Psicología del vestido. John Carl Flügel

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Psicología del vestido - John Carl Flügel General

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naturaleza en el adorno corporal (suponiendo que tenemos razón en creer que existe este deseo) merecen ser señaladas aquí, aunque después hablaremos de ellas más extensamente. Esta creciente satisfacción por las formas más naturales de adorno y el correspondiente rechazo a lo burdamente artificial parece implicar que los seres humanos, a medida que avanzan culturalmente, son más aptos, en general, para aceptar el cuerpo tal como es, están más inclinados a encontrar belleza en su forma natural y menos predispuestos a encontrar agradables sus distorsiones o modificaciones violentas. Esta tendencia parece ser muy importante para toda la historia y el desarrollo del vestido, y servirá seguramente como guía a los que esperan, de un modo general, influir o predecir el curso futuro de la vestimenta humana.

      Vertical

      La primera de ellas puede denominarse vertical. Su función es la de acentuar la postura erecta del cuerpo humano y aumentar su altura aparente. Este efecto puede alcanzarse mediante todos los adornos o prendas que cuelgan con holgura del cuerpo como cadenas, collares (particularmente los que llegan hasta el pecho) y largos aros colgantes; pero el más notable de todos estos efectos es tal vez el que produce la falda. La mayoría de nosotros ha tenido ocasión de observar que, si una mujer viste pantalones o un bombacho, parece más baja que cuando lleva falda. En efecto, ésta tiende marcadamente a aumentar la altura aparente del cuerpo y confiere una correspondiente dignidad. Pero tal aumento de estatura puede también lograrse por otros medios. Las botas y zapatos de tacón alto la aumentan realmente así como todos los tocados altos; al igual que el hennin medieval,

      el colbac y el sombrero de copa de tiempos más recientes producen el mismo efecto. Probablemente la forma más temeraria de adorno de esta naturaleza se encuentre en las inmensas pelucas del siglo xviii. El cabello de las mujeres se enrollaba en una masiva estructura en forma de torre que se colocaba en la cima de la cabeza y a la que se agregaba cabello natural cuando era necesario y se empolvaba abundantemente para que pareciera más prominente por su blancura; todo este arreglo se coronaba con pequeñas figuras de hombres, animales, barcos, carruajes u otros objetos.

      Dimensional

      La siguiente forma de decoración es la dimensional. Su propósito es aumentar el tamaño aparente del que la usa y, por lo tanto, se parece en general a la forma de decoración vertical. De hecho y estrictamente hablando, la vertical debe considerarse sólo como una especie particular de la dimensional que, a causa de su peculiar importancia, conviene clasificar como un grupo aparte.

      Las faldas también pueden aumentar el tamaño y la dignidad aparentes mediante el agregado de colas y, de hecho, las por lo general largas colas forman parte de los vestidos ceremoniales. Creo que la más larga fue la que usó Catalina II de Rusia en su coronación. No tenía menos de setenta metros de largo y se necesitaron quince personas para sostenerla. Se vio una copia de ella en un baile artístico de Chelsea, en el Albert Hall de Londres. Esta prenda fue una curiosidad más que un éxito sartorial porque es indudable que no logró su objetivo. Era demasiado vasta para percibirla como parte de quien la vestía y, lejos de aumentar su dignidad, parecía empequeñecer su tamaño. Esto ilustra el principio al que nos referimos en el último capítulo en el sentido de que existen límites en el uso oportuno de esas formas de adorno. La figura humana es susceptible sólo de una cierta cantidad de extensión aparente.

      Direccional

      Otra forma de adorno externo que han anticipado las consideraciones finales del capítulo anterior es la direccional. Esta tiende a destacar los movimientos del cuerpo, en particular, la dirección en la que el cuerpo avanza a través del espacio; los efectos producidos se deben principalmente a la inercia de la prenda, pero a veces también a la acción del viento. Toda prenda suelta o flotante o todo adorno colgante puede contribuir a este fin. La mayoría de las formas de adorno que pueden ser clasificadas como verticales cuando el cuerpo está quieto, se convierten en direccionales cuando está en movimiento.

      Y esto nos recuerda la naturaleza inevitablemente arbitraria y provisional de la presente clasificación, o de cualquier otra; muchas formas de adorno pueden entrar ya en una, ya en otra de nuestras categorías, según las circunstancias.

      Algunos de los efectos direccionales más notables se producen —una vez más— con ayuda de la falda, y a este respecto el lector puede recordar las figuras 1, 2 y 4. Sin embargo, también las plumas son muy útiles, especialmente cuando se llevan en la cabeza o en la parte inferior de la espalda, como acostumbran los indios norteamericanos. Lo mismo se aplica a las cintas y bandas e incluso al cabello, cuando se lleva largo y suelto. El típico yelmo griego, aguzado como la proa de un barco, tiene también un fuerte efecto direccional al sugerir el movimiento hacia adelante.

      Circular (en forma de aro)

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