Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego страница 10

Автор:
Серия:
Издательство:
Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018) - Carlos Medina Gallego

Скачать книгу

experiencia a partir de la articulación discursiva de la realidad. Hemos de prestar atención a los procesos históricos que, a través del discurso, sitúan a los sujetos y producen sus experiencias, pues no son los individuos y las organizaciones quienes tienen experiencia, sino estas como sujetos sociales y políticos constituidos a través de la experiencia (Cabrera, 2001).

      Siendo el ELN una organización política, que define la forma de su confrontación al establecimiento a través de las armas y en el marco de un proyecto político y ético, que tiene el mismo propósito estratégico para ser concretado en la historia de una misma sociedad, es fundamentalmente distinta a otras organizaciónes. Sin embargo, el hecho de que posiciones sociales y políticas similares generen formas de identidad diferentes no debe interpretarse como una anomalía, sino simplemente como una consecuencia de que dichas posiciones sociales y políticas han sido articuladas mediante patrones discursivos diferentes y prácticas sociales diferenciadas. Es esto lo que explica, por ejemplo, por qué la relación con otras organizaciones revolucionarias, con proyectos socialistas operando sobre un mismo cuerpo social, es de confrontación, con base en sus diferencias, hasta el punto de colocarlas en guerra entre ellas.

      La cuestión historiográfica que debe resolverse es cómo las organizaciones insurgentes devinieron objeto identitario, objeto de cognición, reconocidas por una particular forma de comportarse de manera diferenciada en relación con sus acciones y el todo social. Para ello es necesario identificar la trama categorial que las ha hecho posibles, y reconstruir sus genealogías, esto es volver atrás y prestar atención a la historia de ese fundamento19.

      Esta organización nació de un conjunto de afirmaciones discursivas sobre el mundo social que buscan reordenar ese mundo en sus propios términos. Al incorporarse a la nueva situación discursiva y aplicar esas categorías, campesinos, trabajadores, jóvenes, intelectuales reconstruyen su identidad colectiva y crean un nuevo sentido de pertenencia y una comunidad de intereses que trasciende tanto sus oficios y condiciones como el marco discursivo institucional que gobierna. De tal forma, se produce una ruptura de sus relaciones con la normatividad, la institucionalidad y el Estado.

      Lo lógico es, entonces, que el Gobierno-Estado rechace sus demandas al considerarlas, desde el discurso hegemónico, inaceptables, irracionales, inconsistentes y carentes de sentido. En esta actitud de exclusión, las organizaciones descubren que su lenguaje necesita de fuerza moral o incluso cognitiva en la esfera pública y que, si desean superar la condición de desconocimiento en que se encuentran, y establecer un escenario de confrontación con el Estado, han de dotar a sus demandas y a su identidad de un nuevo soporte conceptual, y por esa vía de una nueva práctica social y política. La cuestión básica con la que se enfrentan las organizaciones armadas es la de cómo establecerse como sujetos políticos en la escena pública. La solución se encontrará en la adopción creativa del discurso liberal y, posteriormente, su migración hacia la matriz categorial del socialismo.

      Las organizaciones insurgentes, en general, se apropian rápidamente de un lenguaje revolucionario con el fin de ganar identidad, establecer una frontera de diferenciación con el establecimiento y dotarse de un proyecto ético y político que los legitime. El lenguaje y la retórica revolucionaria no solo dotaron a las organizaciones del poder del discurso público, sino que, además, les otorgó el poder de redefinir el mundo moral y social. Así, surge la conciencia revolucionaria como el elemento cohesionador de un grupo con intereses comunes.

      A este respecto el trabajo de Cabrera señala que

      al hacerse una distinción entre discurso político y vocabulario político se atribuye un nuevo origen causal a la acción política, ya que es la mediación del discurso político la que proporciona a los individuos el diagnóstico de su situación, constituye a éstos como sujetos políticos y define sus intereses en este terreno y, por consiguiente, la que prefigura un cierto curso de acción y da carta de naturaleza a determinados conflictos y relaciones de poder. (Cabrera, 2001, p. 163)

      Una vez que la comunidad de intereses es creada como organización campesina, los referentes sociales son atravesados por una nueva percepción discursiva que los obliga a verse, pensar y actuar por sí mismos y a organizar su práctica en términos de nuevos elementos identitarios; se constituyen como un grupo que se autorreferencia y surgen como organización armada. En el caso del ELN, se produce una rearticulación discursiva de los individuos, mediante las categorías heredadas de la Revolución cubana, cuya identidad se construye de una doble apropiación del discurso patriota de la revolución comunera y el discurso revolucionario cubano.

      Lo que convierte en sujetos de acción política a estas estructuras organizativas es el programa que es, en lo esencial, un discurso. El programa es resultado de la aprehensión y organización significativa de la situación social en general, mediante ciertas categorías o principios, en el sentido de que son estos los que, al conferir su significado a los hechos sociales, definen los objetivos que quieren alcanzarse y los que, al proyectarse en práctica, determinan el carácter, la orientación y las formas de acción política del movimiento armado. La retórica de la subsistencia de los campesinos no es definida por la posición social o la afiliación política formal de sus actores, sino que es definida por sus características discursivas, pues la retórica de la subsistencia se puede caracterizar como un discurso autoconsistente cuya dinámica autónoma y efectos políticos no pueden reducirse a los intereses o proyectos sociales de ninguna categoría social particular.

      El derecho a la tierra unido a la subsistencia es concebido como un “derecho sagrado” e imprescriptible del ser campesino. Se constituyó en un principio que al operar como patrón organizador de la experiencia campesina y de sus intereses, objetivó ciertos hechos como problemas que había que resolver generando el movimiento insurgente y convirtiendo a sus miembros en sujetos políticos e históricos. No se trataba solamente de una reivindicación del suministro de tierras, sino que dicha reivindicación se fue inscribiendo dentro de un más amplio programa de lucha y de reclamación de derechos que se fueron complejizando a través del tiempo.

      La cultura política

      Para la historia postsocial, “las causas de la revolución” no se encuentran ni en el contexto socioeconómico ni en la esfera ideológica, sino en la mediación de una cultura política que forja a los propios actores y autoriza sus acciones. Esa cultura política

      comprende

Скачать книгу