Un verano con Clío. José Luis de Montsegur

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Un verano con Clío - José Luis de Montsegur

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style="font-size:15px;">      La voz de su tía llamándolo desde la escalera le hizo cerrar el pesado texto, dejando el bolígrafo con el que había tomado apuntes sobre el bloc de notas. La hora de la comida había llegado.

      –¿Cómo ha ido la mañana? –le preguntó su tío.

      –Mal… estudiando y tomando apuntes.

      –Eso no está tan mal como piensas. Todo esfuerzo tiene su recompensa tarde o temprano. Venga, vamos a comer y luego nos echamos una pequeña siesta. Cuando refresque nos vemos, ¿de acuerdo?

      Julio asintió mientras entraban en el salón-comedor.

      Después de comer hacía un calor tremendo. Los días finales de junio estaban siendo muy pesados y todo el mundo comentaba lo que pasaría en julio con esa temperatura agobiante, que ya estaba causando problemas de salud a las personas mayores.

      La siesta era obligada. La habitación permanecía fresca gracias a las gruesas paredes de la casa y al buen aislamiento que colocaron al construirla. Julio se echó sobre la cama un poco somnoliento aunque no acostumbraba a dormir por la tarde, pero el poco vino que su tío le había servido en la comida le estaba pasando factura, pues no tenía la costumbre de beberlo.

      Medio adormilado pasó el tiempo y el Sol fue amortiguando su brillo. Jugó un poco con su consola consiguiendo pasar de nivel; ya estaba en los últimos pantallazos, a punto de alcanzar la meta.

      El móvil emitió un sonido de campanitas. Era un «whatsApp» de su amigo Guillermo. Le enviaba una foto de la playa de Gandía, donde estaba ya con sus padres y hermanos, gracias a que había aprobado todo el curso. Aparte le mandaba un mensaje: «Ya estamos en la playa. Siento que no puedas estar aquí. Me acordaré de ti cuando salga con chicas guapas. Un abrazo».

      «Menudo cabrón –pensó Julio sonriendo–. Qué suerte tiene; él en la playa ligando y yo aquí aguantando a una foca empollona. En fin, el que ría el último reirá mejor».

      Tecleó una respuesta: «Que te lo pases bien colega, aquí estoy sacrificado estudiando con una piba que está como un tren. Menudo verano me espera. Ya te contaré».

      «Se morirá de envidia cuando lo reciba –casi habló entre dientes–; el problema lo tendré cuando me pida una foto. Bueno ya lo resolveré como sea bajando la de alguna tía buena de Internet». Dejó el móvil sobre la mesa. No quería que una llamada inoportuna interrumpiera su conversación con Manuel. Iba a ser la primera «clase» con su tío y deseaba causar una buena impresión.

      Bajó al salón. Manuel ya estaba sentado en el sofá ojeando un libro enorme.

      –¿Has descansado bien? En verano hay que evitar el trabajo en las horas de más calor cuando ya tienes cierta edad; pero los jóvenes apenas os dais cuenta, os sobra la energía y vuestro organismo funciona perfectamente. Dime…

      –He repasado el primer tema.

      –¿Y bien…?

      –Pues que me hago un lío con las eras geológicas del planeta y las especies vivientes que van apareciendo en cada una.

      –No me extraña. He ojeado tu libro de texto por Internet. Es correcto pero frío. Lleno de erudición pero poco didáctico. Parece que su autor quiere demostrar que sabe de lo que habla, pero no se ha preocupado de que sea ameno y fácil de asimilar. Es triste que esto sea algo muy corriente en la enseñanza.

      –¿Podrías explicármelo tú de otra manera?

      –Lo voy a intentar.

      »La aparición de la vida en este planeta es motivo de controversia. Existen diversas teorías que voy a exponerte a continuación de manera breve y escueta para no cansarte.

      »Primero nos preguntaremos qué es vida, qué es un ser vivo.

      –Parece algo que salta a la vista; un ser vivo es algo que tiene vida.

      –No es tan fácil. Eso es como decir que un edificio es alto porque tiene mucha altura; en realidad no define nada. Te diré que la vida se identifica con algo capaz de nacer, crecer, realizar procesos metabólicos, alimentarse, multiplicarse y morir. Un cristal mineral es capaz de nacer y crecer, pero no de reproducirse ni de alimentarse; ni muere y por lo tanto no se considera un ser vivo.

      –¿Y cómo llegó a surgir la vida?

      –La primera teoría sobre cuál fue la razón de la existencia de vida en este planeta es la llamada «Teoría Creacionista», creída a pies juntillas durante siglos por los fieles de distintas religiones. Incluso en pleno siglo XIX, algunos historiadores occidentales serios todavía aceptaban que los primeros habitantes del mundo fueron Adán y Eva y que nuestra historia comenzó debido a la voluntad de un personaje sobrenatural, Dios, que lo hizo todo en seis días.

      –Eso es lo que me enseñaron en clase de religión: «Lo dice la Biblia» –comentó Julio levantando la mano como si fuera el testigo en una película americana de juicios.

      –Esa teoría postula que todo es obra de un «dios», en este caso del dios de la Biblia como tú has dicho. ¿Y qué es un dios? Aunque todo ser humano ha oído hablar de los dioses desde el principio de los siglos, existen unas características definitorias que los diferencian de los humanos.

      –Dios es mucho más que una persona; es inmortal y puede hacer todo lo que quiera solo con pensarlo –lo interrumpió Julio.

      –Podemos decir que, de la manera en como lo concebimos los humanos, es una especie de superhombre, pues tiene todos los atributos que el ser humano no tiene pero que nos gustaría poseer por encima de todo. Lo primero el poder y la inmortalidad; la omnisciencia y la omnipresencia ya no son tan apetecibles para nosotros. También depende de la deidad a la que nos refiramos, pues en la Historia aparecen miles de dioses que tienen atributos sobrehumanos pero con ciertas limitaciones. También entre ellos hay categorías, rencillas, odios y luchas. En general, podemos decir que, de existir, un dios sería un ser sobrenatural, invisible y todopoderoso que moraría en otra dimensión inaccesible al hombre, llamada «espiritual» o «los cielos», y que habría creado algo o todo lo que existe mediante su voluntad. En este caso concreto, la «Teoría Creacionista» se refiere concretamente al dios que aparece en un libro llamado «la Biblia».

      –El libro inspirado por Dios, según la Iglesia –afirmó Julio.

      –¿Tú lo has leído, sobrino?

      –No… es demasiado largo y espeso; me aburro en cuanto empiezo a leerlo. En realidad de religión solo sé lo que me enseñaron en catequesis, que he olvidado bastante, antes de hacer la primera comunión, y lo que aprendimos en un curso sobre las religiones, especialmente la católica.

      Manuel hizo una pausa mirando al techo y pensando mientras buscaba con su mano derecha la pipa que mantenía agarrada pero sin encender, como si fuera una especie de talismán que le ayudaba a pensar. Se cuidaba mucho de fumar dentro de la casa.

      –La Biblia se presenta como un libro escrito por los hombres e inspirado por el Dios verdadero y único que existe para los creyentes de las religiones que tienen esta obra como referencia de su fe. Es el libro más difundido del mundo y guía de más de mil quinientos millones de seres humanos que siguen las religiones cristiana y judía. Estos últimos son devotos al menos de la primera parte del libro al que llaman «La Toráh» y los cristianos el «Antiguo Testamento». Dentro del grupo de los creyentes en este

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