Ejército de Liberación Nacional (ELN). Historia de las ideas políticas (1958-2018). Carlos Medina Gallego

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del Estado como consecuencia de dos factores: una activa economía exportadora, favorecida por la bonanza cafetera; y segundo la imposición de nuevas cargas tributarias a la población. Estos dos hechos le permitieron a Rojas contar con presupuesto suficiente para impulsar proyectos de interés nacional, entre los que cabe destacar el reordenamiento de la producción de hidrocarburos y el fortalecimiento de la empresa siderúrgica de Paz del Río, la inversión en la actividad agrícola mediante la compra de maquinaria y fertilizantes, la construcción de distritos de riego que favorecieron a los productores de caña de azúcar, arroz y algodón; la financiación de importantes obras de infraestructura tales como la construcción de centros hidroeléctricos, el ferrocarril del Atlántico, el aeropuerto internacional El Dorado y las instalaciones de la televisión nacional.

      Esta época fue de crecientes expectativas populares con respecto a los planes de pacificación; una bien organizada campaña publicitaria, unida a acciones de bienestar social a través de la oficina de Rehabilitación y Socorro dependiente de la Secretaría Nacional de Asistencia Social (Sendas), dirigido por la hija del general, María Eugenia Rojas de Moreno, alimentó este periodo. No obstante, la imposibilidad de satisfacer la infinidad de demandas surgidas en el proceso de reconstrucción económica y social del país –debido a que las dimensiones de los problemas heredados de La Violencia superaban desmesuradamente las políticas y los recursos estatales–, fue creando falsas expectativas que pronto comenzaron a perderse en el horizonte de la credibilidad popular. Es durante los dos primeros años de gobierno que el general Rojas, en medio de las limitaciones anteriormente señaladas, genera la simpatía en los sectores populares que habrá de canalizar posteriormente hacia la creación de la tercera fuerza política, cuando los sectores que lo colocaron en el poder comienzan a retirarle su apoyo.

      El proceso de conciliación liberal-conservadora, resultante de los pactos de Benidorm y Sitges, logra alcanzar legitimidad a través de un plebiscito el 7 de diciembre de 1957 y, posteriormente, legalidad mediante un acuerdo constitucional en el que se establece la fórmula de la paridad y la alternación en la conducción del Estado. De tal forma, se genera allí un proceso de exclusión de toda fuerza política ajena a los partidos tradicionales, lo que daría origen, implícitamente, a una nueva forma de confrontación social y política que caracterizaría los años venideros.

      Lejos de solucionar los problemas estructurales de orden social y político, la dictadura de Rojas y los primeros gobiernos del Frente Nacional redefinieron el carácter de la violencia. Un proceso de reestructuración de las formas violentas de expresión social comenzó a gestarse en el tránsito de la guerrilla liberal al bandolerismo social y político y de este a la lucha armada revolucionaria.

      En este proceso de transformación de la naturaleza política de la violencia se configuran nuevos actores del conflicto y se redefinen las razones políticas de la acción violenta (Sánchez, 1989a). La violencia tomaba a partir de entonces una nueva perspectiva; ya no era la confrontación entre las fuerzas políticas que habían llevado su sectarismo al extremo de la guerra civil, sino que se produjo una transformación ideológica y política que reorientó la confrontación, ordenando las fuerzas según la dinámica de la lucha de clases y las estrategias militares de la guerra revolucionaria, según otros imaginarios.

      Con la instauración del Frente Nacional, en 1958, se redefinen las estrategias de dominación que habrán de prevalecer en los siguientes 16 años de la historia de Colombia. La llamada oligarquía liberal-conservadora a la cual el gobierno de Rojas Pinilla, al pretender adquirir autonomía, había logrado unificar, establece mediante el plebiscito un acuerdo de largo plazo cuyo eje central era la aceptación del reparto pacífico del poder político. El mecanismo a través del cual se llevaría adelante este proceso sería la fórmula de alteridad en el ejercicio del poder ejecutivo y la paridad en la distribución de los puestos públicos, inaugurando con esto una nueva modalidad de exclusión de toda fuerza o movimiento político al margen de las dos colectividades tradicionales. Concebido como una salida política negociada a la violencia, en la práctica el Frente Nacional inauguraba una nueva fase de la violencia en el país: la violencia social y revolucionaria.

      El ELN: reflexiones preliminares sobre la periodización

      Al abordar la historia del ELN, una de las primeras preocupaciones que surge al investigador académico es cómo construir una periodización que posibilite mirar, desde la dinámica interna de la Organización –y en relación con el contexto histórico en el que se está desarrollando la vida de esta–, la manera en que surgen y se transforman los imaginarios ideológicos y políticos, se definen los momentos relevantes de los procesos que adelanta, y las razones y formas por las cuales la Organización da los giros que la van llevando en el tiempo en relación con su proyecto político estratégico.

      Algunos ensayos y trabajos de investigación, para superar esta necesidad, superponen a las periodizaciones y momentos de la historia nacional, la historia de las organizaciones armadas dejándolas fluir en ella. Otros asumen los fundamentos teóricos que establecen el surgimiento, desarrollo y consolidación de toda organización de naturaleza política, tomando como referentes para cada etapa aspectos cualitativos y cuantitativos, que tienen que ver con sus fundamentaciones históricas, programáticas y organizativas.

      Este trabajo fusiona y recrea estos dos aspectos. Pero, adicionalmente, quiere resaltar la necesidad de entender que, en el modelo metodológico propuesto, el autor superpone a la historia de la nación en la que se desarrolla el ELN, la historia que construye la Organización sobre su percepción de los procesos nacionales y el devenir de su propia historia, como historia de vida colectiva cuya complejidad está definida por las distintas percepciones que se tienen de la esta.

      Al abordar la historia del ELN, a partir de la memoria de los actores, resulta necesario respetar las periodizaciones que de manera explícita o implícita construyen los relatos de estos, pues estas son las que definen los rasgos de identidad en que ellos se ven reflejados. Así, Fabio Vásquez Castaño, Manuel Pérez Martínez, Nicolás Rodríguez Bautista, Antonio García, entre otros, al hacer referencia a la historia del ELN construyen una visión personal de la historia del país, que es sobre la cual fundamentan la legitimidad de su lucha.

      En general los relatos posibilitan varias formas de periodización. Pero, en lo esencial, podría decirse que el ELN asume la historia nacional en el marco de su desenvolvimiento histórico a partir de cuatro grandes momentos: La Violencia (1946-1958), el Frente Nacional (1958-1974), el posfrente Nacional (1974-1991) y la era neoliberal y de la globalización (1991).

      En el marco de esta percepción de la periodización histórica. de la segunda mitad del siglo XX y comienzos del XXI, surge una periodización interna que estaría definida, para el ELN, por la lógica de sus procesos de desarrollo y conflicto interno.

      Para

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