabrías decirme cuál?
–Lo estudié en la tabla periódica de los elementos de Mendeliev; creo recordarlo… era ¡el helio!
–¡Efectivamente Julio! El helio tiene dos protones y dos neutrones en su núcleo, resultado de la fusión de dos átomos de hidrógeno. ¿Y qué pasa cuando se rompe la fuerza que une los protones y los neutrones de los núcleos de los átomos y estos se fusionan formando un nuevo elemento?
–Pues que se genera un montón de energía.
–¡Otra vez has acertado! Veo que la Física se te da mejor que la Historia. Así es que cuando se fusionan los átomos de hidrógeno se produce una explosión termonuclear, o lo que llamamos una bomba de hidrógeno, mil veces más potente y devastadora que una bomba atómica que se fundamenta en lo contrario, la rotura del núcleo atómico.
–Sí, pero aún quedan muchos más elementos químicos por fabricar.
–Claro Julio, ten paciencia. Cuando una estrella va quemando el hidrógeno y este se va convirtiendo en helio, llega un momento en el que consume casi todo el gas hidrógeno, y entonces empieza a gastar el helio que se fusiona para formar otro elemento y así sucesivamente, hasta que explota originando una supernova o se dilata tremendamente convirtiéndose en una gigante roja y luego se comprime hasta formar una enana blanca. En todo este proceso van creándose, como por arte de magia, todos los elementos que conocemos: el oxígeno, el carbono, el hierro, etc.
–¿Y cómo llegan a un planeta?
–De varias formas. Primero te diré que nuestro Sol y todos los planetas que lo acompañan en su viaje sideral proceden de los restos de una estrella masiva que explotó en una supernova. Te diré que una supernova es una explosión tan gigantesca que se puede ver desde millones de años-luz de distancia. Pero una vez que ha estallado, quedan restos, los suficientes como para formar una nueva estrella, ahora más pequeña que la de antes, y los despojos de menor tamaño acaban formando un disco alrededor de esa nueva estrella, y de ese disco de gas se van constituyendo los planetas. En estos nuevos mundos ya existen los elementos que se han formado en la supernova, y además se van agregando los asteroides, los meteoritos y los cometas que circulan por el espacio y que caen sobre estos proyectos de planeta. Todos los asteroides, meteoritos y cometas tienen en su composición elementos químicos de todas clases, pues proceden de lejanos soles que a su vez han estallado, ya que no todos los fragmentos de la explosión son retenidos sino que salen despedidos al espacio y escapan a la gravedad de la nueva estrella.
–Vale tío. Ahora entiendo como se han formado el Universo, los átomos, las estrellas y los planetas. Pero hay una pregunta que me ronda la cabeza… ¿qué originó esa explosión del Big Bang?
Manuel exhaló una buena bocanada de humo y lo contempló elevarse hacia el cielo con los ojos entrecerrados. Sonrió satisfecho. La curiosidad de su sobrino le agradaba, pues aquella era una pregunta que muy pocos hacían.
–Pues no se sabe. Algunos científicos postulan que existen infinitos universos paralelos, y que cuando chocan entre ellos, se produce una trasferencia de energía. Eso pudo ocurrir, pero también pudieron intervenir otras causas que todavía desconocemos, como por ejemplo una singularidad del «Campo Punto Cero». Los creyentes dicen que fue simplemente el deseo de Dios. Lo siento Julio pero no puedo asegurar nada; simplemente ocurrió y aquí estamos.
–Nunca he oído hablar del «Campo Punto Cero»; no venía en los libros de Física que he estudiado.
–No me extraña Julio. Es un descubrimiento revolucionario que pondrá la Física patas arriba y todavía tiene detractores.
–¿En qué consiste? –Julio puso toda su atención.
–Algunos físicos postulan que existe un infinito campo de energía pura al que llaman el «Campo Punto Cero». De ese campo, que estaría en una dimensión paralela a la nuestra, surgió una emisión, una pequeña burbuja de energía que formó nuestro Universo. Y ya sabes que la base de la materia es la energía; en realidad, según dijo Einstein, «lo único que verdaderamente existe es la energía».
–¿Y de dónde ha salido ese «Campo Punto Cero»?
–Pues no lo sabemos… todavía. Parece que es la matriz de todo lo que existe… En realidad lo que hemos hecho es trasladar la gran pregunta un poco más lejos que antes.
–Entonces somos el resultado de las reacciones nucleares de las estrellas. Los átomos de mi cuerpo formaron parte alguna vez de una estrella.
–Sí Julio, así es. Todo procede de las estrellas.
–¡Qué bonito! –exclamó Cintia que escuchaba atenta las palabras de Manuel–. ¿Y no tendremos algún recuerdo de aquella etapa en nuestro interior?
–Tal vez Cintia… tal vez –murmuró Manuel mordisqueando la pipa que sostenía en la mano derecha–; el ser humano es muy especial. Somos especiales, pero esa es otra historia.
–Me gustaría saber cómo empezó la vida. Lo he estudiado en los libros de texto, pero me gustaría escuchártelo contar a ti. Haces que todo parezca fácil tío.
–Gracias Julio. Para un profesor, que sus enseñanzas parezcan fáciles de comprender y recordar es un elogio maravilloso. Algunos prefieren