Aunque tenga miedo, hágalo igual. Susan Jeffers

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Aunque tenga miedo, hágalo igual - Susan  Jeffers

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estado preguntando: «¿Por qué he de pasar por todas las incomodidades que implica correr esos riesgos? ¿Por qué no he de seguir viviendo simplemente mi vida como hasta ahora?». Mi respuesta a esa pregunta quizá le parezca sorprendente.

      Verdad 5

      Vencer el miedo asusta menos que convivir con el miedo subconsciente que proviene de un sentimiento de impotencia

      Vuelva a leer esto. Sé que, de entrada, cuesta comprenderlo. Significa que, por seguro que uno se sienta en el pequeño capullo que se ha construido, vive, consciente o inconscientemente, con el miedo de que llegará eventualmente el día del ajuste de cuentas.

      Cuanto más impotentes nos sentimos, más fuerte es la corriente subterránea de temor que proviene del hecho de saber que hay en la vida situaciones sobre las cuales uno no tiene control... como la muerte de una esposa o la pérdida de un empleo. Nos obsesionan las catástrofes posibles. «¿y qué pasaría si...?» El miedo impregna nuestras vidas. Tal es la inferencia irónica de la quinta verdad del miedo: la gente que se niega acorrer riesgos vive con una sensación de temor mucho más seria que la que experimentaría si afrontara los riesgos necesarios para hacerla menos impotente... ¡sólo que no lo sabe!

      Puedo dar un ejemplo de lo antedicho con el caso de Janice, un ama de casa de edad madura que «planificó» su vida en forma tal que pudiera evitar la mayor parte de los riesgos. Janice se casó con un empresario de éxito que controló las vidas de ambos. Ella dejó que persistiera esa situación porque le resultaba más cómodo no hacerlo ella misma. Pero el refrán dice: «¡La vida es lo que nos sucede cuando hemos hecho otros planes!». A los cincuenta y tres años de edad su marido, Dick, tuvo un ataque que le dejó parcialmente incapacitado. Antes se ocupaban totalmente de ella y ahora era ella quien tenía que cuidar de alguien.

      La transición no era fácil. Después de haber luchado con la ira que le causó pensar: «¿Por qué me ha sucedido esto a mí?», estaba ahora a cargo de proveer lo que hacía falta para que ella y su esposo sobrevivieran. Casi mecánicamente hizo lo necesario para aprender a manejar los negocios de su marido, tomando decisiones con respecto a su salud y despertando por las mañanas con la certeza de que todo estaba en sus manos. Poco después aquel envaramiento la abandonó, la niebla se disipó y descubrió un profundo sentimiento de paz que nunca antes había experimentado. Empezó a comprender el pesado precio que había pagado para que cuidaran de ella.

      Antes del ataque de su marido, el cerebro de Janice había estado impregnado con la frase «qué pasaría si...». Siempre le preocupaba el futuro, nunca le inquietaba su presente. Había vivido con un permanente temor subyacente: «Dios mío... ¿Y si le sucediera algo a él?». A menudo, les había hecho notar a sus amigos: «Espero morir antes que él. No podría vivir sin él». Y pensaba que no podría... lo cual es una manera muy poco satisfactoria de caminar por la vida. Todo esto cambió cuando halló las fuerzas necesarias, que no creía tener. Ahora, sabe cuál es la respuesta a su pregunta «qué pasaría si...». Esa respuesta es «¡Lo afrontaré!».

      Janice nunca se había dado cuenta de que vivía con un constante terror y ahora ese terror ya no existía. Los nuevos miedos nada eran comparados con los antiguos que afectaban a la supervivencia de ambos. Ahora su marido se había repuesto lo suficiente para que ambos llevaran una vida satisfactoria. También él se ha enfrentado a uno de sus más grandes miedos... el temor a quedar inválido. Obtuvo la respuesta a su pregunta, «qué pasaría si...», la cual era también «Puedo afrontarlo». Ambos la afrontaron muy bien. En realidad, con esa experiencia descubrieron el verdadero significado del amor.

      A estas alturas, usted tiene ya todos los datos. No podemos eludir el miedo. Sólo podemos convertirlo en un compañero que nos acompaña en todas nuestras emocionantes aventuras; no es un ancla que nos tiene sujetos en un lugar. Algunas personas me han dicho que nunca han sentido miedo, pero, cuando las interrogo más a fondo, revelan que sólo se trata de una diferencia semántica. Sí, se sienten a veces nerviosas o ansiosas. Simplemente, nunca han clasificado «eso» como miedo.

      Que yo sepa, todos tenemos miedo cuando avanzamos por la vida. Es muy posible que haya en el mundo almas desarrolladas que nunca sienten miedo y yo no me haya encontrado con ellas. Si las encuentro, prometo convertirme en su ávida alumna y comunicarle a usted todos sus secretos. En algún nivel muy profundo, «sé» que no hay nada que temer. Es el nivel de la superficie el que necesita esa convicción. En el ínterin, he aprendido a «sentir miedo... ¡y hacerlo de todos modos!». Cuando hago algo, tanto da si siento miedo o no. Mi vida funcionará de todas maneras... como la de usted.

      Cinco verdades sobre el miedo

      1 El miedo nunca desaparecerá mientras yo siga creciendo.

      2 La única manera de liberarse del miedo a hacer algo es... hacerlo.

      3 La única manera de sentirme mejor es... hacerlo.

      4 No sólo yo siento miedo cuando piso terreno desconocido, lo mismo les ocurre a todos los demás.

      5 Vencer el miedo asusta menos que vivir con el miedo subconsciente que proviene de una sensación de impotencia.

      3. Del dolor al poder

      Si todos tenemos miedo

      cuando nos acercamos a algo totalmente nuevo en la vida,

      somos tantos los que «lo hacemos» a pesar del miedo

      que debemos llegar a la conclusión

      de que el miedo no es el verdadero problema

      Evidentemente, el verdadero problema nada tiene que ver con el miedo en sí, sino, más bien, con cómo dominamos el miedo. Para algunos, el miedo carece totalmente de importancia. Para otros, crea un estado de parálisis. Los primeros dominan su miedo desde una posición de poder (elección, energía y acción) y los últimos, desde una posición de dolor (impotencia, depresión y parálisis). El diagrama de la página siguiente ilustra este concepto.

      De ello se puede deducir que el secreto para dominar el miedo es trasladarse de una posición de dolor a otra de poder. Por eso, el hecho de que usted tenga miedo pierde toda importancia.

      Hablemos de la palabra «poder». Algunos dicen que no les gusta el concepto de poder y no quieren participar en él. Es cierto que, en nuestro mundo actual, la palabra «poder» tiene algunas connotaciones negativas. A menudo implica control sobre los demás y, por desgracia, muy a menudo se abusa de él.

      La clase de poder de que hablo es totalmente distinta. En realidad, sirve menos para controlar a los que nos rodean y nos ayuda a sentir más afecto por ellos. Hablo del poder dentro del yo. Esto implica poder sobre las percepciones del mundo, poder sobre cómo se reacciona ante las situaciones de la vida, poder para hacer lo que sea necesario para el crecimiento, poder para crear alegría y satisfacciones, poder para obrar y para amar.

      Esta clase de poder nada tiene que ver con ninguna otra cosa. No se trata de egolatría, sino de un sano egoísmo. En realidad, los ególatras no tienen absolutamente ninguna sensación de poder: de ahí su compulsiva necesidad de controlar a los que los rodean. Su carencia de poder los sitúa perpetuamente en una condición de miedo y, por eso, su supervivencia depende del mundo exterior. Nadie es menos afectuoso que una persona que no tiene su propio poder y constantemente trata de obtenerlo de los demás. Esa necesidad patológica provoca toda clase de conductas manipuladoras.

      El poder de que estoy hablando da una absoluta libertad, ya que no depende

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