Porno feminista. Группа авторов
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A la hora de elegir fotos de sexo (y en este caso me refiero a parejas heterosexuales) busqué las imágenes que me ponían a mí. A menudo elegí colecciones que tenían más besos, más contacto visual y cunnilingus, o las que se centraran en ambos miembros de la pareja por igual, y en los que la mujer no mirara a cámara. Intenté encontrar imágenes que mostraran placer femenino y sexo con aspecto realista (a diferencia de las posiciones deliberadamente extremas e incómodas, tipo «gonzo»). Las colecciones que cumplían estas características eran muy escasas e infrecuentes. A veces me pasaba días navegando por sitios web con estos contenidos intentando encontrar la colección apropiada.
Me integré en una comunidad de webmasters, en su mayoría estadounidenses, que vivían de hacer y promocionar porno. Nos encontrábamos en foros y en canales de irc, y debatíamos nuevas ideas sobre cómo comercializar nuestro porno. La comunidad era predominantemente masculina y a menudo desagradable y sexista. Ser una webmaster mujer era inusual: intentar promocionar el porno entre mujeres se consideraba a menudo una pérdida de tiempo.
En cualquier caso, sí que éramos unas pocas y nos unimos en nuestro propio foro, el Women’s Erotica Network (wen), compuesto por unas veinte personas. Allí hablábamos de nuestro «nicho» particular y de cuál sería la mejor manera de promocionar nuestro producto, además de otras cuestiones más filosóficas sobre lo que estábamos haciendo.
Todas en wen creíamos en el porno para mujeres. Éramos capitalistas, sí, pero también queríamos cambiar el mundo. Había muchas cosas del porno que no nos gustaban, muchas cosas que queríamos hacer de forma diferente. No siempre estábamos de acuerdo con los demás pero eso también contribuía a hacerlo divertido.
Esencialmente nos estábamos inventando sobre la marcha el concepto de porno para mujeres. No teníamos gran cosa en la que basarnos; como guía, solo teníamos las películas de Candida Royalle y los desplegables masculinos de Playgirl, además de nuestras propias ideas de lo que era sexy. A menudo nos preguntábamos «qué quieren las mujeres» y acordábamos que no había una única cosa que quisieran todas las mujeres. También sabíamos que era probable que las mujeres tuvieran gustos diferentes según el día.
En cualquier caso, sabíamos lo que vendía. El porno de parejas heterosexual, tanto el romántico como el «porno duro de buen gusto» vendía bien, así como los hombres atractivos desnudos y la ficción erótica. Estos tres tipos de contenidos acabaron cristalizando juntos y se convirtieron en el modelo de referencia del porno para mujeres y lo que muchas personas asocian con él.
Pero esto no era todo. Nos diversificábamos, cada uno a nuestra manera. Yo tenía pequeños sitios web con bdsm, dominación femenina, fantasías bisexuales hombre-hombre-mujer, porno de disfraces, sexo anal y pegging, además de sitios sobre besos y sobre cunnilingus. Recuerdo una conversación en la que anhelábamos un día futuro en el que el porno para mujeres tuviera tantos «nichos» (fetiches) como el porno tradicional. El problema residía en que éramos muy pocos los que lo hacíamos y en el resto de la comunidad de contenidos para adultos no se nos apoyaba mucho. Hubo muchas veces en las que sacábamos el tema del porno para mujeres en los principales foros y se nos descartaba de primeras. «Las mujeres no compran porno» era la respuesta habitual. «Las mujeres no son visuales».
He oído la frase «las mujeres no son visuales» innumerables veces durante esta década. Es una idea que se originó con las investigaciones de los años cincuenta del doctor Alfred Kinsey, y que se ha incrustado en nuestra cultura como si fuera una verdad biológica. Investigaciones más recientes han demostrado lo equivocado que estaba Kinsey al respecto. Hay un estudio citado muy frecuentemente, que llevó a cabo el doctor Michael Bailey en la universidad Northwestern en 2001, que descubrió que las mujeres se excitan con una amplia variedad de imágenes eróticas, a diferencia de los hombres que estaban más centrados en una imaginería sexual alineada con su propia orientación sexual.57 En 2004, los investigadores de la facultad de medicina de Stanford descubrieron que las mujeres se excitan por completo al cabo de dos minutos de ver una película sexualmente explícita: eso es más rápido que la media de los hombres.58 De forma similar, en 2006 los investigadores de la universidad McGill utilizaron un escáner térmico para medir los niveles de excitación de hombres y mujeres mientras veían películas para adultos. Concluyeron que no había ninguna diferencia entre hombres y mujeres en el tiempo necesario para excitarse.59
Yo sabía que a las mujeres les excitaba el porno y tenía estadísticas para demostrarlo. Los críticos me preguntaban qué aspecto tenía el porno para mujeres. Repetidas veces argumenté que las corridas en la cara no eran atractivas para la mujer; que las mujeres querían más romance, besos, intimidad y realismo. Debo admitir que hay veces en las que me puse normativa con respecto a qué tipo de contenido constituía porno para mujeres. Resultaba más fácil hablar de hombres desnudos y parejas sensuales que meterse en disquisiciones filosóficas respecto a «qué quieren las mujeres». Aun así, a menudo lo hice lo mejor que pude para explicar que el porno para las mujeres trataba sobre de la audiencia y la perspectiva, no sobre las prácticas sexuales representadas. En 2003, escribí: «Mi definición de buen porno para mujeres incluye representaciones del sexo en las que el placer de la mujer es lo más importante. Tiene que tratar sobre la experiencia del sexo de ella, el placer de ella, y el orgasmo de ella. Todo lo demás es solo fachada».
La investigación de Ellen Laan en 1994 en la Universidad de Ámsterdam fue especialmente útil para resumir por qué estaba haciendo porno para mujeres. Laan estudió si las respuestas subjetivas de las mujeres al porno eran diferentes de sus reacciones físicas: para ello, les mostraba a sus sujetos diferentes tipos de porno, incluyendo la película orientada a las mujeres Urban Heat, de Candida Royalle. Descubrió que a pesar de que su excitación física era constante, la «experiencia subjetiva de la excitación sexual era significativamente mayor durante la película hecha por una mujer. La película hecha por un hombre evocaba más sentimientos de vergüenza, culpa y aversión»60. Yo quería ofrecer todas las cosas buenas sin ninguna parte de vergüenza, culpa ni aversión.
En 2003 me uní con una compañera webmistress, Jane, y empezamos nuestro propio sitio web de suscripciones ForTheGirls.com. Recopilé todas las historias y artículos que había escrito y uní mi colección de fotos con la de Jane. Nuestro sitio se creó con la intención de ser una ventanilla única para las mujeres que quisieran disfrutar contenidos eróticos en un lugar orientado a la mujer. Seguimos con la exitosa fórmula de tíos buenos mezclados con parejas hetero y algo de variedad erótica. Además, ofrecíamos una amplia variedad de material de lectura, que incluía artículos de fondo, entrevistas, reseñas, consejos y ficción erótica, de modo que nuestros suscriptores pudieran decir que «solo se habían suscrito por los artículos». El sitio ha crecido sin cesar desde entonces.
En 2004 creé una lista de enlaces y empecé a escribir el blog con mi pseudónimo Ms. Naughty para hacer la crónica de los nuevos desarrollos en porno para mujeres, incluyendo nuevos sitios web, libros, revistas y películas dirigidas a las mujeres. Cineastas como Estelle Joseph, Erika Lust y Petra Joy crearon sus primeras películas hechas específicamente para mujeres, añadiendo más miembros al género creado por Candida Royalle, Marianna Beck, Tristan Taormino y Maria Beatty. Había cada vez más sitios de contenidos para adultos orientados a las mujeres heterosexuales, incluyendo ocho de los principales sitios de pago. La revista independiente Sweet Action se lanzó con mucha fanfarria, y un grupo de mujeres estaba desarrollando un canal de televisión por cable llamado Inpulse. Me parecía formar parte