Porno feminista. Группа авторов

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Porno feminista - Группа авторов UHF

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realidad no era tan maravillosa. En conjunto, la industria de contenidos para adultos todavía no aceptaba la idea de que las mujeres eran algo más que un mercado minúsculo.

      Durante mis numerosos debates en foros me encontré a mujeres webmasters que se oponían al concepto de porno para mujeres. «Las mierdas emocionales no les gustan a todas las mujeres», escribió una webmistress que se llamaba Jackie. «Soy igual de dura que cualquier tío, y puedo estar todo el día viendo películas de metesaca y de gaping anal y de gangbangs y de lo que sea. No necesito que hagan un porno aparte para mí».

      Mi respuesta original a esa crítica concreta del porno para mujeres fue de frustración. «Si te gusta todo eso, bien por ti. Hay toneladas de eso ya hecho: ve y disfrútalo. Pero estamos intentando hacer algo para las mujeres a las que no les gusta ese tipo de porno. ¿Por qué quieres negarles eso?».

      Eso era lo que estaba intentando hacer desde el principio: porno para mujeres como yo, mujeres a las que no les gustaban los números de circo, los clichés, la estupidez y la misoginia que eran tan comunes en el porno tradicional. Quería hacer algo diferente, algo inclusivo. Y pensé que muchas mujeres sentían lo mismo que yo. Caray, las ventas lo decían.

      Pero ese era el tema. Admito que estaba viendo solo una parte de la realidad.

      Durante el transcurso de muchas conversaciones en línea y artículos en blogs, he discutido a fondo con otras personas el nebuloso tema del porno para mujeres y lo he hecho lo mejor que he podido para estar abierta a ideas y críticas.

      He visto la queja de Jackie repetirse muchas veces desde esos primeros días, y reconozco que es un argumento legítimo. «Porno para mujeres» es una expresión problemática porque es muy general, e implica que solo hay un tipo de porno que excita a todas las mujeres. Esto, por supuesto, es falso. Los gustos eróticos de las mujeres son tan amplios y diversos como los de los hombres.

      Para algunas personas, el término se ha vuelto normativo. Muchas de ellas han concluido que solo equivale a porno «blando» romántico y lo encuentran cuestionable porque —al menos, en su caso— encarna la presunción de que las mujeres son demasiado débiles para manejar las «cosas duras».

      También existe el argumento de que la expresión «porno para mujeres» no tiene sentido porque asume cosas sobre las mujeres en sí: sobre todo, que son heterosexuales, cis, blancas y de clase media. El concepto de crear porno desde una perspectiva femenina es difícil porque no todas las perspectivas femeninas son iguales. Las experiencias sexuales de las mujeres queer, lesbianas y trans no encajan necesariamente dentro de la casilla de porno para mujeres, al menos en los términos en los que se entiende popularmente.

      Como paladín del porno para mujeres durante doce años, originalmente me era difícil admitir este tipo de crítica. Aún quiero defender la frase, porque significa mucho para mí: es mi deseo y motivación para crear un tipo mejor de porno para mujeres como yo, que no estamos representadas en el porno tradicional. Y aun así sé que a mucha gente le disgusta. Es problemático, y en algunos casos, desmotivador. No es necesariamente la mejor etiqueta para el contenido para adultos que busca satisfacer a las mujeres.

      ¿Deberíamos sustituir el término «porno para mujeres»? Y si es así, ¿con qué lo reemplazamos?

      Antes de llegar a ese punto, quizá deberíamos preguntarnos si siquiera necesitamos atender a las mujeres por separado. A fin de cuentas, estamos en el año 2013. El porno es omnipresente en internet y fácilmente accesible, y atiende a todos los fetiches y fantasías imaginables. Toda una generación de mujeres jóvenes ha crecido con material sexualmente explícito disponible con solo tocar un botón: para ellas, un viaje nervioso a una tienda a comprar físicamente una revista guarra es un cuento con los tonos sepia del pasado. Sus gustos probablemente se han modelado con el porno que han visto y quizá ellas no sienten la «vergüenza, culpa y aversión» de las participantes del estudio de Laan en 1994. Hay muchas consumidoras femeninas de porno que están perfectamente felices con lo que ya hay.

      Y sin embargo, la pornografía de hoy no es especialmente acogedora para las mujeres. La mayor parte está orientada principalmente a hombres heterosexuales o gays; el lenguaje que tiene les habla todavía a ellos, y tanto las perspectivas masculinas como los caminos masculinos al placer son aún los prioritarios. Lenguaje y actitudes sexistas y racistas se han hecho habituales en muchas películas y sitios web de porno tradicional. También existe una preocupación continuada sobre la producción ética de porno, y sobre si a los intérpretes se les paga y se les trata bien. Este último tema es algo que he visto que las mujeres identifican como problema y que les impide disfrutar del porno.

      Así que pienso que sigue existiendo la necesidad de identificar material para adultos con el que las mujeres puedan sentirse cómodas, que no busque excluirlas o que no les haga sentirse mal cuando lo consuman.

      Es más, debería señalar aquí que el deseo de ver porno positivo y ético no es una preocupación exclusivamente femenina. Una gran cantidad de hombres también la comparte (y este es otro problema con la frase «porno para mujeres»).

      Así que, si queremos identificar este tipo de porno positivo e inclusivo, ¿cuál es la etiqueta apropiada que debemos aplicarle? Esto es un problema para las mujeres hetero que buscan excitarse. Incluso hoy, es difícil encontrar contenidos eróticos que encajen. Las mujeres hetero se quejan de que no pueden encontrar buen porno. Las mujeres están todavía fuera. Todas las cajas de los dvd de contenidos para adultos heterosexuales muestran solo fotos de mujeres, no de hombres. Si buscas «porno» en internet aparecen cientos de sitios web tradicionales, la mayor parte de los cuales hablan de «soltar tu corrida» y «tu polla» en vez de «tu clítoris». Los premios avn tienen una categoría de sexo oral en la que solo compiten películas sobre mamadas. La inmensa mayoría de las películas para adultos todavía enfocan a la mujer y cortan al hombre, dejándolo fuera de plano. Y la mayor parte de ellas acaban con el orgasmo masculino, a menudo sin preocuparse de que salga un orgasmo femenino.

      Por eso todavía empleo el término «porno para mujeres», a pesar de que sea estereotípico, que dé cosas por sentadas, que sea problemático y que para algunas personas sea completamente erróneo. Todavía lo uso porque es reconocible y ayuda a que las mujeres deseosas de excitarse me encuentren en internet.

      Si una mujer escribe la frase en Google, puedo ofrecerle una amplia gama de sitios web incluyendo mi blog y lista de enlaces, o mi sitio web Porn Movies for Women o mi lista alternativa Quirky Sex. Y después intento ayudarles a encontrar lo que quieren, sea sexo romántico heterosexual o bondage japonés kinky, o fucking machines o la última película de sexo violento de Tristan Taormino. Lo que ofrezco puede que no sea perfecto para esa internauta, pero espero que esté un poco más cerca de encontrar lo que busca.

      Y si resulta que lo que quieren es ForTheGirls.com o uno de mis otros sitios web de suscripciones o alguno de mis cortos, eso también está bien. Al fin y al cabo, soy una malvada pornógrafa capitalista.

      El capitalismo es una parte importante de todo esto. Aunque el material erótico puede hacerse por motivos puramente artísticos, el porno se hace principalmente para obtener beneficios. Las fuerzas del mercado entran en juego

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