Sobre el combate. Dave Grossman
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Fig. 1. Estrés agente contra sospechoso.
Niveles de estrés durante la detención, transporte y registro.
El agente procedió a la detención cuando estaba en «fase roja», un estado de alerta y conciencia máximo. Se las arregló para sorprender al sospechoso cuando éste estaba en «fase blanca». Tras un forcejeo, el agente consiguió esposar y meter en el asiento trasero del coche patrulla al sospechoso. Ahora bien, si el agente no es cuidadoso de vuelta a la comisaría, puede pensar que el peligro ha pasado y relajarse. Mientras tanto, el sospechoso sigue teniendo una descarga de adrenalina y empieza a estar cada vez más disgustado con la pérdida de su libertad.
Analicemos lo que ocurrió en un incidente trágico en Florida. Dos detectives cualificados y competentes detuvieron y esposaron a un hombre tras una breve persecución. Pusieron el fusil del hombre en el maletero del coche de policía y lo sentaron en el asiento trasero, sin darse cuenta de que el criminal de carrera llevaba una llave para esposas alrededor del cuello. Mientras lo trasportaban a la cárcel, el sospechoso utilizó la llave para liberarse de las esposas, y luego se abalanzó sobre los detectives desarmando a uno de ellos. Vació el arma contra ellos matando a los dos y luego arrojó los cuerpos fuera del coche a patadas. Recuperó su fusil del maletero y, tras una persecución a toda velocidad, mató a un policía del estado y luego se hizo con un rehén en una gasolinera. El desenlace vino cuando el sospechoso se quitó la vida. Dicho esto, ¿cómo es posible que un hombre desarmado y esposado pueda abrumar y matar a dos detectives cualificados? La respuesta está en las mentes y en los cuerpos de los agentes y el sospechoso. Probablemente, los agentes se relajaron después de la persecución y la detención, y estaban experimentando una reacción parasimpática mientras que el sospechoso aún no había empezado a luchar.
Sabemos que una persona que coopera puede tener una respuesta psicológica violenta al oír el tintineo de unas esposas que se abren. Igualmente, sabemos que muchas veces, a medida que el coche de policía se acerca a la cárcel y los agentes han bajado la guardia tras el arresto, la vista del edificio puede desencadenar una reacción violenta por parte del detenido.
Antes de que nuestra resplandeciente y elevada cárcel de cristal y plástico fuera construida, alojábamos a los presos en una estructura antigua de tres pisos. Era un lugar feo, oscuro, con aspecto de mazmorra, con torres y alambrada. El problema era que, a medida que nos acercábamos, los presos podían ver la mazmorra desde el asiento trasero, y muchas veces se volvían locos cuando les abríamos la puerta trasera para sacarlos. A menudo su reacción violenta nos tomaba por sorpresa porque nos habíamos relajado tras la detención y un trayecto largo.
Un agente de policía
Tanto el personal militar como los agentes de policía necesitan entender que pueden ser vulnerables cuando un preso ve su destino final. Al igual que existe un impacto psicológico cuando algunos presos ven la cárcel desde el asiento trasero de un coche de policía, también hay presos que reaccionan de forma violenta cuando ven la celda. Los agentes de policía, al igual que el personal militar a cargo de prisioneros de guerra, deben contar con cuidadosos procedimientos para asegurarse de que los presos son tratados de forma apropiada, sus armas han sido retiradas y guardadas en un lugar seguro, y todos los pasos se han dado correctamente. Esto debería incluir que los oficiales y guardias estén alerta y preparados en el lugar del registro de presos o prisioneros de guerra. Muchos departamentos de policía requieren que otro agente se ocupe de la situación porque entienden que puede haber una peligrosa vulnerabilidad.
«Consolidación y reorganización del objetivo» es un término militar estándar para referirse a lo que ocurre tras la victoria. El enemigo ha huido y la cima está segura. La batalla ha terminado. ¿O no? Cabe recordar las palabras de Napoleón: «El momento de mayor vulnerabilidad es el instante inmediato a la victoria». Por eso un líder militar inteligente contraatacará enseguida cuando el enemigo ha logrado expulsar a sus tropas de una posición. Es preferible que el líder retome la iniciativa con tropas de refresco, soldados que no estén exhaustos por la montaña rusa física y psicológica de la batalla. Como puede ser que el enemigo se haya relajado y sea vulnerable tras la victoria, es posible que incluso una fuerza pequeña pueda abrumarlo y retomar el objetivo.
A fin de evitar que los guerreros puedan ser vulnerables tras la toma de un objetivo, deberían ser entrenados para que realizaran de forma automática una serie de tareas que los mantuvieran ocupados. Deberían establecer una seguridad de 360 grados y preparar posiciones defensivas y campos de tiro en caso de contraataque del enemigo. Deberían redistribuir la munición, beber mucho líquido, iniciar las medidas de primeros auxilios, evacuar a las bajas y prisioneros, y realizar un inventario de todo el material. Los líderes deben supervisar y comunicar la situación a una autoridad superior. Entre los militares y los equipos swat estadounidenses, a menudo se emplea el acrónimo lace para definir esta espiral de actividad: «liquids, ammunition, casualties, and equipment».1 Si se ensaya esta continuación de las operaciones durante la instrucción, los guerreros en combate real no se relajarán durante este momento vulnerable sino que se mantendrán ocupados llevando a cabo estas tareas vitales que se requieren para sobrevivir y crecerse en el campo de batalla.
En la comunidad de agentes del orden, a esto se lo denomina a veces «consideraciones de seguimiento». Tal y como Gary Klugiewicz les dice a sus estudiantes: «¡No es momento del cafelito! Aún queda mucho por hacer antes de que la misión esté terminada».
Los militares, agentes de policía, bomberos, paramédicos y otros que trabajan en situaciones estresantes necesitan desarrollar esta mentalidad mediante la práctica de la consolidación y la reorganización para que puedan estar preparados para acometer la siguiente misión. Para aquellos que trabajan en estas profesiones, la próxima llamada de alto riesgo puede llegar en cualquier momento y hay vidas que dependen de su habilidad para seguir adelante con el siguiente objetivo. Un viejo dicho japonés transmite este concepto de forma sucinta: «Tras la batalla, ajusta la correa de tu casco». Es decir, aunque hayas ganado, no bajes la guardia.
Sólo un soldado sabe lo dulce que es el sueño
Con un saco terrero por almohada,
Persigo un recuerdo lejano de una cosa llamada sueño,
Susurro en la oscuridad y rezo a Dios para que guarde mi alma.
James Adam Holland
The Freedom of a Soldier
A lo largo de la historia pasada, el hombre siempre conseguía dormir lo suficiente porque cuando el sol se ponía ya no había nada más que hacer. No había mucho margen para el sexo ni para hablar; al final, uno rodaba a la cama y se iba a dormir. Así que el cuerpo humano nunca tuvo que desarrollar las señales poderosas que se necesitan para que uno consiga las suficientes horas de sueño. Pero con la llegada de la luz artificial barata, el hombre fue capaz físicamente de continuar durante días y días, si bien el cuerpo humano no está diseñado ni psicológica ni fisiológicamente para pasar largos periodos sin dormir.
Ni siquiera sabemos por qué necesitamos dormir. Cuando hace unos años la revista U.S. News and World Report publicó un artículo especial sobre los «Grandes Misterios de la Ciencia», uno de los misterios que se analizaban era «¿Por qué necesitamos dormir?». No entendemos por qué soñamos y ni siquiera entendemos por qué, por ejemplo, los varones experimentan erecciones —y las mujeres la congestión del clítoris— durante la fase de mor (movimientos oculares rápidos).