Escuelas de psicología: un breve recorrido por las teorías de la personalidad. Marlon Mayorga Lascano
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Para Allport los rasgos se dividen en comunes e individuales, los primeros corresponden a rasgos frecuentes en un grupo o colectivo, mientras que los segundos se refieren al individuo concreto y a su vez se dividen en: rasgo cardinal (aquel que subyace de manera permanente y direcciona a todos los demás); rasgos centrales, los cuales se manifiestan con regularidad en casi todas las conductas del sujeto y rasgos secundarios ligados a comportamientos esporádicos. El orden propuesto tiene una progresión de importancia más o menos jerárquica; la confluencia de todos los rasgos conforma el proprium, término empleado por Allport para referirse al Yo o al Sí-Mismo, el cual se desarrolla a través de diversas etapas evolutivas y permite la formación de un adulto estable y saludable.
Basado también la teoría de rasgos, Cattell (1905-1998), estima que la exploración de la personalidad basado en el análisis de los rasgos de un sujeto, permite tener un concepto suficientemente claro de la misma y establecer una predicción al respecto de sus respuestas frente a una situación determinada; aunque puntualiza que ello no constituye una definición última de la personalidad, la cual es mayor y más compleja que dicha exploración al respecto de la conducta observable y los conceptos que puedan surgir de ella. La perspectiva de Cattell es empírica y no pretende modificar la conducta anormal, sino estudiarla, pues su teoría no se desarrolló en un ambiente clínico, sino investigativo.
El enfoque en cuestión es estrictamente científico y responde al método experimental, fundamentado en la observación del comportamiento, a partir de la cual se registran y procesan enormes cantidades de datos (análisis factorial); dichos factores serán considerados como los rasgos sobre los que trabaja la teoría y se definen como elementos mentales que recogen la mayor parte de las posibilidades de expresión observable de la personalidad de un sujeto. El conocimiento de los rasgos de personalidad de cualquier individuo, nos permitirá elaborar hipótesis al respecto de su comportamiento ulterior, frente a una situación determinada; figuración que de cumplirse, nos acercaría más a una ley general de la personalidad
Al igual que Allport, Cattell establece una clasificación de rasgos, que empieza con rasgos comunes (normativos en la mayoría de individuos de una cultura) y continúa hacia rasgos únicos (individuales), los que a su vez se subdividen en: rasgos dinámicos, relacionados a las motivaciones de conducta del sujeto; rasgos de capacidad, ligados a los recursos que este posee para solucionar problemas; rasgos de temperamento, que son la tendencia estilística o atracción/repulsión por determinados escenarios; rasgos fuente, aquellos que están fuertemente arraigados, manifestándose de manera constante y finalmente rasgos superficiales, que son aquellos que aparecen fortuitamente. Todos los elementos señalados, se configuran e instauran a través de procesos de maduración que requieren el concurso de varias etapas de desarrollo. Los trabajos desarrollados por Cattell, finalmente agrupan una multiplicidad de rasgos o factores en categorías dicotómicas más amplias (condensadas en su famoso test 16PF); momento en el que la concepción categorial avanza hacia un enfoque dimensional de la personalidad (Schmidt y otros, 2010).
Dimensiones de Personalidad
Los modelos de rasgos, eventualmente fueron superados por los modelos estructurales, entre los cuales, el de Hans Eysenck (1916-1997) es uno de los precursores. Eysenck establece que la personalidad de cualquier individuo se compone de ciertas dimensiones de conducta o superfactores: la extraversión, el neuroticismo y el psicoticismo. Cada una de ellas está ligada a las que Eysenck consideró motivaciones fundamentales de la conducta y que son: la reproducción, la conservación y la autodefensa respectivamente. Debido a su talente biologista, este enfoque se encuentra dentro de los modelos categoriales biológicos de la personalidad (Polaino-Lorente, Cobanyes Truffino, & del Pozo Armentia, 2003). Añadió ade más un cuarto factor, la Inteligencia, no vinculado estructuralmente a su teoría.
La extraversión, se caracteriza por la concentración de la energía psíquica y el interés general hacia los objetos y fenómenos externos, expresado en una fuerte relación con el mundo exterior, particularmente las personas y las relaciones, lo que los lleva a ser más sociables y a estar al tanto de todo lo que ocurre en su entorno. La extraversión posee una dimensión de contraste, la introversión, la cual tiene que ver con un comportamiento caracterizado por la dirección de la energía psíquica y el interés general hacia los procesos internos del sujeto. Los introvertidos se repliegan a través de sus pensamientos y sentimientos hacia su mundo interior, tendiendo por tanto a la introspección y un menor nivel de conducta. Debe señalarse que el mismo individuo posee cierta proporción de extroversión que resulta inversamente proporcional al nivel de introversión que ostenta.
Por su parte, el neuroticismo, es un rasgo psicológico más bien constante, caracterizado por la inestabilidad e inseguridad emocional, la inclinación a la ansiedad, un estado de permanente preocupación y una tendencia al sentimiento de culpa, todo ello unido a alteraciones psicosomáticas consecuentes. Los individuos que posees esta dimensión, presentan una atención que se dirige selectivamente hacia los acontecimientos negativos (sesgo atencional), situación que refuerza sus pensamientos inadecuados y a menudo los deprime. Desde el análisis factorial, este rasgo es dimensional, lo que implica, que casi todas las personas lo poseen en mayor o menor medida, sin llegar a presentar necesariamente un trastorno especifico.
Finalmente el rasgo de psicoticismo, se fundamenta en una propensión hacia las conductas impulsivas, agresivas y de poca empatía hacia los otros, por parte del sujeto que lo exhibe en amplia proporción. Estos individuos aparecen en general como fríos, egoístas e irresponsables, pero también son muy objetivos y realistas a la hora de resolver problemas; los desafíos los vuelven competitivos, críticos y originales, razón por la cual terminan siendo considerablemente eficientes. Según Eysenck, el psicoticismo también es común en la población normal, siempre y cuando se presente con una intensidad moderada (Schmidt y otros, 2010).
Afirmando el mismo paradigma, otro modelo de corte estructural o dimensional que se ha desarrollado a partir de la investigación experimental al respecto del constructo de personalidad de la mano de Tupes y Christal (los cuales encuentran similitud a lo planteado por Gray y Zuckerman) y a los posteriores trabajos de Mc Crae y Costa, es el Modelo de los Cinco Grandes (Big Five), patrón ampliamente difundido en la actualidad, en el que se asevera que los componentes dimensionales de la personalidad son: extraversión, neuroticismo, amabilidad, apertura a la experiencia y responsabilidad (Ter Laak, 1996); dado que estos elementos son dimensionales, se encuentran presentes en todas las personas, en mayor o menor medida. Cada uno de estos factores contiene un conjunto específico de rasgos:
- Extraversión: dimensión que se caracteriza por un alto nivel de sociabilidad, y tendencia a la búsqueda de interacción y contacto; los sujetos que la despliegan tienden a ser alegres, animosos, mostrar excitación frente a los estímulos y requerir constante motivación del medio. Se opone naturalmente a la introversión, que lleva a los sujetos a ser reservados, poco dependientes del contacto social y mostrar gusto por la soledad.
- Apertura: referida a la viva imaginación, la sensibilidad estética, el monitoreo de las experiencias internas, la curiosidad intelectual y la independencia de juicio. Quienes la tienen son abiertos e imaginativos, poseedores de una rica vida interior y también se muestran curiosos ante las nuevas ideas o los valores no convencionales. Se contrapone a la convencionalidad que gusta de la comodidad que otorga lo familiar.
- Responsabilidad: ligada al auto-control, la planificación y la manifestación de la función ejecutiva. Por tanto, este factor está relacionado con el “potencial de motivación al logro” (Beltrán Llera & Bueno Alvarez, 1995, p. 230) y la posibilidad de consecución de metas; se relaciona con la responsabilidad, la confiabilidad, la voluntad