Introducción a la ética. Edmund Husserl
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Sin duda, en este lugar necesitamos mayor precisión. Detengámonos aquí un instante. La expresión originaria para un interés teórico no es otra cosa que «filosofía», amor a la verdad o a la sabiduría. Según la conocida narración de Herodoto, Solón no recorre el mundo de entonces para satisfacer intereses comerciales o políticos, sino puramente para conocer el mundo, las naciones y los pueblos, los seres humanos, las costumbres, las organizaciones estatales, etc., por el puro gozo en lo dado en la experiencia cognoscitiva. Con esto, naturalmente, se desplegaba el experimentar directo en juicios de experiencia determinantes que, en su verdad fundada intuitivamente, se convierten en una posesión cognoscitiva permanente. En una necesaria conexión ordenada, surge la unidad de un saber empírico sobre un fragmento del mundo de experiencia en cuanto definición ordenada, conforme a juicio, de lo que este es en una verdad experiencial.
Pero el instinto filosófico como aspirar amoroso y teleológicamente activo al conocimiento del mundo ya no es satisfecho con este mero conocimiento empírico. Encuentra y busca valores cognoscitivos [17] siempre más altos. El simple conocimiento empírico se eleva al nivel más alto del conocimiento, específicamente teórico, que se configura en las formas del logos. El valor superior de una configuración conceptual rigurosa y de las verdades acuñadas de modo rigurosamente conceptual, el valor de su configuración empírica sistemática en demostraciones rigurosas y, finalmente, en teorías, resplandece e ilumina, con esto, la escala infinita de los valores teóricos que se superan uno a otro y del valor unitario que los abarca en un progreso sistemático en la formación de estos valores. En una palabra, surge la idea de la ciencia como idea de un habitual, profesional estar-dirigido a un progreso sistemático de teorías siempre más abarcadoras, el cual idealmente debería revelarnos, de modo teórico, la totalidad de todo el ser o, al menos, de una región de ser definida de modo puramente conceptual. El fin de la ciencia universal o de la filosofía, en cuanto dirigido al infinito, entendido, sin embargo, como progreso sistemático de teorías que, en el trabajo práctico, se amplían y se elevan, es una teoría universal. Lo mismo vale también para toda ciencia particular, para su ámbito en sí ya infinito. La meta propulsora en el interés teórico no es, pues, una verdad en general, coleccionada arbitrariamente. Lo es la unidad de una teoría universal y racional.
En cualquier caso, es claro que en toda ciencia estamos en un reino de la praxis, en el cual nos guía la unidad de un fin práctico y de un sistema de fines. Lo que se describe habitualmente y en sentido objetivo como ciencia no es otra cosa que lo que ha llegado a ser y sigue siendo históricamente en el trabajo de los científicos. Las teorías, incluso una configuración como, por ejemplo, la completa construcción de la teoría geométrica que se encuentra en Euclides y en otros manuales, por tanto, también toda ciencia, son una técnica guiada, como toda técnica, por la unidad del fin en la razón práctica y no es diferente, por ejemplo, de la técnica de la construcción o de la estrategia que, precisamente, no tienen otros fines que edificios, campañas militares y semejantes.
Para nosotros era ya evidente cómo cada técnica tiene junto a ella, según la idea, una disciplina técnica correspondiente. Esto vale también para aquella técnica que aquí llamamos ciencia. De hecho, la lógica, entendida de modo tradicional, no quiere ser otra cosa sino una disciplina técnica del conocimiento; sin embargo, bien entendida, eso no significa otra cosa que una disciplina técnica universal de la ciencia. Debe fundar, para nosotros, reglas y [18] normas prácticas gracias a las cuales podamos realizar de modo correcto las construcciones técnicas que se llaman teorías y, en sentido objetivo, ciencias. Esto vale tanto para la lógica universal como <también> para la lógica particular que debe ser coordinada con cada ciencia particular, por ejemplo, la lógica del conocimiento científico natural, la lógica del conocimiento matemático, etcétera.
Al mismo tiempo, es claro lo siguiente: si todas las disciplinas técnicas reales y posibles están sujetas a una disciplina técnica suprema, a saber, la ética, en la medida en que todos los fines posibles están sujetos al fin supremo, ideal, de lo absolutamente debido, en el sentido de la razón de una vida absolutamente exigida, entonces también toda ciencia y la filosofía que las abarca a todas se someten a la ética, a la reina de las disciplinas técnicas. Si el ejercicio del interés teórico, si el pensamiento y la investigación científicos tienen un derecho último que debe ser valorado, en última instancia, como una rama de la vida humana individual y social, entonces estos deben satisfacer los principios éticos, las normas del deber absoluto.
Todo lo anterior es claro, indudable y pronto nos será muy útil. Pero ahora se hace necesario aclarar el motivo por el cual, en el sentido habitual del término y también en el filosófico, se distingue entre interés teórico y práctico, y hasta se hace de ello una contraposición, cuando el interés teórico solo es un interés práctico particular. ¿Por qué se confronta el aspirar al conocimiento con todas las otras aspiraciones y por qué debe surgir a partir de ahí una contraposición? En conexión estrecha con esta falta de claridad, se muestra, en una reflexión más detenida, la oscuridad del concepto <de> disciplina técnica en su contraste con el concepto de ciencia y, así, nos encontramos nuevamente frente a nuestra pregunta principal. El modo de distinguir de Brentano, tan evidente en un primer instante, no puede realmente satisfacernos por razones ahora manifiestas.
Reflexionemos: ya hemos aclarado suficientemente la idea de ciencia. Una ciencia se dirige a una teoría universal en tanto bien sumo de la esfera de los bienes del conocimiento. ¿A qué se dirige la disciplina técnica? Comprendemos qué quiere y qué es la técnica misma. La unidad de un fin universal define la idea de un género sistemático de efectuaciones prácticamente racionales o conformes a la técnica (en el aspecto subjetivo, capacidades habituales de un operar dirigido teleológicamente; [19] desde un punto de vista objetivo, caminos, medios y, finalmente, configuraciones conformes a la técnica). De esta manera, el procedimiento técnico físico o químico es una técnica, así como la técnica médica, la técnica educativa; asimismo lo es, por poco que guste esta expresión, también la ciencia, aun cuando todavía no entendamos por qué, sin embargo, se la contrapone a todas las otras técnicas y no se la caracteriza como una técnica. Como quiera que sea, comprendemos qué es una técnica; pero, entonces, ¿qué clase de metas tiene, frente a cada técnica, la disciplina técnica correspondiente? Esta, en tanto disciplina, ¿no es un sistema unitario de aserciones que quieren ser fundadas, y con esto, sin embargo, no es una ciencia? ¿No se llama así a la jurisprudencia, a la matemática aplicada, a la teología, a la medicina, a la lógica?
Las aserciones son normativa y teleológicamente prácticas, conciernen a la atribución de los medios a los fines. Así, en la disciplina técnica del conocimiento o lógica, se trata de reglas para el conocimiento científicamente intelectivo; en la matemática aplicada, de reglas para la aplicación de teorías matemáticas a los datos concretos, por ejemplo, a los de la naturaleza; en la terapia médica, se trata de reglas para curar conforme a la técnica con la aplicación de teorías científico-naturales y psicológicas, etc. Puesto que estas reglas están fundadas científicamente en las disciplinas técnico-científicas, parece, pues, en efecto, que tales disciplinas técnicas son también en verdad ciencias. Sin embargo, ¿cómo se entiende que se suelan contraponer a las ciencias o que se intente separar las ciencias teóricas de las ciencias prácticas? Como mostraremos ahora, la falta de claridad que existe aquí tiene su fuente en un doble sentido que reside en el concepto de disciplina técnica, cuya exposición se manifestará como altamente importante para, por un lado, probar el derecho de la lógica pura como el de una ética pura en cuanto ciencias puras de la razón y de sus conformaciones internas; y por otro lado, para separarlas de las auténticas disciplinas técnicas del conocimiento científico y del actuar ético. Esto